Tuertos en el país de los ciegos

jueves, octubre 26, 2006

¿Presunción de inocencia o de culpabilidad?

(NOTA: Quien venga a postear opiniones racistas destructivas, que se abstenga, porque sus mensajes serán rechazados, como tuve que hacer el otro día con un indeseable. Aquí se entra a ser constructivo. Y quien no quiera serlo, que no entre. Antes, que experimente lo que es vivir en el extranjero, y que madure).


A raíz de una experiencia que he tenido hoy, me he decidido a tratar un tema que tenía en la recámara desde hace un par de días. Coelacanth ha escrito buena parte de este artículo.

En un país multicolor, había un madero bajo el sol...Aunque es un tema que ya se ha tocado indirectamente en otros artículos, este post versará sobre la policía en Japón, y nuestras experiencias con ella, así como las de amigos y conocidos nuestros. Si bien, por lo general, y por inercia debido a la tendencia en este país (por suerte) a no ser borde de buenas a primeras con los demás, los policías aquí tienden (que no siempre) a ser educados, toca mucho las narices darse cuenta de las razones de fondo que se ven en algunos de los casos y encuentros con los agentes de la ley que os comentaremos aquí.

Antes de empezar, me gustaría que os leyerais los siguientes artículos del blog de X, “Quitapenas”. Él también ha tenido sus experiencias con el sector policial y tiene su opinión, que también merece la pena ver, y que no difiere tanto con la que tenemos nosotros. Destaco las imágenes de sus posts, pues dejan retratada la actitud de la policía en esta sociedad. En todo caso, en la sección de links a la derecha de nuestro blog, tenéis un enlace a la portada de su blog. En serio, echadle un vistazo, así como cualquiera de los otros que salen indicados.

http://blogs.ya.com/quitapenas/200607.htm#67

http://blogs.ya.com/quitapenas/200607.htm#65

Bueno, dicho esto, quisiera hacer una aclaración. Sé que buena parte de vosotros estaréis pensando o a punto de decir “Buf! Que no se queje tanto de la policía japonesa, que la española/mejicana/argentina/de donde sea, es mucho peor". Cierto. Tengo que hacer una concesión y admitir que, por lo general, aquí el trato de los policías no es chulesco si les sigues el rollo. O potencialmente no lo es, si te comportas, vamos. En otras palabras, que aquí no van en plan “exaltación de testosterona” como van muchos policías con ciertos inmigrantes o alborotadores en otras latitudes, o al menos no los agentes de policía regular. Quisiera también dejar claro que no me opongo a la policía (sería una estupidez), pues sin ellos, sólo tendríamos anarquía. Simplemente, lo que voy a exponer aquí es un compendio de situaciones con policías de las que hemos sido partícipes directa o indirectamente, sin venirnos a cuenta ni pedirlas, y que, en nuestro modo de pensar, reflejan profundamente la mentalidad del japonés medio de aquí y ahora, y dejan ver claramente que este país se está cerrando cada vez más en si mismo, algo que se ve reflejado en leyes más estrictas para la inmigración, un rechazo a la globalización que se ha intentado introducir hasta ahora, y un ataque sistemático a casi todo lo que viene de fuera. Esto último está tratado en los primeros posts serios del blog, los de “La excepción genético-cultural 3”, así que quien quiera más detalles, ya sabe a donde mirar. En todo caso, como supongo que la mayoría de gente que se lee el blog y aguanta más de un artículo, lo irá leyendo todo.

Sinceramente, no se por donde comenzar, así que explicaré lo que me he ha pasado hoy, que quizás sea la situación más light de todas.

Estaba en la universidad esta tarde, por allá las cuatro, escribiendo mi tesis, y he hecho un parón para ir a tomar aire. He pasado por el edificio de las clases de master, para ir a ver a un amigo español compañero de clase, llamémosle, por ponerle un nombre aleatorio, Jordi. Bueno, no tenía intención de salir de la universidad, así que antes de salir del despacho que me permiten usar, he dejado dentro mis cosas, y me he llevado tan solo las llaves de la puerta. Resulta que he decidido acompañar al colega Jordi a buscar su bicicleta en el parking de estudiantes de la universidad, situado en la parte trasera del centro, y hemos dado un rodeo para salir fuera, pues él se volvía para casa montado en ella. Al dirigirnos a pie, él empujando el aparato, hacia la entrada de la universidad, para yo volver a encarar el camino del despacho y seguir trabajando (cosa ésta última que no he hecho, porque si no, no habría empezado a escribir esto), a medio camino entre la salida del parking de la uni, y la entrada principal, en una zona donde si un coche normal se para, le clavan multa, va y se para, justo a nuestro lado, un coche patrulla y de él salen 2 policías, nos hacen parar (tengo que admitir que sus modales han sido, al menos de cara a fuera, exquisitos), y le preguntan a Jordi que si la bicicleta es suya, pues donde tendría que tener el seguro, estaba roto. Él les ha contestado que el seguro petó porque le cayó un tornillo, y desde entonces usa otra cadena para que no le roben la bici, y que el soporte (los restos) del seguro anterior, no los había sacado aún porque no había pensado en ello. Le han pedido la documentación de la bici y la suya, y nos han hecho esperar mientras uno de ellos volvía al coche patrulla a preguntar via su super-radio-chachi-pirulu-molongui a la central para ver si la bici estaba con los papeles en regla o no. Mientras, el otro nos ha dado algo de conversación, preguntando que de donde éramos, y diciendo que la inseguridad en Japón ha aumentado, y bueno, en resumen lo que le contestamos es que ojalá todo el mundo tuviera un nivel de seguridad que fuera la mitad del de Japón, así que eso de que cada vez hay más crimen no tiene demasiado sentido desde los ojos de un occidental. Bueno, a los dos o tres minutos, sale el poli regordete de dentro del coche y dice que todo en regla, pero (tal como estaba esperando y para lo cual llevaba un par de minutos pensando cómo quedarme con ellos) obviamente me han venido a pedir la documentación y preguntar a Jordi si era amigo suyo o qué. Como en un principio no tenía intención de salir de la universidad ni un metro cuando salí a tomar el aire antes de encontrarme con mi amigo, había dejado los trastos en el despacho, tal como ya he comentado. Es por ello que al agente le he enseñado que en los bolsillos no tenía más que unas llaves, como diciéndole mentalmente “vamos, si¿Alguna vez habéis sido registrados como Alien? En Japón podréis vivir esa experiencia, por un módico precio. quieres hacer el papelón de venir a la uni conmigo para luego quedar como un gilipollas y tener que disculparte por haberme tratado de delincuente, tú mismo”. Por suerte han dicho que no hay problema y que lleve siempre la documentación encima (sí, hijo, sí, es la primera vez desde que estoy en Japón que salgo a fuera cinco minutos sin la tarjeta de Alien). Pues fale. (Nota mental: ¿a cuantos de vosotros os han registrado alguna vez como extraterrestre baboso de mandíbula múltiple e instinto asesino?).

Pensemos sobre esto un par de cosas:

Primero: es imposible físicamente (o al menos muy poco probable) que un par de policías, desde lejos, yendo en coche, hayan sido capaces de ver que la pieza del seguro, que no es algo que esté a simple vista desde delante (dirección por la que venían), estaba rota, y entonces haber reaccionado parándonos. Lo obvio es pensar que han visto dos extranjeros de entre 27 y 30 años, occidentales, uno de ellos con una bicicleta, y hayan dicho “vamos a ver”. Lo curioso es que a nuestro lado, mientras nos hablaban, pasaron un par de personas en bicicleta. A ellos obviamente no los pararon, porque eran de Japón. Sacad vuestras reflexiones de esto.

Este hecho me ha hecho volver a pensar en un tema recurrente en los últimos años, y cada vez más: Nos han tratado de culpables hasta que demostremos lo contrario. Algo que pasa en todas partes, aunque se supone que la ley te protege ante esas situaciones, ni que la tendencia hoy en día en el mundo (en especial todo el primer mundo paranoico con lo del terrorismo) sea la de “disparar y luego preguntar”. De bicicletas, por la calle, se ven siempre muchas, y de bicicletas en estado de demolición (que digamos), llevadas también por japoneses, se ven bastantes también, y os aseguro que las posibilidades de que paren a un japonés por tener una bici que pueda parecer robada (más que la de Jordi, seguro), son prácticamente nulas. Sólo les van a parar para meterles bronca si van dos en bici, o si se saltan semáforos y tal, cosas que podrían causar accidentes y que me parece obvio que intenten evitar (yo haría lo mismo que los policías en ese caso). Pero no, han ido en plan “extranjero+bicicleta con algo roto = delincuente hasta que se demuestre lo contrario”, pseudo-ecuación que no se daría en el caso de ser japonés o posiblemente, asiático. Quiero pensar que ha sido eso, vamos. No quiero ni pensar en que se creyeran que iban a conseguir el arresto de un par de ladrones de bicicletas o de pisos (en serio, con el tema de la delincuencia están algo paranoicos). Ya sería demasiada “cabronería”.

Vamos, creo que de haber llevado el la Alien card encima cuando nos pararon, no me habría callado un par de cosas que estaba pensando (del palo “¿tiene alguna relación lo que me dice de que la delincuencia en Japón está subiendo con el hecho de que nos hayan parado?”, vamos si esperan que los extranjeros que no hemos hecho nada traguemos como corderos y acabemos creyéndonos, obedientes como dóciles corderitos, que somos un grupo peligroso, van listos), pero me convenía no cabrearlos, para que me dejaran estar. Vamos, creo que ni siquiera se han planteado en su vida si lo que les han dicho de “extranjeros = delincuentes” es cierto o no. Simplemente se lo han dicho y se lo han creído.

Bueno, dejemos este caso a un lado, y retomaré las conclusiones de todo esto tras examinar los demás casos.

Sin dejar el tema de la bicicleta, os comentaré otro caso. Hace unos dos o tres años, un amigo que entonces vivía y trabajaba de profesor de lenguas en Osaka, pongámosle de nombre, aleatoriamente, por ejemplo, Hugo, me dijo que tuvo una experiencia casi calcada a la mía de hoy, mientras iba con su bicicleta camino del trabajo. Pedaleando tranquilamente por la ciudad, se le puso a su altura un policía en bici, que se le acercó y le soltó un molesto “Ekusukyuuzu miii” (lo que delató a este policía como un tocapelotas sin pelotas de los que destinan a vigilar a los extranjeros, que los hay; vamos, más discriminación negativa, como si no sobrase ya). Hugo me dijo que, sin dirigirle demasiadas palabras, sacó la tarjeta de Alien y la matrícula de la bici, se las dio a mirar, y cuando se las devolvieron, sin prestarle demasiada atención al madero, siguió por su camino. Vamos, imaginaros su actitud: “Sí, hijo, sí, que ya sé que quieres. Toooma, la tarjeta, contento? Venga adios”. Pues una actitud de ese palo. Vamos parece que hay maderos que intentan ascender creyéndose que la vida es una película americana, donde los delincuentes siempre son morenos. Vamos, hay agentes que se piensan que van a salvar el país de los extranjeros malos ellos solitos. Seguid soñando.

Bueno, otro caso. Coelacanth ha tenido varios encuentros del palo con policías. Abro un inciso aquí para que cuente algunos:

Por Coelacanth

Primero de todo quiero explicar que si en España, como en muchos otros países, viene un policía y te pide el DNI, lo único que puedes hacer es mostrárselo. En caso de ser extranjero le tienes que presentar el carné de inmigración, que es el equivalente al DNI para personas con otra nacionalidad distinta a la española. La policía está, bajo ley, en su derecho para identificar a cualquier persona que se encuentre en la vía pública. Todos los individuos deben estar en posesión de un documento que los identifique.

Educando en el racismo a nuestros hijos japoneses. Tras el recreo, toca apalizar al osito de peluche de la vecina filipina.En Japón no existe nada equivalente al DNI. La única manera de que un ciudadano japonés se pueda identificar es mediante el carné de conducir, que no están obligados a tener (situación parecida a la que hay en el Reino Unido, por lo que me han contado, auque allí haya planes para hacer una especie de DNI, situación que a la mayoría de japoneses les sonaría a anatema si se tuvieran que enfrentar a ella). Sin embargo, los extranjeros estamos siempre obligados bajo la ley de extranjería a llevar el Certificado de Registro de Extranjero, llamado 外国人登録証明書 (Gaikokujin Touroku Shoumeisho), o “Certificate of Alien Registration”, certificado de cuya existencia buena parte de los japoneses no tienen conocimiento alguno en absoluto.

Es aquí donde comienza el doble juego. Primero de todo, no se puede obligar a los japoneses a identificarse, porque oficialmente no tienen ningún documento que acredite su identidad. Sin embargo, si los extranjeros no nos identificamos podemos ser sancionados. ¿Qué criterio sigue la policía entonces para parar a los extranjeros? Pues a simple ojo. Si no tienes los ojos rasgados, te paran, te piden la identificación y si no la tienes quedas a merced de la buena voluntad del policía. Algunos te dejan ir sin más problema, y otros te llevan al cuartelillo por violar las leyes de extranjería que especifican que todos los extranjeros que vivimos en Japón estamos obligados a llevar dicha identificación siempre encima. ¿Pero qué pasa si no eres de raza asiática pero tienes nacionalidad japonesa? En este caso, al pararte el policía por tener pinta de ser de fuera, no hay manera posible de demostrarle que eres japonés a no ser que lleves tu pasaporte encima, porque no existe el DNI. Es decir, que pese a ser tu país, si no llevas contigo el pasaporte cada vez que sales fuera de casa, te arriesgas a que te lleven cada dos por tres al cuartelillo.

Segundo, de acuerdo con la legislación vigente, ningún policía está en derecho de parar a nadie por la calle, interrogarlo y pedirle la identificación. Cito textualmente:

  • 警察官職務執行法 第二条 警察官は、異常な挙動その他周囲の事情から合理的に判 断して何らかの犯罪を犯し、若しくは犯そうとしていると疑うに足りる相当な理由のある者又は既に行われた犯罪について、若しくは犯罪が行われようとしていることに ついて知っていると認められる者を停止させて質問することができる。(Ley de procedimientos policiales. Artículo segundo: Un policía puede parar e interrogar a una persona en caso de detectar un comportamiento anormal en ésta o, si tras analizar racionalmente los factores que la rodean, tiene suficientes motivos para sospechar que está cometiendo algún delito, está a punto de cometerlo o sabe que un crimen va a ser cometido.)
  • 外国人登録法 第十三条 第二項 外国人は、入国審査官、入国警備官(入管法に定 める入国警備官をいう)、警察官、海上保安官その他法務省令で定める国又は地方公共団体の職員がその職務の執行に当たり登録証明書の掲示を求めた場合には、これを提示しなければならない。(Ley del Registro de Extranjeros. Artículo decimotercero, cláusula segunda: Los extranjeros deben presentar su Certificado de Registro de Extranjero en caso de ser requerido por un inspector u oficial de inmigración, un agente de la guardia costera o cualquier oficial o institución pública que haya sido habilitada por el Ministerio de Justicia.)
  • 外国人登録法 第十三条 第三項 前項に規定する職員は、その事務所以外の場所に おいて登録証明書の提示を求める場合には、その身分を示す証票を携帯し、請求があるときは、これを提示しなければならない。(Ley del Registro de Extranjeros. Artículo decimotercero, cláusula tercera: Aquellos agentes públicos que, habilitados por la cláusula anterior, pidan a un individuo su Certificado de Registro de Extranjero, deben llevar consigo un documento que les identifique y mostrarlo en caso de serles requerido.)

Los más escépticos pueden buscar las leyes arriba especificadas y traducirlas o leer aquellos blogs de otros muchos extranjeros que viven en Japón y que dicen lo mismo que nosotros. Mirad los enlaces que tenéis en la columna derecha de este blog, por ejemplo.

Obsérvese que, de acuerdo con la primera ley arriba indicada, ningún policía puede pararte por la calle para interrogarte porque legalmente no está habilitado para ello. Lo único que puede hacer es pedirte que le muestres la Tarjeta de Registro de Extranjero, comprobarla y devolvértela sin poder hacerte las preguntas habituales (qué haces aquí, a dónde vas, etc.); y mucho menos abrirte la mochila y registrarte como a muchos nos ha pasado, a no ser que tenga motivos suficientes para pensar que vas a cometer un delito, lo has cometido o sabes algo sobre un delito que va a ser cometido.

Hecha la ley, hecha la trampa. Muchos de los policías a los cuales les refresco la memoria tras haberme parado, me dicen que ser extranjero es motivo suficiente para ser sospechoso y poderme preguntar todo aquello que les venga en gana, amparándose así en el segundo artículo de la Ley de Procedimientos Policiales.

Pese a eso, aquellos policías que no saben decirme qué es eso tan sospechoso que estoy haciendo para que me paren y me identifiquen, me dicen que siendo extranjero estoy obligado a enseñarles mi identificación. Si bien de acuerdo con el artículo 13 de la Ley del Registro de Extranjeros esto es cierto, la tercera cláusula de dicha ley especifica que no estoy obligado a hacerlo si no me muestran ellos su placa primero en caso de pedírselo. Resumiendo: “Primero tu placa, luego mi carné”. De todos modos la mayoría pasan de todo y casi siempre acabo mostrándoles mi carné por no montar una escena.

Teniendo en cuenta todos estos factores, se puede apreciar fácilmente que los policías en Japón paran a la gente basándose solamente en sus rasgos faciales. Los agentes no suelen parar a gente de raza asiática porque de resultar japoneses no estarían obligados a llevar ningún documento con el cual identificarse, pero al ver a una persona de otra raza tienen cierta tendencia a pedirle el carné e interrogarlo por el simple hecho de ser diferente.

Mucha gente me dirá que en España la policía también es muchas veces racista y que para a cualquier persona que parezca extranjera con objetivo de pedirle los papeles, especialmente a aquellos de etnia árabe (en un sentido amplio). Esto es absolutamente cierto, pero tanto los españoles como los extranjeros estamos obligados a ir identificados, de manera que si una persona de origen magrebí pero de nacionalidad española es cuestionada por la policía, puede mostrar su DNI, demostrar su condición de ciudadano español e irse a su casa tan tranquilo.

Sin embargo aquí el único documento que acredita la condición de una persona como japonés es su cara. Si no la tiene, se le pedirá el Certificado de Registro de Extranjero. Si tampoco lo tiene (porque su nacionalidad es japonesa), se puede ir al cuartelillo de cabeza. Es decir, que a fin de cuentas las leyes están hechas basándose en el paradigma de que toda persona que no parezca japonesa, no lo es. Esto origina problemas como los que explico a continuación:

  • Un amigo, tras obtener la nacionalidad japonesa, pasó horas retenido en una comisaría de policía porque no tenía la tarjeta de extranjero. Pese a decir que era ciudadano japonés, los policías le obligaron a demostrarlo y tuvo que llamar a casa para que su esposa le trajera el pasaporte, el cual tras ser minuciosamente inspeccionado por la policía le fue devuelto, pasado lo cual pudo volver a casa. Pese a legalmente tener los mismos derechos que cualquier otro japonés, ahora tiene que salir a la calle con el pasaporte en el bolsillo para poder demostrarlo ya que, como a cualquier otro extranjero, la policía lo para de vez en cuando.
  • Por uno de esos misterios de la genética, un antiguo alumno mío de padres japoneses, que nunca había salido de Japón, tenía más pinta de hindú que de otra cosa. Al parecer tan poco japonés, la policía lo paraba más de una vez por la calle para pedirle el carné de extranjero y acababa muchas veces en el cuartelillo por el mismo motivo que explico arriba. Este caso es seguramente el que me parece más grave de todos, porque ya no se trata de una persona nacida en otro país y que tras vivir aquí muchos años obtuvo la nacionalidad japonesa, sino de un pobre japonés al que, por desgracia, le tocó ser diferente.
  • Otras personas que conozco, de madre japonesa y padre extranjero (o viceversa), suelen encontrarse exactamente con el mismo problema que explico arriba. Todo depende, claro está, de lo japonés que hayas salido.


Personalmente, y como ya he comentado más extensivamente en otro post, la policía me ha parado a mí y a mis amigos tantas veces por nuestra cara de extranjero, que no soy capaz de recordarlas. Cito por encima algunas de las más destacadas por su incongruencia e insensatez:

  • Me han parado por estar esperando a mi novia en una estación de tren, al parecer porque sospechó el policía que siendo extranjero y estando parado en la estación de Shin-Osaka (que conecta la linea Midosuji de metro y la linea de Kyoto JR con el tren bala) no podía ser otra cosa que un terrorista. Nótese que el simple hecho de estar parado esperando a alguien siendo extranjero, ya te hace sospechoso. A mi alrededor había decenas de personas esperando de la misma manera que lo hacía yo, pero el policía pensó que el único criminal en potencia era yo.
  • Un japonés, drogado a más no poder, apareció un día de lluvia tirado delante de la entrada de la escuela donde trabajo. Al ver que no respondía al llamarle, decidí llamar a la policía porque parecía más bien muerto y que se lo llevaran de ahí, ya que impedía el paso a los alumnos. Al llegar la policía me comienzan a interrogar a mí y me piden mis datos personales, la tarjeta de extranjero, ocupación, dirección y teléfono de mi trabajo (pese a haberles dicho que era allí) y estado civil. ¿A todo esto, se llevan ustedes al drogata éste o qué leches han venido a hacer aquí?
  • Sentado yo dentro del portal de la casa de un amigo mío, hablando con él y otra persona más, sobre las doce de la noche, vino la policía a pedirme el carné de extranjero porque al parecer un vecino había llamado alarmado porque había visto a personas extrañas en la entrada del edificio. Primero de todo, nos dijeron que era muy tarde y que nos fuéramos a casa. No sé con qué derecho, porque en Japón no existe ningún toque de queda, y siendo mayor de edad nadie puede venir a decirme a qué hora tengo que volver a casa. Y segundo, teóricamente eso era nuestra casa, y al ser dentro del portal era propiedad privada y no podían estar dentro sin autorización. Fui yo el que tuvo que recordárselo amablemente, tras lo cual no les quedó más remedio que irse, porque yo llevaba toda la razón. Tampoco les enseñé la tarjeta de extranjero porque teóricamente no podían estar allí.
  • Caminando con R de noche por mi barrio, 3 policías en bicicleta se acercaron a pedirnos la identificación y a preguntarnos qué era lo que estábamos haciendo. Tras decir que estábamos haciendo fotografías del barrio a diafragma abierto para captar mejor la luminosidad, nos dijeron que era muy tarde y que nos fuéramos a casa a dormir. No se qué manía tienen los policías japoneses en decirme que vuelva a mi casa porque es demasiado tarde. Con la edad que tengo creo que soy suficientemente responsable como para tomar esas decisiones por mí mismo.
  • Coelacanth saltándose una barricada policial en Osaka. Su innata habilidad para camuflar sus rasgos le permitió evadir la atención de los agentesCaminando, a punto de dejar la bicicleta delante de un restaurante con un amigo hondureño, en frente de muchos clientes, apareció la policía de detrás de la esquina y nos pidieron las “Alien Cards”. Para los que nunca hayan vivido en Japón, debo apuntar que dichas tarjetas son válidas cinco años, independientemente de la duración del visado que se tenga. En el anverso aparece la información del primer visado obtenido, pero todas las extensiones posteriores solamente vienen reflejadas en el reverso. Hasta ahora no me encontrado todavía ningún policía que haya mirado el reverso de mi tarjeta porque de hecho la piden sin realmente conocerla, y esta vez tampoco fue una excepción. Tras mirar solamente el anverso, el policía nos devolvió la tarjeta, a lo cual se la volví a dar y le dije “Mire, agente. Usted solamente ha mirado el anverso de la tarjeta, según el cual mi visado está caducado y usted debería arrestarme. Pero si se fija usted en el reverso, se dará cuenta de que ha sido prorrogado dos años más.” Digo yo que si no se lo enseñan en el trabajo, alguien se lo tendrá que enseñar.
  • Aunque no es experiencia propia, me gustaría explicar el caso de un amigo español que se casó con una japonesa hace dos años. El padre de su mujer es inspector de policía en Osaka, y al casarse su hija con un extranjero le han prohibido trabajar en casos en los que haya extranjeros implicados, para que no pueda sentir simpatía por éstos.


'Lo malo viene de fuera', mítico póster que demuestra que en Japón se creen que con levantar un puño y meter cara severa, se va a tener más razón. ¿Donde está el garrote?Como viene siendo habitual, habrá muchas personas que me digan que estoy deformando la realidad y que si esto pasa deben ser ejemplos aislados. Para esta gente he tomado la foto de un póster de la policía de Osaka que se encuentra últimamente en muchas estaciones de metro y de tren, así como comisarías de policía. El póster lee: “Lo malo viene de fuera. Tu información ayuda a evitar la entrada de armas y drogas al país.” La alusión a que lo malo lo traemos los extranjeros es más que evidente. Esto es algo que no se ve en Europa desde tiempos del nazismo. Y lo peor de todo es que semejante porquería se imprime con el dinero de los impuestos que pagamos todos.

Tras otras muchas experiencias mi conclusión es que muchas veces la policía te para solamente por incordiar. No comprueban absolutamente nada. Lo hacen solamente por pura inercia: ven a un extranjero, lo paran, le piden la identificación pero no comprueban nada o no saben leerla. Muchos de ellos es la primera vez que la ven. Es la gota que colma el vaso de agua. Se saltan a la torera las leyes parándote, haciéndote preguntas y pidiendo que les enseñes la tarjeta y cuando se la das hacen como si la mirasen y te la devuelven. Ya que me molestan, podrían hacer mejor su trabajo.

Gracias, Coelacanth.

Vamos, en resumen, aquí, como si no fuera suficiente el no tener derechos porque se es extranjero, nos tratan igual de mal que se trata a los magrebíes en España, ni que sea a la manera japonesa que he expuesto al principio (sonrisa y sin gritos). En todo caso, queda claro que ante la policía, si pasa algo cerca de ti y no tienes nada que ver con ello, más te vale no estar cerca del lugar cuando lleguen los agentes, porque directamente se te va a considerar un elemento sospechoso y que hay que vigilar. O si estás solo, de pie, quieto en un lugar, también se te pueden acercar, paranoicos perdidos, para ver que no lleves una ristra de salchichas Purlom embutidas de dinamita en la cintura, con un detonador dispuesto para inmolarte y llevarte por delante a cuanta gente puedas (vamos, anda qué, un terrorista va a estar andando a plena luz del día por zonas transitadas, ahí de pie; me gustaría saber más de matemáticas, estadística y riesgo para poder calcular las probabilidades de que algo así suceda precisamente en este país).

Obviamente, no siempre tiene que pasar así, y ya en algún post anterior hay gente que ha explicado que no se ha sentido indefensa ante la policía. Me alegro mucho por esa gente, pero a lo que me refiero es que en este país, muchas veces el color de tu piel va a ser tratado como una marca de culpabilidad y, o bien el policía atrapa in fraganti al agresor o culpable, o vas a tener que aguantar preguntas. Vamos, a veces parece que se piensen que no tenemos nada mejor que hacer en Japón que aumentar el ya de por sí creciente índice de criminalidad (alimentado, seamos realistas, más por japoneses que por extranjeros; vamos, ahora resultará que, por ejemplo, el auge de los delitos de adolescentes es por culpa de los de fuera, ni que en la televisión hagan programas para jóvenes sobre los peligros de la noche, y en vez de preguntar a los jóvenes del plató “¿cuantas veces te han ofrecido droga?”, les pregunten “¿cuantas veces un extranjero te ha ofrecido droga?”). Ciertamente, aquí uno se siente de la misma manera que un buen musulmán que va a ganarse la vida honradamente a España, y se da cuenta de lo chungo que es estar viviendo en un lugar donde te van a tratar como mierda por el color de tu piel y por tus genes, y no se te juzgará por tus actos como individuo. Todo esto que estamos viviendo aquí, a nosotros nos sensibiliza más con el problema de la discriminación racial en nuestro país de origen, conducta que consideramos injustificable y repugnante, propia de necios que no han salido de su microcosmos mental y físico y que no tienen ni idea de lo que es que te tachen de criminal cuando no has hecho nada.

A todo esto, me hago una pregunta yo: ¿acaso no son suficientes las draconianas medidas que toma Japón en materia de inmigración para evitar que entren criminales? No se si los lectores saben que a partir de pronto se registrarán las huellas digitales de todos los extranjeros que entren en Japón, ya vengan de turistas o lleven residiendo legalmente 8 años aquí.

Hazte agente, te harás un hartón de subir y bajar escaleras.Si bien he conocido a gente extranjera aquí que es carne de presidio, lo que no se puede hacer es hacer pagar a justos por pecadores. Si no son capaces de hacer bien su trabajo (tema ya muy tratado en el blog; es nuestra convicción el que en Japón la mayoría de gente no sabe hacer adecuadamente su trabajo; como en tantos lugares, en todo caso), que mejoren. Ya me dirán cómo quieren que la delincuencia baje si los agentes que tienen en la mayoría de comisarías de barrio (Koban) no darían miedo ni a un niño de cinco años. Por no decir que la policía aquí, con los mafiosos, es mansa, muuuuuuy maaaaaaansa, buenooooo. Como para tener, para poner un ejemplo, la central de un clan mafioso a 2 manzanas cruzando la calle desde la comisaría, y no ir a detenerlos a todos por miedo a recibir. Uy. Pupita. Mamá. Y teniendo el edificio de los mafiosos a menos de 50 metros vienen a pedirme a mí la documentación, porque es lo más sencillo. Si es que cuando no se quieren hacer las cosas bien, ciertamente, no se hacen. Me recuerda al chiste ese del borracho buscando las llaves de noche bajo la farola. Supongo que lo sabréis, y si no, ya tenéis deberes para mañana :D

El tema de la inmigración en sí es otro que también déjalo ir. A los agentes de inmigración no se les deja hablar fuera de su trabajo de los detalles éste. Por algo será. Y ya no digo la actitud que profesan estos sujetos hacia todo lo que viene de fuera: para mí estos agentes son la chusma más chusquera de la policía japonesa, los que tienen más mala folla. Hará un par de años estuve en una charla organizada por Amnistía Internacional (para mí, ese grupo de jóvenes son los japoneses que más respeto me merecen de este país, porque son casi los únicos que se dedican a criticar los problemas del país siendo japoneses) con refugiados (3 afganos, 1 vietnamita) que tuvieron que huir de su país porque allí los mataban por disputas étnicas (y a los que sin duda matarían en caso de deportarlos a sus países de origen), y dando vueltas, acabaron en Japón. Triste y desgarradora historia fue lo que me contaron y lo que entendí mirándoles a los ojos. Triste es también este informe de AI del año 1997. Es algo viejo, pero la situación es perfectamente extrapolable al momento presente y no es en absoluto distinta a la me describieron los refugiados que he dicho arriba. Por cierto, un agradecimiento al blog Sandía Weblog, de donde hemos sacado estos links de AI. Un saludo y gracias por la referencia.

De hecho, es irrisorio el número de casos en los que Japón acepta a refugiados (cantidad totalmente residual, que rondará los 3 por año, hecho que viene denuciando la ONU durante largo tiempo), comparado con cualquier otro país civilizado (miles a decenas de miles). Vamos, que si los matan en su país, que se jodan, pensarán. Actitud mezquina a más no poder. Por favor... que somos todos humanos (aunque un profesor japonés, comunista a matar, por cierto, que tuve el año pasado, nos contaba la diferencia entre la mentalidad japonesa y la china, por ejemplo, y la japonesa se resume en un punto: solo les importa lo que les ataña a ellos o a su círculo de allegados directamente, y el resto del mundo, como si revienta; de hecho muchos japoneses no suelen considerar que formen parte del mundo, mentalmente, sino que son un lugar a parte).

Bueno, de este grupo de refugiados, a los que habían soltado tras pasar sus añitos en las cárceles especiales para inmigrantes que suele haber cerca de los aeropuertos, había un par que lo llevaban bien. Uno de ellos no quería hablar mucho de ello, pero en la mirada se le notaba lo que había sufrido tanto en Afganistán como en Japón. Y uno de ellos, afgano, pero pinta de árabe, nada, no lo habríais distinguido de un occidental (he visto a británicos más morenos), estaba hecho mierda. Y lo digo en serio: mirada perdida en el horizonte, miraba a cada japonés como si fuera a recibir una tortura, y al poco de la charla se fue porque estaba poniéndose mal (“he was freaking out”, que dirían los yankis). Me chocó muchísimo. Sobre todo saber que ese hombre se había intentado suicidar en la cárcel esa tragándose hierros. Vamos, las torturas físicas y psicológicas a las que sometían a los presos allí, sin llegar al nivel de Abu Ghraib o Guantánamo (ni mucho menos, por lo que se, pero a saber, todo llegará, aquí y en otros lugares; o al menos eso me contaron, supongo que lo peor se lo callarían), te demostraban que por lo referente a derechos humanos, Japón se sitúa a la par de Rusia, por poner un ejemplo. Esa es otra, porque se supone que Japón ha firmado la carta de derechos humanos, y todos los tratados internacionales sobre refugiados, pero se saltan lo que firmaron a la torera, y lo aplican como les da la gana. Vamos, un caso más de lo que ya comenté en los artículos de “La excepción genético-cultural 3”: tienen pánico a que se les ensucie la especie. Entiendo esa actitud, porque Japón es un país que no ha permitido por lo general nuca más de una etnia en su territorio, y cuando la ha habido, la han masacrado o reducido a reservas (como los Ainu), así que para ellos es normal ver una sociedad uniforme, de la manera en que hace 20 años en España no se veían casi personas de raza negra ni magrebíes. En todo caso no me parece justificable. Se supone que la ley y el derecho te protegen de discriminaciones así, o deberían protegerte. Pero aquí, no.

Bueno, tooooooodo esto viene porque quiero hacer reflexionar a la gente sobre este tema, ya sea la gente que está en España, viviendo el drama de la inmigración día a día, o la gente que está aquí, o la gente que quiere venir. El tema central es, pues, que aquí somos ciudadanos de tercera, la sociedad nos va a ver como delincuentes, y no nos acepta, sino que como muchísimo, nos tolera. Todo esfuerzo de integración te dará beneficios en muchos sentidos, pero no te dará ninguno en relación a que se te de el beneficio (sic) de la presunción de inocencia, como se les da a los japoneses. Véase la página de Arudou Debito para más información respecto a cómo ni siquiera teniendo su nacionalidad, te llegarán a tratar como a un ser normal. Vamos, que quien quiera venir aquí, que sea asumiendo que le da igual que le traten como un ser de tercera categoría, que siempre vivirá apartado de la sociedad y de buena parte de lo que se le permite legalmente a los japoneses. Quien espere un trato decente de igual a igual, con un respeto que vaya más allá de las simples formalidades, que sepa que esto no lo encontrará aquí, si se plantea venirse a vivir a este país. Como con todo, al final es cuestión de las prioridades que uno tenga en la vida, pero ciertamente, al cabo de un tiempo, cuando eres más de aquí que de España, porque en España no te queda casi nada, y tienes tu vida montada aquí, mosquea mucho que se te siga tratando como un elemento potencialmente peligroso.

Los que leéis el blog con más o menos asiduidad, habréis visto en otros posts varios links a noticias de la BBC. Hablan por sí solos. En esta línea, querría expandir un poco más el tema de la mentalidad mayoritaria de los japoneses respecto a los extranjeros con un post más de X, del blog “Quitapenas”, respecto al gobernador de Tokyo, personaje despreciable como pocos. El post habla por sí solo, así que me abstengo de comentarlo extensivamente aquí, porque mi opinión coincide 100% con la del creador de ese artículo:

http://blogs.ya.com/quitapenas/200604.htm#35 .

Sólo comentar que, visto lo visto aquí, en el día a día, no me extraña que haya tanta gente que vote a este auténtico enano mental, lo que me da a pensar que en este país quedan millones y millones de filonazis filoimperialistas racistas de la peor calaña que, para colmo, no se dan cuenta de ello, y consideran todo esto como algo normal y, atención, necesario.

Para terminar, una reflexión: me pregunto qué pasaría un hipotético día en que, de tanto tocar los webos a los extranjeros, se fueran todos, pero el crimen siguiera subiendo en un país con sólo japoneses. ¿Qué se sacarían de la manga luego para justificar la situación? Creo que seguirían metiendo la cabeza bajo el ala y seguirían pensando lo mismo. En el fondo, si la delincuencia crece es porque la sociedad, tal como se ha conocido hasta ahora, en este país, se desmorona: colapso de la familia, colapso del sistema educativo, colapso económico, etc. Si la culpa de todos los males fuera el extranjero, el mundo sería muy sencillo: cada uno en su casa. Como si eso fuera a servir de algo, en todo caso.

miércoles, octubre 11, 2006

¿Humanos o máquinas?

Hombre durmiendo a lo profesional en un vagón de metro sin importarle lo más mínimo lo que pueda pensar la gente de él.Como he dicho alguna otra vez, tengo problemas para dormir. Esto me pone especialmente de mal humor porque hasta ahora he ayudado a gente a superarlo mediante sesiones de hipnosis, y la única persona que no puedo ayudar es a mi mismo. Mi problema se ve agravado por culpa de la actitud que las instituciones tienen al respecto, con una legislación extremamente permisiva que favorece la productividad de empresas privadas, especialmente las de construcción de carreteras, que tienen vía libre para hacer obras las 24 horas del día en cualquier parte.

A pesar de que en este blog intentamos denunciar muchos de los puntos negros que tiene el país, voy a tener que hacer una excepción para decir algo bueno: pese a haber aumentado drásticamente el índice de criminalidad, sigue siendo irrisorio comparado con España y otros tantos países. Por ejemplo, para pagar la matrícula y las clases de la universidad a la que iba, he llegado a llevar más de un millón de yenes en el bolsillo, unos 6700 euros al cambio. Si hiciera eso en España, casi no podría salir a la calle del miedo que me daría. Aquí lo puedo hacer con toda la tranquilidad del mundo, y es precisamente una de las cosas que más me atraen del país y uno de los principales motivos por los que continuo en él.

Japoneses en estado vegetativo después de un largo día de trabajo. Los menos afortunados acaban durmiendo en la oficina.Como bien ha comentado R en un comentario referente a un post publicado anteriormente, parece que los japoneses hayan desarrollado una habilidad especial para dormir en cualquier parte, de cualquier manera y cualquiera que sean las condiciones lumínicas del entorno. La sensación de seguridad general que he explicado arriba contribuye en gran parte a esto, y da lugar a situaciones de lo más variopintas. Hoy, por ejemplo, sentado en el tren en dirección al trabajo, de las siete personas que había sentadas en el banco de enfrente, seis estaban dormidas.

Encuentro normal que algo así pueda ocurrir de noche, porque el trabajo acaba con las fuerzas de uno. Lo que encuentro menos normal es que pase en cualquier momento del día. Esto deja en evidencia la falta de sueño que sufre Japón.

Cuando después de la segunda guerra se dio prioridad total al trabajo para reconstruir el país, se dejaron de lado aspectos muy importantes como la educación a nivel familiar, y las empresas, de una manera sutil e indirecta, comenzaron a sacrificar, entre otras cosas, las horas de sueño de sus empleados.

Me sorprende ver como en Japón, ya no solamente con las horas de sueño, parece que se ignore por completo que los humanos, físicamente, tenemos unos límites bien sean físicos o psíquicos, y cuando éstos se sobrepasan las cosas no van como deberían ir.

Aunque parezca lo contrario, estos trabajadores no vuelven de la oficina sino de ver una película de Pedro AlmodóvarEn las empresas japonesas el descanso de las personas es algo que no tiene la más mínima importancia. Muchas empresas piden a sus empleados que trabajen hasta altas horas de la noche para volver a estar en el puesto de trabajo listo para otra jornada laboral el siguiente día a primera hora de la mañana. Otras piden a los trabajadores que se queden a dormir en la misma oficina para acabar el trabajo, y algunas otras establecen unos horarios en los que se permite a los empleados dormir solamente dos horas dependiendo del día de trabajo. Paso a explicar algunos de los casos concretos con los que me he encontrado:

  • Un antiguo alumno que trabajaba como funcionario para el ministerio de economía, fue destinado de Osaka a Tokyo justo antes de casarse. Pese al palo de tener que vivir separado de su mujer desde el mismo momento en que se casaron, me comentaba por e-mail como todos los días tenía que estar en la oficina a las nueve y tenía que volver en taxi por la noche a casa ya que lo hacía mucho más tarde de la salida del último tren. La mayoría de veces llegaba a las 2 de la madrugada y se tenía que levantar el día siguiente a las 7 para estar de nuevo en la oficina para trabajar a primera hora de la mañana. A día de hoy ha pasado casi año y medio y la situación no ha cambiado en absoluto, por lo que me comenta que seguramente la situación se prolongará hasta el próximo mes de abril, en el que volverá a ser destinado a las oficinas de Osaka.
  • Una amiga mía trabajaba para JR Tokai Passengers, que es la compañía que explota comercialmente los vagones del tren bala pasando el carrito y vendiendo bebidas. El trayecto que cubría era el de Tokyo-Osaka, que dura de dos horas y media a tres horas dependiendo del tipo de tren que se utilice. Viviendo en Osaka, tres o más veces por semana le tocaba realizar el trayecto 3 veces: Osaka-Tokyo-Osaka-Tokyo. Si ese día, por ejemplo, entraba a trabajar a las 2 de la tarde, acababa la jornada laboral sobre las 12 de la noche o más tarde en la estación de Tokyo. Después de ingresar la recaudación en la oficina, tenía que subir a un autobús de JR que la llevaba al dormitorio de la compañía, donde llegaba sobre la una de la madrugada. Al día siguiente tenía que cubrir uno de los primeros trenes que salían para Osaka, a eso de las 6 de la mañana, por lo que tenía que estar en las oficinas lista a las 5. Eso implicaba levantarse a las 3 y media. Descontando el tiempo de aseo personal necesario por la noche y la mañana al levantarse, el tiempo que podía dormir ella y sus compañeras de trabajo era de aproximadamente 2 horas. Lo que más gracia me hace del asunto es que luego se les exigía el 100% en el siguiente día de trabajo. Algunas compañeras se llegaban a desmayar y tirar el café encima de los clientes. Pero como para JR eso demostraba ineficiencia en el trabajo, las que se desmayaban eran abroncadas y despedidas una detrás de otra.
  • Los conductores de JR se ven sujetos a los mismos horarios que el resto de empleados. Ya no estoy hablando solamente de JR Tokai, sino también de JR West y JR East. No es de extrañar que los conductores que se encargan de conducir los primeros trenes de la mañana hayan trabajado hasta altas horas de la noche y dormido solamente 2 horas en los dormitorios de la compañía. He visto varios reportajes al respeto de conductores diciendo que no estaban preparados para ser responsables de las vidas de cientos de personas después de haber dormido solamente dos horas. Por temor a represalias por parte de la empresa, estos conductores siempre aparecían por televisión con un mosaico en la cara y con la voz distorsionada.
  • Otra alumna mía, que trabaja en una empresa de publicidad, se veía obligada a dormir muchas veces en la compañía, sin ducharse ni poder asearse. A veces la situación se llegaba a repetir dos días seguidos, sin poder siquiera cambiarse de ropa. Muchas veces le pregunté por qué no se quejaba a la dirección, pero me respondía que eso funcionaba así, y que si no lo hacía la echaban fuera y pillaban a otra persona.
  • H.I.S., conocida empresa de viajes, y que últimamente nos cobra un plus de más de 20.000 yenes a los extranjeros por la cara, tiene a sus empleados trabajando en jornadas laborables que muchas veces van desde las 8 de la mañana hasta las 10 de la noche, situación que se acentúa en temporada alta. Tengo dos amigas que trabajan en dicha compañía, y es espectacular ver las ojeras que les han salido después de más de cinco años en la empresa. Un amigo mío fue a una entrevista para una filial, y le dijeron que al principio estaría trabajando de 9 a 8 por solamente 160.000 yenes, de los cuales luego se tenían que deducir los impuestos, la seguridad social y la jubilación.

Me parece muy grave que las empresas no sepan ver por si solas que reducir las horas de sueño de sus empleados hasta límites que rozan la tortura repercute directamente sobre el rendimiento de éstos, aumenta considerablemente el riesgo de accidentes laborales y no resulta más que contraproducente.

Recordemos que si todo esto se puede hacer, es porque es completamente legal. Si bien es verdad que existe una legislación al respecto, no es más que un mero farol para que parezca que se hace algo para regular el trabajo como en cualquier otro país que se considere a sí mismo civilizado.

A diferencia de las máquinas, cuyos límites están regidos solamente por factores físicos, las personas estamos también condicionadas por factores psicológicos. Estos factores, como el estado de ánimo, el stress y la presión que el entorno que nos rodea genera sobre nosotros, están relacionados entre sí, de manera que la alteración de uno de ellos influye en el resto y puede llegar a condicionar aspectos que van desde el apetito hasta nuestra capacidad para tomar decisiones.

Constantemente pienso que en Japón se ignora la diferencia que existe entras las máquinas y las personas. Se nos niega la condición de humanos y se nos exigen unos resultados perfectos sin tener en cuenta factores como la presión o privación del sueño. Cualquier enfermedad psicológica no es reconocida y el trabajador tiene que cargar con ella sin poder pedir la baja laboral para seguir un tratamiento médico adecuado como pasaría en cualquier país europeo. Muchas empresas no solamente ignoran estos factores, si no que además se encargan de empeorarlos, torturando psicológicamente a sus empleados para que cumplan a rajatabla con unos requisitos irrealistas que ni una máquina podría llevar a cabo.

Trabajadores de JR manifestándose en contra de la tortura psicológica en el trabajo. La pancarta lee: JR West, respeta la seguridad. Eliminad la re-educación laboral.Pongamos por ejemplo Japan Rail, considerada la compañía ferroviaria con los índices de puntualidad más altos del mundo. Se comenta a menudo que la mejor manera de poner un reloj en hora es hacerlo cuando llega el tren. Salvo al típico notas que se tira a la vía para suicidarse y algún que otro incidente puntual, la compañía mantiene una rigidez de horarios impecable. Si bien desde el punto de vista del usuario es un sistema útil y perfecto, poca gente sabe que el precio lo pagan los trabajadores de ésta compañía. A éstos se les exige una puntualidad en intervalos de cinco segundos. Es decir, que llegar cinco segundos tarde se considera como retraso. El lector puede pensar que para cumplir con tales horarios los trenes están equipados con un sistema informático de última generación que dejaría en paños menores a cualquier tren español. Pero la realidad es bien distinta: todo de lo que disponen es de una palanca para acelerar y de un freno. Nada más. El complejo sistema informático es la cabeza del maquinista. Si por un fallo de éste el tren llega tarde o se pasa algunos metros del punto donde tiene que parar el tren, el pobre hombre es sometido a algo que llaman nikkin kyouiku (日勤教育) que traducido sería algo como “re-educación laboral” pero que a vistas de cualquier persona en sus sanos cauces se llamaría tortura psicológica. Ésta normalmente se prolonga durante 15 días durante los cuales se aparta al conductor expedientado de su puesto de trabajo y se le somete a castigos físicos, psicológicos y económicos. Por ejemplo, se le obliga a realizar tareas como recoger malas hierbas de las vías, ponerse de pie en la estación diciendo “Soy un trabajador pésimo. Por mi culpa tal tren se ha retrasado tantos minutos” o mi preferida: sentarse delante de la mesa del jefe 8 horas diarias a escribir una redacción por hora con temas asignados por éste. Entre los que he tenido el privilegio de ver se encontraban temas tan relacionados con el mundo ferroviario como “por qué soy escoria” o “qué le pasará a mi familia si me echan del trabajo”. La presión llega a ser tal que algunos trabajadores se han acabado suicidando porque no han sido capaces de soportar la situación, y aun habiendo grabaciones y pruebas que demuestran la crueldad con la que éstos son tratados, todos los intentos de llevar el caso a juicio han sido desestimados por los tribunales.

Tras este periodo se devuelve al conductor a su puesto habitual. Habiéndosele ya bajado el salario y estando amenazado de despido, se le vuelve a pedir precisión milimétrica en su trabajo. Toda esta presión a la cual es sometido afecta a su capacidad de reacción y pensamiento, y es normal que a la más mínima se ponga más nervioso que un flan, no pueda ver un metro más allá de sus ojos y cometa sistemática un fallo tras otro. De ser una oficina las consecuencias serían males menores, pero en el caso de trenes se está jugando con cientos de vidas humanas.

Imagen del descarrilamiento de Amagasaki. Los primeros dos vagones quedaron reducidos a menos de una tercera parte de su tamaño original.El 25 de abril de 2005, un tren de la línea Fukuchiyama cargado con cientos de personas que iban a sus puestos de trabajo descarriló a las 9 horas y 18 minutos en una curva, estrellándose contra un edificio y matando a 107 personas, entre ellas el conductor. Al parecer éste, tras cometer dos errores en las primeras estaciones de la línea, aceleró el tren hasta el límite para recuperar el tiempo perdido y acabó descarrilando. Luego se esclareció que por culpa de los horarios que establecía JR, el conductor casi no había podido dormir la noche anterior, y que había pasado recientemente por el periodo de “re-educación laboral” arriba comentado. La empresa negó que esta educación ejerciera ningún efecto negativo en sus empleados y señaló al conductor y a la falta de sistema automático de frenado (ATS-P) como únicos responsables del accidente. Sin embargo, la unión de trabajadores de ferrocarriles japoneses (JRU) no piensa lo mismo.

En Japón ninguna excusa es buena para faltar al trabajo. No solamente se niega toda importancia a cualquier problema psicológico o neurológico, sino que cosas tan evidentes como la fiebre no son suficientes para quedarte en casa reposando. Si en Europa uno se pone enfermo y va al médico, puede obtener una baja laboral que lo exime de sus obligaciones laborales y le permite quedarse en casa durante un tiempo determinado durante el cual no puede ser despedido y sigue percibiendo su salario. En Japón la baja laboral no existe. En caso de estar uno enfermo lo que diga el médico no importa lo más mínimo. La última palabra la tiene siempre la empresa, que dependiendo de como vayan de trabajo, deja al enfermo quedarse en casa o le obliga a ir a trabajar. Me gustaría comentar por encima algunos de los casos con los que me he encontrado en estos últimos años.

  • Me han obligado a trabajar en más de una ocasión con más de 39 grados de fiebre. Pese a comentarle a mi jefe que casi no podía ni caminar y que me dolía mucho la cabeza, su respuesta fue concisa: “Tómate medicinas y ven al trabajo”
  • En otra ocasión, pese a tener nauseas y andar vomitando cada pocas horas, me hicieron ir al trabajo para dar clases de español a unos alumnos que, de juzgar por su cara, lo estaban pasando peor que yo al verme. Después de clase me arrepentí de no haberles vomitado encima para que mi jefe se diera cuenta de los inconvenientes que conlleva hacer ir a trabajar en ese estado a una persona.
  • En mi universidad no me dejaron cambiar mis clases de los horarios de la mañana por los de la tarde pese a tener un parte del médico que demostraba que padecía insomnio y me era imposible domir hasta pasadas las 6 de la madrugada. La persona responsablé me abroncó al intentarlo y me dijo que “en esta sociedad no sirven las excusas como esa”. Su actitud no me sorprende teniendo en cuenta que de lo único que sirve la universidad en este país es para filtrar aquellas personas que harán cualquier cosa que les pida la empresa, y las que no.
  • Un gran amigo mío que pese a ser japonés llega 2 horas tarde de media a cualquier cita, fue obligado a ir a trabajar al siguiente día de haber sido operado de apendicitis. Siendo tan cachondo como es, todavía guarda la camisa con las manchas de sangre como si de un hito personal se tratase.
  • En la mayoría de empresas, los días que te quedas en casa por estar enfermo te los descuentan de los días que te corresponden de vacaciones al año, que ya de por sí son pocos. Es por esto que mucha gente decide no ir al médico, automedicarse e ir a trabajar pase lo que pase. Así como en España se intenta concienciar a las personas para que no se automediquen, en Japón he visto anuncios por televisión que invitan abiertamente a lo contrario con slogans tan chocantes como “Para ti, que no puedes faltar al trabajo. Medícate tú mismo”. Esto se permite también porque la mayoría de ingresos que tienen las empresas farmacéuticas japonesas vienen de medicamentos que no precisan prescripción médica para ser comprados.

Para aquellos que no hayan leído este blog exhaustivamente o hayan venido a parar a este post directamente desde algún enlace externo, destaco que en Japón encontrar trabajo a partir de los 30 es una tarea prácticamente imposible. Es por esto que los trabajadores se convierten en esclavos de sus empresas y están obligados a hacer todo lo que se les pida y a aguantar con todo lo que venga si no quieren verse sin trabajo hasta el dia de su muerte. No hay lugar para quejas, y aunque lo hubiera nadie se quejaría: los sindicatos no existen tal y como se conocen en Europa. La precisión y puntualidad en el trabajo que siempre han caracterizado a las empresas japonesas tienen un precio, y ese lo pagamos todos.

Después de analizar la situación queda en evidencia que en Japón los trabajadores carecen de todo tipo de derechos y son tratados de todo menos de lo que son: personas humanas. Legalmente pueden ser obligados a someterse a jornadas laborales de más de 16 horas y a trabajar en pésimas condiciones físicas, psicológicas, privados de sueño, sin descanso para comer y enfermos. Y pese a estar científicamente demostrado desde hace muchísimo tiempo que todos estos factores repercuten en la productividad y son el origen de numerosos accidentes laborales, se les sigue exigiendo que rindan de la misma manera que lo harían en condiciones óptimas. Lo único que los diferencia de las máquinas es que éstas necesitan mantenimiento.

Las personas no.

miércoles, octubre 04, 2006

¿Orden porque sí, o orden en el desorden?

Hablando hoy con mi profesora sobre algo que le ha pasado, que seguidamente os comentaré, me ha venido a la cabeza una reflexión a hacer respecto a este país y esta sociedad. Como tantas cosas, el tema que trataré no es intrínsecamente malo, sino que tiene doble filo, según cómo lo mires o cómo te afecte.

Me comentaba hoy mi profesora un detalle sobre el que hasta ahora había reflexionado tan solo de forma superficial. La cosa va como sigue, pues:

De cintura para abajo, todos igualesElla tiene tres hijos pequeños (la mayor, 3 años y poco), y los ha apuntado a natación para niños pequeños para que aprendan a nadar un poco, en un sitio para gente normal (nada de piscinas y centros elitistas para los 4 gatos pijos del vecindario). Como es normal, ella ya tiene para sus hijos los suficientes bañadores, por poner un ejemplo. Cada verano, siempre que han podido, han montado en la terraza de su casa una piscinita pequeña inflable, de esas que todos usamos de pequeños.

Bien, su sorpresa e indignación contenida posterior han venido por un hecho que en cierta manera sorprende y en cierta manera, cuando acabas conociendo a los japoneses, te lo esperas. En el centro de natación ese, van y le dicen que los niños no pueden ir con su propio bañador, sino que están obligados a ir con los bañadores oficiales (que obviamente hay que cambiar cada año, porque los críos crecen). Lo mismo le han dicho con la bolsa de deporte, cuando ella tiene unas cuantas que se ha comprado o le han regalado, y que de por sí valen dinero, y no es plan ahora que te digan que las tienes que tirar porque todos en la academia de natación tienen que ir uniformados igual y con la misma bolsa, así dando imagen de uniformidad e higiene.

Jo, tío, cómo mola ir a la moda tío, todos iguales, y pagando, tío, qué fuerte.A parte de lo que ha tenido que pagar para inscribir a los niños (unos 250 euros), ahora le dicen que se tiene que gastar, aun teniendo ella de mejores, como 60 euros por todo ello, bolsa y similares. Me dice que lo que le sorprende es que en un sitio para gente trabajadora, te fuercen a hacer esos gastos. En su opinión, con eso, lo que consiguen es que la gente no lo pueda pagar, y al final los padres no apunten a sus hijos a los cursillos.

Yo pienso que esto puede que venga porque algún directivo de la academia (pues en Japón, como he comentado ya más de una vez, la cadena de mando es siempre vertical, unidireccional y hacia abajo). El señor, en un alarde de previsión, que me parece bueno, habrá considerado que habrá muchas madres a las que les irá mejor poder adquirir la bolsa y el bañador de los nenes en el mismo centro. Y vamos, de ahí a obligar a todos a ir igual, hay un paso. ¿Y para que? ¿Qué sacan de tener a todos uniformados tan pequeños? Vamos, no se van a perder por la piscina. Incluso creo que si van con bañadores distintos, es más fácil de distinguir el uno del otro. Pero, ¿a caso es eso lo que quieren?

Ahí es cuando me viene un tema que hemos tratado por encima: en Japón la uniformización (tanto en sentido de todo estandarizado, como el de todo el mundo con un uniforme que le sitúe en la clase social, franja de edad o trabajo correspondiente) es algo pervasivo. Alcanza demasiados estratos de la sociedad.

Par de mangurrianes occidentales vestidos con el vestido típico japonés en el carnaval de su barrio. Nótese la sonrisa de felicidad.Pensémoslo bien: la única etapa en la vida de un japonés en la que realmente tienen libertad de poder vestirse como les da la gana, son los 4 años de carrera universitaria. Cuando son bebés, ya veis, si lo llevas a según que guarderías (hay unas cuantas ahora que ya imponen el uniforme a partir de los 2 años), uniformado. En la escuela primaria (6-12 años), no suele normal llevar uniforme, pero sí que suele ser normal que se fuercen algunos complementos por parte del colegio (la mochila, en especial, aunque cosas así nos pasaron a todos de pequeños, con el uniforme de gimnasia del cole). Una vez entran en secundaria, y luego en bachillerato, la uniformización es obligatoria (creo que por ley, aunque cada centro dicta la estética) salvo en los muy escasos colegios que decidan llevar otro tipo de educación más liberal. El uniforme de colegio en japón, en el caso de los niños, suele ser o bien en plan garrulo militaroide de la época Taisho, o en plan traje con corbata en plan adulto; en el caso de las chicas, el uniforme va desde el estilo más monjil, hasta uniformes con una falda que es demasiado fácil convertir, digamos, en cinturón. Un colegial en Japón siempre va uniformado, y es en cierta manera como llevar un cartel diciendo “soy menor”. En cierta manera es bueno, porque así cualquier tendero sabe que no debe venderle artículos para adultos, porque por el hecho de llevar esa ropa se está identificando como menor.

Lo último en moda es uniformar los maniquíesSi bien me consta que a muchos japoneses les repatea el hígado a sobremanera que les hayan hecho vestir uniforme durante muchos años, también parece que muchos lo asumen como la vestimenta propia de su, llamémosle, “tríbu urbana” (los colegiales, y en especial, las chicas, muchas de las cuales van toda la semana con el uniforme del colegio, a veces en plan zorrón total).

Jamelga con licenciatura, preparada para servir cafés y hacer fotocopiasLuego pensamos en la etapa post-universitaria: en caso de ser hombre, se pasarán el resto de su vida, de lunes a sábado (pues muchos padres de familia pasan ese día con los compañeros de trabajo) entrajado, en plan “salary-man”. Las mujeres que, tras ir a la universidad, pasen unos años trabajando de OL (Office Lady), también irán con un uniforme (se las ve de una hora lejos, la verdad), hasta que se casen y vayan con la ropa que les salga del papo por casa. En caso de no haber tenido un trabajo al que hayan accedido por vía universitaria, igualmente, en la tienda donde trabajen, puede que también tengan que llevar su uniforme.

Pensemos, pues, en la necesidad o no, y los beneficios o no de llevar uniforme: Japón es país igualitario, y uniformizador. A la gente aquí le gusta hacer lo que hacen los demás, en grupo, y si puede ser haciendo lo mismo, mejor. Si bien hay mucho individualista y crítico, la masa de gente no se cuestiona nada de lo que nos incumbe ahora. ¿Qué hay de malo en ir cada uno a su manera, en un ambiente controlado en el que no haga falta que todos vayan igual? A veces los japoneses te van a contestar respecto a esto que “ir todos iguales da imagen de orden, de higiene, de estabilidad”. ¿La realidad es así? Yo creo que no.

El paalo del doloooor !!! EEEEL DOLOOOOR ! Esto es lo que te espera si te apartas un micrómetro de la línea establecida.En el fondo, obviamente, vuelve a estar lo mismo de siempre, algo que por lo visto pasa en Asia en general: la negación del individuo, la individualidad, y la diferencia, en pro del colectivo y la uniformidad. Si bien de grupillos con su propia vestimenta en Europa vamos más que servidos, al menos no es algo impuesto de forma global desde los estratos de poder. A veces me da la impresión de que en Japón son tan maníacos del control que no puedan asumir que la gente vaya a su olla, vista a su olla, piense lo que quiera, y se plantee si las normas tienen sentido o no. De ahí que no me extrañe ver a gente, de tanto en tanto, que para ir al contrario de todas estas normas sociales escritas y no escritas, vayan como auténticos fantoches (eso sí, el alarde de originalidad no se lo niego, pues es encomiable).

Volviendo, pues, al tema inicial: ¿qué necesidad REAL, basada en hechos, hay de forzar a críos a ir todos iguales? Obviamente eso es algo muy anclado en la mentalidad de aquí, y no cambiará, pero como ya he comentado, cuando estas cosas acaban afectando a uno, entonces te cuestionas el sentido que tiene todo. Digo yo, si tanto quieren en el centro de natación ese que los críos vayan todos vestidos de la misma manera, y con la misma bolsa, ¿por qué no regalan ellos esas bolsas? Ya basta de hacer negocio, apoyándose en que la gente aquí nunca se cuestiona las reglas impuestas desde arriba. En serio, son esos detalles de tiquismiquis que tienen aquí, los que acaban mosqueando.

Pensadlo así, pues a muchos de vosotros os pasará: hay gente que no ordena las cosas en su cuarto o su casa, de una forma perfecta, al milímetro, o no las ordena en absoluto, y en cambio, cuando necesita algo, lo encuentra siempre, porque tiene su propio orden, su manera de hacer las cosas, que es la más eficiente, y la más cómoda, así como económica mental y materialmente. A la gente así, cuando alguien les entra en el cuarto (entiéndase “madre”) y les “ordena” los trastos, les da el cabreo, porque entonces, ni que quede muy bonito, ese orden no les sirve. Ya se que el salto en la analogía es algo grande, pero a lo que me refiero es que el orden, la estabilidad presuntamente objetiva (la objetividad no existe, es puro arbitrio, en el fondo) no siempre son la mejor solución para hacer las cosas. A mí personalmente, no conseguirán hacerme ir a trabajar con traje y corbata: me dan auténtico repelús, sólo me he puesto uno dos veces en mi vida. Y no lo llevo porque he considerado que no saco ningún beneficio de llevarlo que realmente compense la molestia (el tirar por la investigación me permitirá básicamente ir toda mi vida con jerséis y camisetas). ¿Hacen esa reflexión en Japón? No. También es porque las circunstancias de muchos no les permitirán elegir, cierto, pero yo me siento mucho más a gusto eligiendo lo que me pongo, que yendo igual que el resto de gente. Igualar a todos acaba siendo lo mismo que chafar las individualidades (de nuevo, el refrán “Deru kugi ga utareru”, el clavo que sobresale recibe un rijostio), y eso, sinceramente, va contra mi manera de ser; y en especial, va contra mi manera de ser, y la de mucha otra gente que conozco, cuando esa manía de igualarlo todo acaba representándote un gasto económico estúpido.

No son pocos los extranjeros que conozco en Japón, casados y todo, que piensan con una cierta tristeza sobre el día en el que sus hijos (o los que vayan a tener) tengan que ir uniformados e uniformizados, que digamos, y es en ese momento en el que les ves en los ojos las ganas de irse a criarlos a otro lugar, para el bien del propio crío, como persona (ellos, los padres, ya están bien aquí, y lo reconocen, pero es que ya están por encima del bien y del mal, un poco).¿La uniformización alcanzará también en un futuro la cibernética?

Vamos, todo lo comentado en este post, supongo que pasará en muchos otros lugares, pero no se si en esos lugares será algo tan extendido y tan oficializado como en Japón.

Bueno, recopilando ya, añadiré una cosa. Mi profesora, de quien he hablado al principio, me comentó hace un tiempo el caso de una amiga suya, suiza, que vive en Japón también, casada con un japonés. Esa amiga tiene ya una edad, y sus hijos rondarán ya los 30. Se ve que esa señora suiza le comentó a mi profesora lo avergonzada, en cierta manera, que estaba de sus hijos y de su manera de ser, pues por lo visto le habían salido “japoneses”. Supongo que para alguien con una formación, y que viene del lugar que viene, encontrarse que sus hijos son igual de amomados que todos los demás, y que con 30 años aun flipan con la Hello Kitty, y sólo saben hablar de memeces propias de discusión de instituto, y que carecen totalmente de profundidad mental y capacidad de reflexión, tiene que ser duro. A sus hijos sí que los uniformaron y uniformizaron totalmente.

Y a qué precio.