Tuertos en el país de los ciegos

miércoles, abril 09, 2008

Packt Like Sardines in a Crushd Tin Box

Buenas a todos.

Este será el primer post que haga en más de un año. Durante unos diez meses estuve trabajando como profesor de inglés los días que libraba de mi trabajo como profesor de español. Fueron diez meses en los que trabajaba todos los días de la semana, llegaba exhausto a casa, y lo último que se me pasaba por la cabeza era ponerme a escribir en el blog.

Drojah en er colacaoTras varios meses pagando el sueldo tarde y mal a los empleados, el jefe cerró todas las escuelas de un dia para otro y desapareció, quedándonos a deber dos meses de salario, el cual tardamos más de medio año en cobrar. Fueron seis meses liados con abogados y demás parafernalias, tras los cuales el gobierno japonés nos abonó el 80% del importe debido y se quedó el 20% restante como comisión. Aunque soy bastante reacio a acudir al refranero español, en este caso puedo afirmar dos cosas: más vale tarde que nunca, y menos da una piedra.

Cuando llegué a Japón hace ya más de ocho años, trabajé como camarero en una cafetería mientras estudiaba el idioma en una academia. Entablé muy buena relación con mis jefes, que en cierto sentido, se convirtieron en mi “familia japonesa”. Dos años más tarde, cuando entré a la universidad, dejé el trabajo y me puse a trabajar como profesor de español en una pequeña escuela de Osaka.

El trabajo en la cafetería se resumía básicamente en ir como un loco de arriba para abajo sirviendo cafés en un conocido edificio de oficinas en el barrio de Umeda de Osaka. Cobraba unos 850 yenes la hora, y a duras penas llegaba a los 120.000 yenes mensuales.

En noviebre pasado el propietario del local me llamó por teléfono para pedirme ayuda. Por lo visto, por mucho que pusieran anuncios en revistas, nadie se interesaba por el trabajo y andaban desesperados buscando personal. Como mi trabajo empieza normalmente a las dos y media de la tarde, acepté ir a ayudarles por las mañanas de nueve a dos.

Esto trajo de vuelta a mi vida una de mis pesadillas en este país: la hora punta en los trenes por la mañana.

Ante todo me gustaría explicar por encima cómo funciona el sistema de transporte ferroviario en este país. Tomaré como ejemplo una de las lineas con las que estoy más familiarizado: Japan Rail West.

Normalmente suele haber cuatro tipos de trenes. Los primeros son los expresos (特急), que suelen cubrir trayectos de larga distancia y para los cuales se necesita reservar asiento.

Luego estan los rapidos (新快速), que paran en las estaciones más importantes y pasan de largo en estaciones pequeñas y de poca relevancia. A diferencia de los expresos, para subir a estos trenes no es necesario pagar tarifa extra, y suelen ser junto a los semirápidos los que la gente utiliza por la mañana para ir al trabajo.

Los semirapidos (快速) son como los rápidos, con la única diferencia de que suelen parar en alguna que otra estación más de zonas con un peso demográfico considerable.

Por último están los locales (普通), que paran en todas las estaciones de la linea y son, por consiguiente. los que tardan más tiempo en cubrir el recorrido.

Pongamos, por ejemplo, que vivo en la estación de Yamazaki (山﨑), de la linea Kyoto de JR, que une esta ciudad con Osaka y Kobe casi en linea recta. En la estación de Yamazaki sólamente paran trenes locales, por lo que por la mañana, para ir a trabajar a Osaka, debería cojer el tren local. Pero en vez de bajarme en Osaka, 9 estaciones después, me bajaría en la primera estación, Takatsuki, donde haría transbordo al tren rápido que me llevaría a Osaka saltándose 6 de las 7 estaciones que hay a lo largo del recorrido. Así haría en 22 minutos un recorrido que, de haberme quedado en el local, habría tardado 31.

Al contrario de lo que pueda parecer, hacer transbordo no lleva más de un minuto, porque los trenes están sincronizados de tal manera que el tren local y el tren rápido llegan al mismo tiempo a la estación. Normalmente, suelen pasar 2 o 3 locales por cada tren rápido. Es un sistema fantástico, fiable y preciso. Pero no es perfecto: tiene sus ventajas e inconvenientes como cualquier otra cosa.

El principal punto débil de este sistema es que la mayor parte de la gente que vive en paradas locales, para ahorrarse esos 10 o 20 minutos de tiempo, acaba siempre haciendo transbordo al tren rápido en la parada más cercana. De este modo, los pasajeros que viajan en dos o tres trenes locales acaban subiendose todos en el mísmo tren rápido. Resultado: trenes a reventar, donde no cabe ni una aguja y casi no se puede ni respirar.

¡Aprieta, Manolooo ! ¡Que aun caben 20 en este vagón!Pongamos un ejemplo práctico para os hagáis a la idea. Estación de JR, Settsu-Tonda (摂津富田). Llega un tren local a las 8:02. El tren, de por sí, ya viene lleno. Se sube la gente que lo espera, sumándose a la muchedumbre que viene de paradas anteriores. En la siguiente estación (Ibaraki 茨木), bajan todos y hacen cola para tomar el rápido, que pasa a y 13. Mientras tanto, pasa otro tren local por Settsu Tonda a las 8:06, que llega a Ibaraki a 8:12. La gente baja y se une a la cola de gente que venía en el tren de las 8:02 y que todavía no han subido al rápido. De este modo todos los pasajeros del tren de las 8:02 y las 8:06 se acumulan en Ibaraki para tomar el rápido de las 8:13. A esta gente le tenemos que añadir toda la que vive en Ibaraki y coge directamente el tren rápido allí.

Cuando llega el tren rápido, suele haber unas 20 personas esperando frente al lugar donde se abre cada puerda, en filas de 2. Llega el tren a las 8:13. Como viene de Kyoto ya llega tan lleno de gente que dificilmente cabe una persona más. Se abren las puertas, no baja nadie, y todas las personas que lo estaban esperando comienzan a hacer presión desesperadamente para subir, aplastando a la gente que se encuentra en el interior.

Viene el personal de la estación y comienza a empujar para que la gente no salga despedida desde las puertas hacia a fuera debido a la cantidad de gente que se encuentra oprimida en el interior y, como es de esperar, hacen presión hacia fuera. Mientras el personal de la estación aprieta para embutir a la gente dentro del vagón, se cierra la puerta, momento en el cual retiran las manos y la gente que está al lado de la puerta queda aplastada contra ésta desde el interior.

Mucha gente, incluidos los japoneses, suelen achacar la culpa de todo esto al hecho de que en Japón hay demasiada gente, tachando el problema de inevitable. Aunque si bien es verdad que llevan parte de razón, es también verdad que hay muchas cosas que se pueden hacer para solucionarlo parcialmente, o al menos para no contribuir a empeorarlo aún más.

Primero de todo, Japón tiene una población de 128 millones de habitantes. Su densidad de población a dia de hoy es de 339 hab./ km². Como referencia, en España viven 45 millones de personas y la densisdad de población es de unos 89 hab./ km². Japón se sitúa en el puesto 32 del ranking mundial por densidad de habitantes, y España el 111. No nos dejemos engañar por las cifras. Bélgica, por ejemplo, se situa un puesto por encima de Japón, en el número 31, con una densidad de población aproximada de 341 hab./ km². Cuando uno habla de Bélgica piensa en chocolate y en Manneken Piss, no en trenes ni ciudades abarrotadas. Bruselas es una ciudad preciosa, y nadie se la imagina abarrotada como Tokyo, sino más bien lo contrario.

¿Entonces dónde está el problema? Éste reside en que, mientras que en otros paises todo se encuentra en menor o mayor medida repartido, en Japón existe la manía de concentrarlo todo en la misma zona. A nivel nacional y a nivel local. Todas las compañías se encuentran aglutinadas en Tokyo, y más concretamente en una sola zona; Shinjuku. Algunas escogen como sede Osaka, situando sus oficinas siempre en Umeda. Con lo grande que es el país, y con lo bien comunicado que está, no pueden hacer otra cosa que ponerlas todas el mísmo lugar. A los trabajadores no les queda más remedio que irse a vivir a Tokyo o a Osaka, que es donde se concentran la mayor parte empleos. Resultado: 34,394,000 personas viviendo en el area metropolitana de Tokyo y 19,220,000 en la de Osaka. Nagoya, supuestamente la tercera zona con más peso económico en Japón, tiene sólamente 2,236,000 habitantes.

Paradójicamente se da el hecho de que debería ser Japón uno de los paises en los cuales el sector servicios se encontrara más esparcido por la geografía nacional, pues es de saber por la mayoría de nosotros que es un país que registra una actividad sísmica muy alta. Poniendo todo en la misma zona, el dia que haya un terremoto, se va toda la economía a pique en cuestion de minutos. No en vano los sismólogos advierten que para los próximos años se espera un terremoto muy fuerte en Osaka y otro en Tokyo.

Si el hecho de concentrar toda la actividad económica y comercial en el mismo sitio ya es de por sí motivo suficiente como para que los trenes se llenen hasta tal extremo por la mañana, existe otro hecho que agrava todavía más esta situación. Siguiendo el afán de centralizarlo todo, las lineas de metro y de tren confluyen siempre en los mísmos sitios, de manera que aunque no trabajes en el centro, hay una gran probabilidad de que tengas que pasar por él igualmente para ir a cualquier parte de la ciudad. Esto es debido a que para hacer transbordo de una linea a otra de metro o de tren, tienes que pasar por el centro casi forzadamente, ya que es el lugar donde confluyen la mayoría de lineas.

Por poner un ejemplo, en la estación de Umeda en Osaka se acumulan las lineas de Kobe, Kyoto, circular y aeropuerto de JR, las lineas Midosuji, Tanimachi y Yotsubashi de metro, las lineas de Kobe, Kyoto y Takarazuka de los ferrocarriles privados de Hankyu, así como la linea de trenes Hanshin. El número de estaciones de ferrocarriles comprendidas en unos escasos 500 metros es de séis. De este modo hay un elevadísimo número de personas que tienen que pasar por Umeda a diario, a pesar de no trabajar allí.

Poner solución a tanto caos es, a estas alturas, ya imposible. La ciudad de Osaka está endeudada hasta límites insospechables y una reubicación de las estaciones o reestructuración de las lineas es un hecho meramente utópico. Quien viva en Osaka y tenga que entrar a trabajar a las 9 de la mañana va a tener que enfrentarse casi inevitablemente con trenes a reventar. Lo único que los usuarios podemos hacer es intentar hacer más llevadera la situación, escalonando los horarios de entrada al trabajo, salir con tiempo de casa y comportarnos adecuadamente una vez ya dentro del convoy.

En lo referente a escalonar los horarios de trabajo, las compañías japonesas o bien no conocen la situación o no quieren hacer nada para mejorarla. Por eso la hora de entrada al trabajo es, en casi la totalidad de compañías, entre las nueve menos cuarto y las nueve y cuarto de la mañana. No es que haya hecho ninguna investigación exhaustiva, pero hasta el dia de hoy sólamente me he topado con una compañía en la que los empleados entran a trabajar a las 10 de la mañana, y ésta no es japonesa: Astra-Zeneca, farmacéutica nacida de la unión entre Astra AB y Zeneca Group PLC, compañías inglesa y sueca respectivamente.

Esto me hace pensar en el chiste ese de los 100.000 chinos jugando a fútbol en una cabina de teléfonos...Lo de salir con tiempo de casa es algo que poca gente hace. Muchísima gente, a pesar de saber que debido al elevado número de pasajeros podrían quedarse en la estación sin poder subir por falta de espacio, en vez de salir de casa con unos quince minutos de margen, salen con el tiempo justo para tomar el último tren que les permite llegar a tiempo al trabajo. Al tener las compañías japonesas tolerancia cero con los retrasos de sus empleados, cuando éstos ven que no caben más personas en el tren, intentan entrar como pueden, colándose si es necesario y empujando y apretando a aquellos que estan dentro del vagón y oprimiéndolos aún más de lo que estaban. En ocasiones, cuando no consiguen meter la totalidad de su cuerpo en el vagón, se quedan encima del espacio de la puerta, impidiendo así que ésta se pueda cerrar y obligando a los encargados de la estación a venir para empujarlos e intentar hacerlos entrar de alguna manera en el convoy, que acaba saliendo con retraso. De nada sirve que por la megafonía de la estación se pida reiteradamente a los usuarios que usen el siguente tren. La cabezonería de unos acaba haciendo llegar con retraso a miles. Como una imagen vale más que mil palabras, recomiendo que veáis este video en el cual se muestra la realidad, tal cual.

Una vez dentro hay tanta gente que resulta una tarea casi imposible el cambiar la posición de los brazos para agarrase a cualquier parte. Los cuerpos van apretados. Los constantes frenazos del tren hacen que los pasajeros se abalancen los unos encima de los otros en una especie de efecto dominó empujados por la inercia de la frenada. Pero nadie cae al suelo. No hay espacio para ello: el que está al lado evita la caída, y éste a su vez se precipita sobre otra persona. Y así ad nauseam.

Pese a todo ésto, muchísima gente pasa de todo y hace lo que le da la gana aunque esto contribuya a empeorar la situación aún más y moleste a muchísimas personas. Estos desconsiderados se podrían clasificar en los siguientes grupos:

- Gente que lee en medio de la muchedumbre. Éstos no hacen el más mínimo esfuerzo por agarrarse a alguna parte, mantener el equilibrio o contrarrestar parcialmente la inercia de las frenadas con sus piernas. En vez de eso, dejan caer todo su peso sobre las personas que se encuentran a su alrededor cuando el tren hace algun movimiento horizontal brusco, entra en una curva o bien frena. La mano que usan para sostener el libro que leen podría ser usada para sujetarse en cualquier parte, o al menos intentarlo. Sin embargo, y con todo el descaro del mundo, continuan disfrutando de su lectura pese a ser conscientes de que están aplastando al prójimo.

- Personas que duermen. Por increible que parezca, hay muchísima gente que duerme en el tren. No estoy hablando simplemente de cerrar los ojos. Duermen de verdad, como si estuvieran en la cama, con la diferencia de hacerlo, en este caso, en perfecta posición vertical. Ésto es algo que había visto hacer a los astronautas en entornos de ingravidez, pero no a las personas en general. ¿Cómo es posible semejante hazaña? Como los pasajeros están aglutinados hasta un punto en el que se hace difícil hasta respirar, las personas que se encuentran alrededor de úno ejercen de pared y evitan la caida. Aquellos desconsiderados que duermen de pie, lo hacen contenidos por aquellos que están a su lado, sobre los cuales recae la engorrosa tarea de aguantar el peso muerto del dormilón de turno durante el tiempo que dura el viaje. En resumen: duermen a consta del sufrimiento de los demás, sin que aparente importales demasiado.

- Agarrados. Este es el grupo de gente que se aferra a un lugar del vagón, generalmente al lado de las puertas, y no lo sueltan por nada del mundo, aunque dificulten el flujo de pasajeros bien sea al entrar o al salir. Este tipo de viajeros, que por desgracia no son pocos, suele monopolizar las zonas contiguas a las puertas para poder así bajar en su estación nada más abrirse éstas, ahorrarse la cola para salir y ganar así unos segundos de tiempo que, al final, no le servirán absolutamente para nada. Al apalancarse al lado de las entradas del vagón y reducen el espacio hábil por el cual el resto de los pasajeros puede pasar por la puerta, de forma similar al efecto que ejerce un embudo en una botella.

¡ De aquí no sale nadie, por mih cohone !- Vagos. Este es uno de los grupos que consigo comprender menos, pero seguramente uno de los más numerosos. En Japón los trenes paran siempre en el mismo punto de la estación, con precisión casi milimétrica. Esto quiere decir que uno puede subirse al tren por la puerta exacta que le dejará más cerca de la salida o de las escaleras mecánicas de la estación donde se apeará. Supuestamente esto lo hacen para caminar menos por el anden al bajarse del tren y para ganar algunos segundos de tiempo al salir. Lo de caminar menos por el andén no tiene significado alguno. Con un poco de sentido común es fácil darse cuenta de que lo que se uno se ahorra de caminar por el anden a la hora de bajarse del tren, lo tiene que caminar igualmente antes de subirse. La distancia recorrida es exactamente la mísma. Lo de ganar unos segundos de tiempo tampoco tiene mundo sentido, porque los 20 segundos que uno se ahorra no van a marcar ninguna diferencia La cuestión es que estas personas siempre van a intentar subir, por todos los medios posibles, en el vagón y puerta que les deje más cerca de la salida en su estación de destino, que por norma general es la estación del centro donde baja todo el mundo. Da igual que el vagón esté a punto de explotar, y que la gente que va dentro se encuentre al borde de morir asfixiada. Apretarán todo lo que haga falta para subir, sin que importe en absoluto que los primeros vagones del tren vayan parcialmente vacíos, o que en los vagones contiguos viaje menos gente. Cualquiera que venga a Japón y tome el tren a la hora en que la gente va a trabajar, se dará fácilmente cuenta que siempre hay tres o cuatro vagones completamente llenos y otros que, por lo contrario, no van tan cargados. El motivo aquí expuesto es lo que causa esta situación.

La gota que acaba de colmar el vaso de agua es que la gran mayoría de los japoneses no se duchan por la mañana. Lo hacen por la noche y por lo general prefieren bañarse a usar la ducha. Esto quiere decir que los trenes van llenos de personas que no se han duchado después de haber pasado horas durmiendo y que desprenden el olor corporal que esto conlleva. Uno se puede imaginar que el tren no huele precisamente a rosas. No voy a entrar en más detalles: que cada uno saque sus propias conclusiones sobro cómo puede ser el ambiente que se respira dentro del vagón como consecuencia de este hecho. Luego muchos van diciendo que los occidentales olemos mal y por eso no se quieren arrimar mucho a nosotros en los trenes, cuando yo me he acabado de duchar hace poco y ellos vienen directamente de sudar la cama.

En los paises occidentales hay una tendencia a pensar que Japón es un país donde todo está calculado y diseñado para un perfecto funcionamiento. Así mísmo, existe la creencia de que los japoneses son gente muy educada, pulida y considerada. Esto contrasta con una realidad que es muy diferente a todos los estereotipos que se han ido creando a lo largo de muchos años sobre este país y que, en la mayoría de casos, no son más que el fruto de un profundo desconocimiento y en otros de una idealización por lo general bastante infundamentada. Para comenzar a entender la realidad no hay más que pasearse en tren por la mañana y abrir los ojos en un lugar en el que, paradójicamente, muchos los cierran.