Tuertos en el país de los ciegos

domingo, agosto 27, 2006

La generación perdida. Parte 1: "Los responsables"

Estudiantes de bachillerato iniciándose tempranamente en las malas artes.El fin de la segunda guerra mundial dejó a Japón sumergido en la pobreza y en una fuerte posición de desventaja económica e industrial respecto a los países aliados. Surgió entonces un sentimiento para sacar hacia adelante el país con el sacrificio colectivo. Este sacrificio fue el responsable del llamado milagro japonés y supuso uno de los crecimientos económicos más sorprendentes de la historia económica moderna.


Para hacer al país más competitivo la gente comenzó a trabajar desmesuradamente, dando más prioridad a los intereses de las empresas que a los propios. Se hizo habitual la imagen de trabajadores encerrados en la oficina hasta tarde y volviendo a casa a altas horas de la noche. A la disponibilidad total de horarios le siguió la libertad total de las empresas para destinar al trabajador que quisieran a la sucursal que más les conviniera, ya fuera dentro del país o bien fuera.

Si bien fue esto lo que convirtió en pocos años a Japón en la segunda potencia económica mundial, es precisamente el motivo que está llevando el país a la ruina. ¿Pero tiene algo de malo trabajar de la mañana a la noche? La gente estaba demasiado ocupada como para plantearse esta pregunta.

El futuro de un país es su juventud, y los responsables de la educación de ésta, la generación que la precede. Esta educación se puede dividir en dos partes. La primera, la educación que se recibe en la familia, y la segunda la formación académica.

Seguro que la persona con quien habla este salary man no es su hijo.La encargada de educar a los hijos es la familia. Pero si la familia está todo el día en la oficina no hay nadie que lo vaya a hacer por ellos: los hijos no se van a educar solos. En una familia típica japonesa el padre se va a trabajar antes de que se levanten sus hijos y vuelve cuando ya están durmiendo. Muchas veces el padre vuelve todavía más tarde, después de beber con los compañeros de trabajo, algo que se considera normal y parte de éste. Si padres e hijos no están juntos la comunicación entre ambas partes es imposible y no se pueden transmitir a los hijos valores morales básicos que difícilmente podrán ser adquiridos cuando sean adultos.

Esta situación es todavía más acentuada cuando el padre es destinado por la empresa a una sucursal en cualquier parte del país o incluso fuera de éste. A diferencia de lo que muchas personas pueden pensar, esto no es algo que sea voluntario, si no que es una obligación, y la compañía no tiene en cuenta la situación familiar del empleado. Es decir, que si éste tiene dos hijos que llevan estudiando tres años en una misma escuela y la empresa le ordena trabajar para una sucursal que se encuentra a más de 500Kms de distancia, al empleado no le queda más remedio que mudarse con toda la familia, interrumpir el curso escolar de sus hijos y cambiarlos de colegio. Otra opción por la que optan muchos padres es dejar sola a la familia e irse a vivir al sitio donde han sido destinados.

A todo esto hay que sumar la actitud del gobierno que como siempre da prioridad a las empresas sin pensar en las personas. No solamente estoy hablando de los derechos de los trabajadores y de sus familias, sino también de la pasividad de un ejecutivo que no hace absolutamente nada para defender a los menores de una exposición constante a la publicidad abierta en la calle de locales de alterne y la pornografía, delante de la que se encuentran completamente indefensos. No es un hecho extraño, pues, el ver a gente en el tren leyendo publicaciones de carácter pornográfico delante de todos.

Por otro lado, también se echa de menos la intervención del gobierno ante un sistema de contratación de empleados que lleva más de veinte años obsoleto y no se adapta a la realidad actual de Japón. En la época de la burbuja económica, hasta principios de los 90, las compañías contrataban solamente a los universitarios recién graduados. Si uno no era capaz de conseguir un puesto de trabajo el año de su graduación, difícilmente lo podría hacer durante el resto de su vida, ya que las compañías estigmatizan a todo aquel que ha estado un año sin tener trabajo. En la actualidad muchas empresas han sustituido los trabajos fijos por arubaito, que es un empleo sin contrato donde se cobra por horas, no hay seguro médico, los ingresos son inestables y el empleado es susceptible a ser despedido cuando más le convenga a la empresa. De este modo se han sustituido muchos trabajos fijos por empleos basura, agravando así todavía más el problema de la falta de empleo. Los estudiantes tienen serios problemas para encontrar trabajo una vez se han graduado, y al tener las empresas el mismo criterio que hace veinte años, jóvenes graduados y teóricamente preparados ven como se les cierra el mercado laboral a los 23 años por el simple hecho de no haber encontrado trabajo a los 22.

Si bien mientras los hijos no eran mayores de edad el problema no era muy evidente, ahora que esta generación ha crecido los mayores se están dando cuenta de que es una generación perdida e intentan buscar un culpable sin querer darse cuenta de que son ellos mismos: una generación siempre es el resultado directo de lo que ha creado la anterior.

Veamos a continuación algunas de las consecuencias de lo que acabo de explicar:

  • El futuro de Japón reunido.A falta de otros valores, los jóvenes se han vuelto extremadamente materialistas. Muchas chicas han aprendido a apreciarse a sí mismas y a los demás solamente por lo que tienen. Muchas de ellas están completamente obsesionadas por comprar artículos de marca como Gucci, Louis Vuitton o Chanel.
  • Los nuevos padres, al haber crecido en un entorno donde la relación con la familia era prácticamente inexistente, son incapaces de dar cariño a sus propios hijos. Esto ha propiciado una campaña de anuncios en televisión pidiendo expresamente a los padres que hablen con sus hijos y que los abracen.
  • Muchas estudiantes de secundaria, generalmente entre los catorce y dieciocho años de edad, se prostituyen solamente para poderse comprar artículos de marca. Sus clientes son generalmente hombres entre cuarenta y sesenta años de edad, casados y con hijos.
  • Muchas otras chicas, ya pasados los 18, optan por trabajar en un hostess club, un trabajo que se basa en trabajar en un club nocturno, con ropa muy ligera, sirviendo alcohol y dando conversación a hombres que pagan por su compañía. El objetivo del trabajo es beber y vender cuanto más alcohol posible. Muchos hombres ofrecen dinero a cambio de otros favores que van desde hacer de acompañante a mantener relaciones sexuales. El dinero que pueden ganar varía mucho dependiendo del local y de las ventas, aunque suele ir de 3000 yenes la hora a más de 15000.
  • Otras muchas chicas trabajan en locales de "health", cuyo nombre es un tabú para hacer referencia a prostíbulos. Paradójicamente se da el hecho de que la prostitución está expresamente prohibida por la ley, de manera que el sexo, como tal, nunca puede ser practicado en dichos locales. Conociendo a chicas que han trabajado en estos locales, es una de las formas más fáciles para ganar más de un millón de yenes mensualmente.
  • Muchos jóvenes japoneses se cierran en banda y se aíslan completamente de la sociedad, encerrándose en sus habitaciones durante periodos que pueden llegar a durar años. Este fenómeno es llamado hikikomori y entre otros motivos es resultado de la frustración del individuo por no poder cumplir unos obsoletos paradigmas que se esperan de él (encontrar trabajo fijo a los veintidós años y ser una persona útil para la sociedad). El estigma de que si una persona no ha conseguido trabajo en el año de su graduación es un inútil, hace que las empresas cierren el mundo laboral a todas estas personas. Además, la edad máxima exigida para los nuevos empleados agrava la situación de estas personas que ven como les cierran todas las puertas del mercado laboral antes de que puedan llegar a cumplir los 30 años de edad. Esto lleva a muchos a la desesperación e incluso al suicidio.
  • La cultura del esfuerzo, que siempre ha caracterizado a la sociedad japonesa, se está perdiendo poco a poco. Muchos son los jóvenes que se centran en el presente sin ninguna planificación de futuro. Pese a no tener recursos económicos ni empleos estables, muchos quieren seguir el ritmo consumista al que estaban acostumbrados cuando eran pequeños. Por este motivo proliferan compañías que prestan dinero a cambio de elevados intereses. Muchos jóvenes se han llenado de deudas que no pueden pagar y la situación se ha hecho tan insostenible que se ha tenido que lanzar una campaña publicitaria en televisión a nivel nacional para advertir a los jóvenes del peligro de endeudarse excesivamente. Pinchad aquí para ver directamente el anuncio.
  • En este tren se esta dabuten, colega.Se echa en falta un mínimo de modales en los jóvenes. Muchos se sientan en el suelo en cualquier parte para comer, ya sea delante de una tienda como en el tren. Muchos hacen caso omiso de la prohibición de fumar en estaciones y otros sitios públicos. Otros hablan a voces por el teléfono en el tren, pese a estar prohibido y sin tener en cuenta las personas que se encuentran a su alrededor. Otros muchos muestran una seria falta de respeto por todos los demás,como en la manera de dirigirse a la gente. Y ya se ha hecho habitual el ver a gente tirar basura en cualquier lugar. En la página que he mencionado arriba se pueden ver varios spots que intentan concienciar sobre este problema.
  • La delincuencia juvenil ha subido estrepitosamente en los últimos años, algo que era impensable en un país como Japón. Los casos de tirones cada vez se están haciendo más habituales. También están al alza los hurtos en tiendas y supermercados, entre los cuales se encuentran los robos de cosméticos perpetrados por colegialas.

Una cosa que me hace muchísima gracia es ver como muchos japoneses de más de cincuenta años se quejan de la actitud de la juventud de su país tachándolos de maleducados y de inútiles. Muchos de ellos se lo reprochan directamente a la cara, haciéndoles pasar un mal rato en el tren con un discurso critico-destructivo. Si bien tienen razón, no saben darse cuenta que es el resultado directo de lo que ellos han creado. Se creen que los niños se crían a sí mismos.

Si en este post me he centrado básicamente en la educación a nivel familiar, en el próximo post hablaré sobre la formación a nivel académico, especialmente sobre la universitaria. Ésta, junto a los criterios de las empresas a la hora de reclutar empleados, ha hecho de las universidades japonesas una simple extensión del bachillerato donde no se aprende nada.

martes, agosto 22, 2006

I Hate Myself And I Want To Die...

Tostón de película que solo se entiende mínimamente si se está al tanto del nihilismo que impera en la sociedad japonesa moderna.
Así reza el título de una conocida canción del grupo Nirvana, como muchos sabréis. Quisiera tratar muy por encima un tema peliagudo; un tema, o problema, que se da también con frecuencia en otros países (por lo que se dice, en Escandinavia saben mucho de qué va esto). Me refiero al suicidio.

Habréis leído, o visto en los informativos, estos últimos años, noticias sobre suicidios colectivos en Japón, en muchos casos, suicidios de gente entre 25 y 35 años, que se encierran en un coche (dígasele fragoneta, dígasele manovolumen) sellado y se asfixian con el monóxido de carbono de un hornillo portátil o similar.

Otro método muy (ehem…) habitual es el de lanzarse a las vías del tren o metro de tu compañía ferroviaria “favorita”, hecho que causa que, si el suicida tiene familia, a esta le caiga una multa de unos 3000€ por minuto de retraso (¡toma castaña!). Bueno, vamos, que de maneras de quitarse la vida en potencia, aquí, como en todas partes, hay tantas como personas.

Con la llegada de la crisis, a primeros de los noventa, un colectivo que se vio afectado (es un decir, a ver, no os penséis que esto es algo masivo en plan película, ojo) por un aumento de casos de suicidios fue, como es de suponer, los hombres de mediana o mediana-tirando-a-avanzada edad (pongamos de 50 tacos en adelante) que vieron de patitas en la calle, sin ingresos, con una hipoteca que acabar de pagar, y una familia que acabar de tirar adelante, y para colmo, un sistema laboral que hace casi imposible la reintegración laboral de cualquier persona de esa edad (o incluso menos, si me forzáis, he visto muchísimos carteles en los que se piden trabajadores, pero ponen de límite de edad 35 años, o más escasamente, 45). Vamos, imagino que ver que, tras una época de vacas gordas, si te quedas en la calle, se te marcha de casa la mujer (habrá casos, vamos), y se te cae encima el mundo entero, habrá personas que sí que se quitarán la vida. Como en muchas partes.

Más curioso es el caso de los jóvenes. No se bien qué motivos van a tener, en el fondo, para suicidarse. ¿Una macabra moda pasajera? No se, pero ciertamente ha habido (ni que se estén intentando chapar, muchos chats y páginas de gente que “ayuda moralmente” a quien se quiere suicidar (¡Ya hay que tener mala leche!)). El gobierno se ha puesto manos a la obra para intentar paliar la situación. Veremos si tienen éxito. Yo no confío en ello, porque para acabar con un problema, hay que atacar su raíz, y estos gobernantes que aquí tenemos se caracterizan por muchas veces no ir al grano.

Ya he dicho que no sé exactamente qué causas pueden existir tras todo esto. No tengo datos fiables, pero bueno, no hay que ser muy listo para darse cuenta de las siguientes posibles causas:
  • Como ya he mencionado, irte al paro
  • Falta de esperanzas laborales para los jóvenes, comparado con lo que veían y se imaginaban cuando eran pequeños, debido a la crisis y a que ya no hay trabajo (y sobre todo, no hay trabajo tan bien pagado como antaño) para todos.
  • En Japón la gente se hunde mentalmente con mucha facilidad. No hay esa actitud de sacar las cosas adelante “por mis webos” que tenemos en España.
  • Debido al virtualmente nulo poder del cristianismo en general, y de la iglesia católica en particular en este país, el suicidio, aunque no es bienvenido, no se considera como algo pecaminoso: es una opción final y definitiva que uno puede usar en un momento de desesperación.

Bien, esto nos lleva a los datos. Los que sepáis inglés miraos esto y esto. Me parece que son unos buenos artículos y que los especialistas que los han hecho pueden tratar el tema mucho mejor que yo y con más datos.
Tu vida es algo muy importante que has recibido de tus padres. Por favor, piensa tranquilamente una vez en tus padres, hermanos e hijos. No te rayes solo, háblalo.
Y ahora la sección truculenta. Veréis en uno de los dos artículos arriba linkeados, que hay una referencia a una zona boscosa llamada Aokigahara, en la prefectura de Yamanashi. Ese lugar se extendió y penetró en ideario popular japonés debido a la novela 「波の塔」, Nami no Tou, la torre de las olas, de 松本 清張 (Matsumoto Seichou), y en especial a la versión televisiva del canal NHK de 1973 del mismo nombre. En esa obra, uno de los personajes se suicidaba en el bosque antes mencionado, y desde entonces, ha quedado asociado en la cultura popular Aokigahara con el suicidio.

¿Qué pasa con este lugar, pues? Pues que uno va paseando por allí, y se encuentra huesos de suicidas de hace años, carteras con los carnés de conducir de gente que se ha suicidado, trastos, y hasta, si hay “suerte” algún cuerpo colgado de una rama, o asfixiado en una tienda de campaña. Para quien tenga interés, mirad esta web (está en japonés), aunque para quien no sepa el idioma, le pongo aquí el link directo a la zona de las fotos. Aviso, no recomiendo a nadie sensible (ni a menores de edad) mirar el contenido de esa página. Al resto de vosotros, mis queridos morbosetes, sólo os deseo que no tengáis luego pesadillas con ello.

Es triste encontrarte sitios así, conocidos por la afluencia de suicidas… Hablaría más del tema, pero creo que podéis encontrar información vosotros mismos si es que de verdad os interesa.

En todo caso, el lúgubre tema de hoy, el suicidio, lo cierro aquí. Sus causas pueden ser muchas, pero ciertamente, en un país en el que las cosas no van bien económicamente debido a la nula efectividad de las políticas de reforma de los gobernantes, es muy normal que el índice de suicidios aumente drásticamente como lo ha hecho estos últimos años. Como muestra, un botón: 34.427 suicidios registrados en Japón el 2003, un valor alto incluso para cantidad de habitantes del país.

Ciertamente, como para ponerse a pensar en ello.

viernes, agosto 18, 2006

La excepción genético-cultural. Parte 4: Alto y claro

Válgase vuesa merced de non ofrescerme nenguna saca para la compra.
El tema de este post es totalmente personal. Habréis oído o leído alguna vez ese tópico (que, por lo visto, parece ser bastante cierto, al menos por los que he podido conocer) de que los ciudadanos de EEUU (en especial, la gente que se puede pagar los viajes al extranjero, entiéndase los WASP y similares) suelen pensarse es posible entenderse con gente de cualquier lugar del mundo, de cualquier procedencia, simplemente hablando (en inglés, claro...) despacio, vocalizando mucho, y con mucho volumen. Ya sabéis, eso de irte a, pongamos, Groenlandia, e intentar hacerte entender con un esquimal diciendo “W H E R E I S T H E N E A R E S T H O T E L?”. Vamos, sin duda, una actitud causada por 2 factores:

  • Que debido a ello, muchos de los de ahí no aprenden otras lenguas


En Japón se da una situación parecida, pero de cada a dentro del país. Si bien es una situación que uno se puede encontrar en todas partes, el hecho que aquí, lo que ahora voy a explicar, se emplee por un puro etnocentrismo lingüístico racista, y porque los japoneses no tienen ni idea del mundo en que viven, ni de como son sus gentes.

Lo que pasa aquí es lo que sigue:

Vas tú tan tranquilo a un supermercado. Coges lo que tienes que comprar y tal. Vas a hacer cola a caja y tarde o temprano llega tu turno. Entonces es cuando te la meten de canto.

Llevo más de 10 años con esta lengua, el japonés, y me voy a sacar un Master en lingüística hecho íntegramente en este idioma. Es por eso que no les tolero la lamentable actitud que los cajeros y dependientes en Japón muestran. Esta se resume en dos variantes:


  • Variante fuerte (y, a excepción de Tokyo, escasa): Se te quedan acojonados sin saber qué decir, o te intentan hablar en mal inglés (Engrish), sin siquiera plantearse si sabes su idioma, pues asumen que el idioma japonés solo lo saben hablar las personas con genes japoneses (¡jajajaja! ¿eso existe?). Habiendo miles de lenguas en la tierra, ¿por qué tienen que asumir que tu hablas una de ellas, el inglés, que ni que la hables, no es la lengua de Japón?
  • Variante corriente, educada y tocapelotas (sin pelotas): te hablan a una velocidad que es la mitad de la velocidad con la que se dirigían al cliente anterior (japonés, por supuesto), mascando las palabras como he puesto arriba en el ejemplo yanqui. Y ojo, eso sin ningún disimulo.


A veces se da una tercera variante, que es ya el supermegacombofinishfatality. Básicamente se trata de mezclar las dos variantes de arriba: te hablan lento, como si fueras subnormal, y encima mezclan palabras en Engrish (que no inglés, ojo), pero siempre las palabras fáciles, que no necesitas que te digan en inglés porque ya sabes en japonés, Del palo siguiente:

“Dewa, Duu yuu wanto tsuu ...eetoo...eetoo... gou tsuu... nyuukokukensa?”

(“So, you want to go to... ehh... err...y’know... go to .. the immigration counter, don’t you?)

¡Ah, cómo me revienta eso! La función del lenguaje es eminentemente comunicativa, y con eso, lo que consiguen, es liarte más y más.


Vamos, debido a que esta gente se cree que sólo si eres japonés, sabrás hablar su idioma, resulta que te tienen que tratar de retrasado mental cada dos por tres. Bien, conozco varios extranjeros que, aun llevando en Japón un tiempo, no dominan un mínimo aceptable de su idioma (no me extraña, este idioma es un galimatías semiartificial, aunque esto lo trataré en otro post). A esos, esa actitud de tratarlos como tontos que no entienden el japonés les puede ayudar, de acuerdo, pero sólo tiene sentido cuando estos extranjeros han demostrado que no saben el idioma y necesitan ayuda por parte del tendero o quien sea, pobres bakagaijin que no saben hacer la
(o) con un canuto (eso sí, de bambú).


Por contra, conozco muchos más extranjeros, en Japón que hablan mucho mejor el japonés que lo que he oído hablar a japoneses cuando se intentan expresar en español (¿La causa? Los obsoletos métodos de enseñanza de lenguas en Japón, que ya trataré más adelante).


Tengo que excusar a los muchos japoneses que, tras ver que hablas su idioma, se comportan de forma natural. Esta gente se merece mi aprecio, en este sentido. Por desgracia, son muchos los que, aun viendo que les puedes hablar de tú a tú, siguen, ni que sea subrepticiamente, tratándote como un imbécil, o menor de edad, soltando palabras en inglés por en medio cuando llevas dos minutos hablándole en japonés sin problemas.


¿Lo hacen para hacerse los simpáticos? Quedan como auténticos lerdos.

¿Lo hacen para hacerte un favor? Es obvio que no es un favor que se haya pedido.

¿Lo hacen para practicar (sic) su inglés? ¡Que se paguen una academia!


Los de EEUU sienten orgullo por su lengua, pues saben que es la que más peso tiene en el mundo. Hay sitios donde no tienen un orgullo tan marcado (Holanda, países nórdicos, etc.) pues en cierta manera, son conscientes de que su lengua se habla en su país y no más. Japón es un caso raro: tienen y no tienen orgullo por su lengua, a la vez.


Lo tienen porque se creen (falsamente), como he comentado, que solo si eres japonés, la puedes saber.

No lo tienen porque destrozan su lengua sin piedad introduciendo sin el más mínimo control ni la más mínima lógica, miles de extranjerismos (ya sea en el vocabulario o, a mucha menor escala, la gramática) para expresar cosas que se pueden decir más fácilmente con su idioma.


Ambos factores, combinados, causan la actitud esta de los dependientes cara al público (y de casi todos los japoneses, pero eso con la gente que está en caja, recepción o similar lugar, con quienes te ves obligado a hablar): Asumen que no vas a saber usar su lengua, y se dirigen a tí maltratando la lengua de Shakespeare, y la suya propia.


Y con eso, acaba pasando lo mismo que pasa cuando en un partido de fútbol, el árbitro intenta contentar a todos: que no contenta a nadie. Ni ellos se sienten a gusto teniendo sintiendo que tienen que rebajar su nivel de japonés al hablar con extranjeros, ni nosotros nos sentimos a gusto cuando, aun entendiendo el 100% de lo que nos dirían en japonés puro y a velocidad normal, nos tratan de mongólicos.

Posibles actitudes ante esto:


  • Responderles en dialecto, y a toda hostia, y preguntarles cualquier otra tontería para que se den cuenta de que sabes el idioma. Esto les causará, en según que casos, una ansiedad existencial, al ver que un pilar de su estructura mental (que los extranjeros no hablan bien japonés) se hunde, y con suerte, puede que se les funda el serrín y a consecuencia de ello el planeta implosione cual supernova.
  • Quedarte en blanco y al cabo de un rato, también en dialecto, decirle “Ahora me lo vuelves a decir, en japonés y a velocidad normal”. Ahí, marcando actitud y mala hostia.
  • Si te usan el inglés, empezar a hablar en inglés a toda hostia, hasta que palidezcan de la (otra vez) angustia existencial que les provoca verse en una situación tan embarazosa de la que no saben salirse, y corran deprisa a buscar al enterado de la tienda (o al jefe), para comunicarse contigo. Este método es divertido, por lo destructivo que es, pues, con suerte, consigues que se forme una larga cola detrás de ti, y puedes vacilarles con lo poco que saben del idioma. Se impone, como colofón, al final, cuando están a punto de (otra vez) implosionar, cambiar de golpe al japonés perfecto, y cantarles las cuarenta, en plan “La próxima vez, si no quieres tener problemas intentando hablarle a alguien en inglés, no lo uses”.
  • Pasar de ellos. Por desgracia, a la larga acabamos recurriendo demasiado a esta respuesta.

Vivan las implosiones serriniles. Viva el caos. Y si no les gusta, que no me vacilen.

jueves, agosto 17, 2006

Todos moros

Pasaportes japoneses. No sirven de nada si no eres japones de 'raza' y educación.Ahora que la inmigración está al alza en España, y que cada día se escuchan más voces en contra de ésta, así como comentarios racistas, me gustaría saber qué pasaría con todos esos racistas de poca monta si sufrieran el racismo en sus propias carnes. Pongamos un ejemplo: imaginemos a un típico joven facha español yendo a un hotel de vacaciones en el extranjero, y que le dijeran que por ser blanco no puede entrar. O bien que a la entrada de un lavabo se encontrase un letrero que prohibiera la entrada a los extranjeros. ¿Qué diablos ha pasado con lo de la supremacía de la raza blanca? ¿Qué ha sido de aquello de White Power? Buena parte de ellos escarmentaría y se lo pensarían dos veces antes de realizar cualquier declaración de naturaleza xenófoba.

Este tema ha sido muy bien abordado por R en el post anterior, por lo que no voy a entrar en detalles. Mi objetivo aquí es ilustrar con experiencias reales lo que se ha dicho anteriormente para que la gente vea en qué se traducen a la práctica los problemas que hemos comentado.


  • Estando yo una vez esperando a mi novia en una estación, un policía me vió y después de varios minutos observando mi sospechoso comportamiento (esperar a alguien de pie durante mas de 10 minutos) se decidió a venir, pedirme mi registro de extranjero y a interrogarme sobre de dónde venía y qué hacía allí. Al preguntarle cual era mi delito se puso nervioso al no poderme contestar algo coherente. Después de mirar mi tarjeta de extranjero me percaté de que no había leído la información sobre mi visado, ya que esta se encuentra en el reverso y el agente sólo había leído el anverso. Es decir, que me pidió la tarjeta solamente para tocarme las pelotas, sin siquiera mirar si estaba legal o ilegalmente en el país. Al decirle esto se puso más nervioso y me preguntó a quién esperaba. El pobre hombre tuvo la desgracia de que en ese momento llegaba mi novia que se quedó flipada al verme con el policía. En ese momento el hombre se puso de repente la mar de simpático, y comenzó a sudar. Para justificarse delante de mi novia dijo "Es que últimamente hay mucho terrorismo y nos han ordenado reforzar la seguridad. Por lo tanto, si veis a alguien de Al Qaeda avisad a la policía." Si hombre, como si lo llevaran escrito en las camisetas. No te digo.
  • A un buen amigo mío, andando un día por la calle, un chico de unos 25 años de edad, que andaría drogado perdido, le dio un puñetazo sin mediar más palabra. Mi amigo, evidentemente se lo devolvió, a lo que el chico llamó a la policía. Una vez los dos en la comisaría, al chico lo dejaron ir después de prestar declaración, y a mi amigo le tomaron las huellas dactilares de las manos y los pies, le hicieron un escáner de la retina y lo ficharon. Sin derecho a juicio, fue multado con 300.000 yenes de multa (unos 2500 euros) o, de ser insolvente, con 3 meses de cárcel. El derecho a juicio existe como recurso, pero el proceso sale más caro que la multa en cuestión, por lo que uno se encuentra obligado a pagarla. En este caso, la palabra del japonés, un hombre con unas pintas que no lo querrían ni en su casa, prevaleció por encima de la de mi amigo, ciudadano estadounidense, casado con dos hijos y que trabaja en una prestigiosa escuela de bachillerato como profesor de inglés.
  • A este mismo amigo, tocando una vez la guitarra en la calle, unos matones japoneses le metieron una paliza por haberlos mirado mal. Entre otras cosas, le pegaron a consciencia por detrás con un bate de béisbol recortado, y una vez en el suelo le pisotearon hasta dejarlo casi inconsciente. Todo esto fue delante de la policía, que miraba la escena sin hacer nada para impedirlo. En el momento que mi amigo intentó defenderse, la policía intervino dejando que se fueran a casa los agresores y pidiéndole a él la tarjeta de extranjero. Luego le dieron a elegir entre taxi o ambulancia. Por si esto fuera poco, los japoneses que le pegaron lo siguieron hasta casa, aunque a día de hoy todavía no se sabe por qué.
  • Después del terremoto que azotó a la ciudad de Kobe en 1995, el gobierno estableció puntos de avituallamiento de agua y alimentos para las personas, debido a que no había ni comida ni agua potable. Un amigo italo-australiano fue acompañado de un amigo estadounidense para que les dieran comida y agua, pero al ser extranjeros les dijeron que no les correspondía ni una miga de pan. Después de mucho discutirlo con los encargados, la respuesta continuó siendo una negativa rotunda, por lo que el estadounidense, que trabajaba para un periódico de renombre internacional les dijo que si no les daban comida, eso aparecería en los periódicos de todo el mundo. En ese momento los encargados fueron a consultarlo con el responsable y volvieron con comida suficiente para abastecer a una familia durante semanas.
  • Un amigo francés, casado con una japonesa, se preparaba para el nacimiento de su primer hijo. Pese a estar su mujer embarazada de 8 meses, su padre la llamó por teléfono para decirle que abortara, ya que no quería ser abuelo de ningún extranjero. Pese al riesgo que supone para la madre abortar a los 8 meses de gestación, el padre la intentó convencer, enviándole hasta referencias de clínicas clandestinas donde le podían practicar el aborto. Legalmente esto es un intento de asesinato, ya que en Japón a partir de los 3 meses está prohibida la interrupción del embarazo. Por este motivo decidieron consultarlo con la policía, la cual les dijo que era posible presentar denuncia, a lo cual rellenaron el formulario con el nombre del padre de la mujer. En este momento, la policía se cagó toda de patas arriba. Resulta que el padre, era uno de los comisarios más importantes e influyentes en Osaka. Por este motivo, no les dejaron presentar denuncia en ninguna de las comisarías a las que fueron, por lo que decidieron consultarlo con la embajada francesa. Esta les dio la posibilidad de iniciar un proceso judicial, pero les recomendaron no hacerlo ya que podría haber un conflicto diplomático muy grande: un comisario japonés (el padre) había intentado asesinar un ciudadano francés (el hijo que estaba al nacer). Mi amigo y su mujer son ahora felices padres de una preciosa niña. El contacto con los abuelos es inexistente. Han renunciado de su hija por haber tenido un hijo con un extranjero. Cabe decir que un día la policía lo arrestó sin motivo, le dieron una paliza en una sala de interrogatorios, y lo soltaron por la mañana del día siguiente sin cargos. ¿Sospechoso?
  • Yo, así como todos los extranjeros en este país, hemos tenido siempre problemas para alquilar apartamento. En cuanto en el contrato del alquiler figura el nombre el algún extranjero, bien sea como inquilino o como persona que vive con el inquilino, la empresa propietaria se niega a alquilarlo por el simple hecho de ser uno extranjero. Esto nos lleva a una situación en que los únicos pisos que los extranjeros podemos alquilar suelen ser aquellos que están en tan malas condiciones que los japoneses no los quieren, de manera que se crean guetos de casas o edificios solo para extranjeros. Yo vivo en un precioso piso de 2 habitaciones, cocina y comedor. Pago rigurosamente el alquiler y soy con casi toda seguridad más cívico que cualquiera de mis vecinos. Pero tuve que abstenerme de poner el nombre en el contrato por miedo a que no me lo dejaran alquilar por ser extranjero. Una lástima.
Esta es la cruda realidad. Puede haber mucha gente que sea fanática de Japón en España. Pero que sepan que si vienen aquí serán tratados como personas de tercera categoría. Todo esto me toca especialmente las narices cuando veo que los japoneses van por todo el mundo y la gente los trata de santos. Vayan donde vayan son recibidos con los brazos abiertos. Si la gente supiera la mitad de cosas que nos hacen a los extranjeros en Japón, independientemente de nuestra nacionalidad y raza, estoy seguro de que el trato que recibirían sería mucho más arisco y menos amigable (recíproco, en definitiva).

Japón es el único país desarrollado carente de leyes contra la discriminación racial y sexual. Es decir, legítimamente es legal colgar un cartel en una tienda diciendo "Prohibida la entrada a personas de raza extranjera" y quedarte tan pancho. Para cambiar esta situación hace falta cambiar las leyes y adecuarlas al Convenio Internacional para la Eliminación de la Discriminación Racial de la ONU que Japón firmó en 1995 y que todavía no cumple. Y al paso que vamos, podemos esperar sentados.

La excepción genético-cultural. Parte 3: ¡Que viene el lobo!

Vade Retro, Satanas! O llamo al Malleus Malleficarum.Ya he tratado en otro post, así por encima, el tema del racismo inherente en la mentalidad japonesa. Quisiera, aquí, dar más datos, y guiaros a algunas páginas de artículos de la BBC sobre el tema, más que nada para que veáis que no son las cosas porque lo digo yo, sino que están avaladas por un medio de comunicación serio, y que, de darse el caso de que la gente lo leyera más para saber sobre Japón, no habría la desinformación ante la realidad del país que hemos comentado en otros artículos.

Como ya he comentado en otros posts, en Japón hay un miedo total ante todo lo que viene de fuera, y ante todos los que venimos de fuera. Bajo la fachada de cordialidad, en prácticamente todas las personas (sobre todo a partir de 30 años), se esconde una actitud de cerrazón pueblerina, de miedo a lo ajeno, y de etnocentrismo que provoca náuseas, más que nada por la hipocresía resultante de la mezcla de sonrisa superficial y odio subyacente.

Para desdramatizar un poco el asunto, me gustaría que os leyerais, los que domináis el inglés, este par de artículos de esa maravilla de Wikipedia absurda que es Uncyclopedia (cuyas normas son que los artículos no digan nada coherente y no ofrezcan información real). El primero es más corto y asequible que el segundo, que también os recomiendo para pegaros unas risas si os sobra bastante tiempo. Aquí los tenéis:

Uncyclopedia: The "No Gaijin Allowed"'s of Japan

Uncyclopedia: Japan

Dando por hecho ya por adelante que no contienen nada real, y que son artículos de cachondeo, es curioso cómo se nota que quien los ha escrito ha vivido en Japón y ha sufrido algunas de las incongruencias de este país; de hecho, muchas de las cosas que dicen estos artículos, en cierta manera son reales, si sabes ver más allá de la parida puntual jocosa, y lees entre líneas.

Bien, vamos al tema serio, ahora que, los que habéis querido, os habéis reído un rato, entremos en materia.

Japón es un país que, como otros (y como España antes de las oleadas de inmigración de estos últimos años, con todo lo bueno y todo lo malo que han podido traer), tiene una población que envejece. Por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial, Japón ha empezado a perder población debido a que nacen menos críos que abuelos mueren. Hasta aquí, todo normal. Es una situación vista en muchos lugares. Y las consecuencias que se pueden derivar de esta situación, se pueden prever con facilidad, pues ya han sido de sobras estudiadas: pérdida de mano de obra, debilitación del poder económico general, debilitación de poder productivo nacional, etc.

Muchos países, cuando se han visto ante esta situación, han sabido reaccionar. Bueno, reaccionar, o mejor dicho, han sido receptivos a un cambio que a la larga es forzoso. La reacción ha sido, como pasa en España y cualquier país de Europa, el abrir fronteras (a veces con descontrol, por desgracia), porque, si en un país, los ciudadanos no van a sacar la economía adelante, habrá que importar “ciudadanos” de otros países. Todos sabemos los problemas que esto puede conllevar de discriminación, aislamiento social, explotación y similares. Ahí esta la cosa: parece ser que Japón ha visto venir al lobo, y se ha hecho caquita patas abajo.

¿A qué me refiero? Japón, aun teniendo mucha mano de obra extranjera (brasileños, filipinos, coreanos, chinos, etc.) no cualificada, que hacen el trabajo que ningún japonés quiere hacer, a sueldos de semiesclavitud, sabe que necesitará más trabajadores. Y eso, les da miedo.

Sabiendo que en este país la gente ya de por sí, por educación, son racistas, porque han bebido racismo en la escuela y en casa desde que son bebés, podemos imaginarnos que hay mucha oposición social a la entrada de nueva mano de obra. Oposición que hasta se ha traducido en que el gobierno limite aún más la entrada de inmigrantes (exigencia de saber el idioma, más dificultades para la vuelta de emigrantes de segunda y tercera generación a Suramérica, etc.). Vamos, es como echar sal a la herida.

¿A caso se creen que van a arreglar algo así? ¿Cerrándose más? ¿Los niños japoneses van a crecer de los árboles, para que no tengan que venir a trabajar extranjeros? ¿A qué huelen las nubes?

Veamos ahora algunas noticias más de la BBC, y luego haré unos cuantos comentarios:

http://news.bbc.co.uk/2/hi/asia-pacific/3708098.stm

http://news.bbc.co.uk/2/hi/asia-pacific/4555369.stm

http://news.bbc.co.uk/2/hi/asia-pacific/647662.stm

http://news.bbc.co.uk/2/hi/asia-pacific/2072993.stm

http://news.bbc.co.uk/2/hi/asia-pacific/3694230.stm

Bien. Ahora resulta que los únicos criminales en Japón somos los extranjeros, y que en Japón toda la gente es buena. Por favor. Los únicos robos que he visto (y han sido unos cuantos), los han hecho japoneses (básicamente tíos jóvenes, colgados de la vida, mascachapas, que diríamos en España, sin educación ni respeto para nada. Simios, en resumen). Esta gente prefiere que el país muera japonés, antes de aceptar “perder un brazo para salvar el cuerpo”, que diríamos: Japón no puede permitirse el lujo de estas actitudes.

Aún tengo suerte de ser europeo y, digamos, blanco. La actitud de los japoneses con los extranjeros varía según tu color de piel y nacionalidad. Vamos, basándose en las pintas y el puro tópico. Vamos, que si eres negro, por ejemplo, eres un alienígena, aquí, como mínimo. Ni siquiera los suramericanos de ascendencia japonesa se salvan, como veis en uno de los artículos de la BBC de arriba. Vamos, en Japón la gente tiene metido en la cabeza, al más puro estilo nazi, la idea de la pureza de la raza. Cosa curiosa, cuando este país ha sido siempre, de origen, un batiburrillo étnico: no existe un sólo prototipo de japonés, étnicamente. Eso sería como decir que todos los españoles son físicamente iguales. Una barbaridad. Les falta humildad, a muchos japoneses, en esto.

Vamos, con ello volvemos a lo que hemos comentado en otros posts: la excepción genético-cultural. Todo lo (o toda la gente) que no es japonés de origen y formación cultural, es malo. O eso piensan. Me parecería lamentable ver, en Europa, carteles a la entrada de tiendas diciendo “Prohibida la entrada a extranjeros” o “Prohibida la entrada a (rusos, brasileños, póngase aquí el gentilicio que cada uno guste)”. En según que sitios de Europa, pon eso en tu local y te vas al trullo por discriminación. Eso, te lo encuentras aquí con toda la tranquilidad. O sea, carteles de rechazo, o rechazo directamente a empujones. O bien que por el hecho de ser extranjero, sospechen de ti, te traten de terrorista, te pidan la documentación si vas solo y consideren que, en resumen, no puede ser que estés haciendo nada bueno en su país, y que si has ido a Japón es para robar.

Curioso, ¿no? Vaya, creo recordar que los mayores terroristas que ha habido en Japón, pongamos por ejemplo, la secta de la Verdad Suprema (la del atentado con gas Sarin en el metro de Tokyo el 20 de Marzo de 1995), o el ejército rojo (comunistas radicales), son de nacionalidad japonesa. Vaya, vaya. El enemigo... ¡ESTA DENTRO! ¿Por que no se echan sus actitudes de desprecio a los extranjeros, los unos a los otros, esta gente? Quizás deberían sospechar más de ellos mismos que de los que vienen de fuera a buscar un trabajo, o a estudiar, y que lo único que quieren es que les dejen trabajar o estudiar en paz.

Vamos, si es que en lo que respecta a educación social, a la formación de lo que es una personalidad adulta, en este país parecen no haber cambiado un ápice desde la época de la Restauración Meiji (con su actitud de amor a la patria y al emperador, y desprecio de lo de fuera).

Aquí, en la educación en familia o en el colegio, hay demasiados temas que son tabú, y que no deberían serlo. Temas que, muchas veces, tienen relación con los extranjeros. Aquí hablar de la inmigración (o como ya he comentado alguna vez, de cualquier tema que requiera un mínimo esfuerzo mental de autocrítica), es algo que nadie hace, porque es un tema “peliagudo”. La educación sexual también es tabú, cosa curiosa, en un país en el que todo en la sociedad gira alrededor del sexo (ya hablaremos de esto), y esto desemboca en una situación parecida a la que había en la España de los 70 y 80: ¿recordáis que antes en España se pensaba que el sida era una enfermedad de homosexuales? ¡Cuánta gente tuvo que infectarse hasta que se dieron cuenta que esconder la cabeza bajo el ala no soluciona los problemas (sí, japoneses, ¡NO soluciona los problemas!)! Aquí en Japón, por contra, se considera que el sida es una enfermedad que solo tienen los extranjeros (y hasta muchas personas creen que los japoneses no lo pueden pillar). ¿Resultado? Esto de aquí . Japón es el único país avanzado en el que los casos de sida crecen cada año.

Quizás esta gente debería dejar de mirarse al ombligo, y darse cuenta de que, a menos que ellos se pongan las pilas, van a necesitarnos, a los extranjeros, ya sea para trabajos especializados para los que ningún japonés tiene la formación adecuada (pasa mucho, ciertamente), ya sea para trabajar donde ningún japonés quiere trabajar. En ambos casos, los extranjeros que trabajan en Japón están contribuyendo a tirar el país adelante y eso es algo que me gustaría que nos reconocieran, como mínimo, dejando de tratarnos como sucios bárbaros. Eso sí, si siguen así, que no se quejen cuando acaben aislados y atrasados respecto a otros países que les acaben pasando delante. Si eso pasa, será porque se lo habrán buscado.

Otro día trataremos de los activistas filonazis imperialistas que hay en Japón, que son muchos. También trataremos más a fondo el tema penitenciario y de trabas a la inmigración y asilo político (da para un post él solo, así que no lo he incluido aquí). El tema del sexo como centro de toda la vida en Japón es otro buen tema que podemos tratar otro día, porque, madre mía, si Freud levantara cabeza... (se daría de bruces contra la tapa del ataúd).

Vamos, si será por temas a tratar.

P.S: Suerte que hay gente en este país con la cabeza muy bien amueblada. Como estos. Miraros esto también. Es un resumen del caso tratado en la web anteriormente citada. Os recomiendo ENCARECIDAMENTE que le echéis un vistazo a la página, y en especial a la jeta que tienen en muchos sitios de no permitirte entrar siendo extranjero. Al menos, podrían escribirlo en un inglés correcto, digo yo...

Nota mental: ¡Qué rabia dan los apologetas de Japón, que ni siquiera han vivido en el país!

martes, agosto 08, 2006

Decibelios de más

Jodiendo la marrana a las dos de la madrugada ante su casa ex tempus inmemorialis Los que me conocen ya saben que no tengo mucha facilidad para conciliar el sueño. Son muchos los problemas que rodean mi vida, como la de todo el mundo. Es por esto que después de un largo dia de trabajo, al volver uno a casa, se agradece la tranquilidad de un barrio residencial como en el que vivo yo, y la mayoría de habitantes de este país.

La Unión Europea tiene estrictas leyes contra la contaminación acústica y reconoce que el ruido es una invasión de la intimidad del hogar. Estas leyes intentan garantizar el descanso nocturno de todos los ciudadanos y, aunque dependiendo del país en que nos encontremos la legislación varie sensiblemente, los derechos básicos de la población quedan protegidos.

Si bien en Europa estamos muy sensibilizados al respecto, al gobierno japonés no sólamente no le importa si no que hasta parece hacer a posta la vida imposible a los que por la noche buscamos un poco de tranquilidad.

Japón es un país con una actividad nocturna desenfrenada, especialmente en los barrios de ocio. Estos barrios, donde se concentran karaokes, bares, locales de alterne y love hotels, mueven enormes cantidades de dinero y generan una cantidad muy importante de puestos de trabajo que, de perderse, pasaría a engrosar considerablemente la tasa de desempleo.

Las leyes estan, una vez más, hechas pensando en el beneficio económico que conlleva permitir a las empresas hacer lo que más les venga en gana, en perjuicio de las libertades y el bienestar de los ciudadanos. Encontramos a diario problemas como los que nombro a continuación:


  • Está permitido a la policía, ambulancias y bomberos usar las sirenas durante toda la noche. Además estos dos últimos están obligados a respetar el límite de velocidad, que es de 80Kms por hora. Así se pueden escuchar las sirenas más tiempo para desesperación de los contribuyentes. Por si esto fuera poco, al haber cualquier incendio, por pequeño que sea, envian dotaciones de bomberos de manera desproporcionada, que vienen de diferentes partes de la ciudad. De este modo puedes estar escuchando un constante goteo de sirenas pasando por al lado de tu casa durante más de quince minutos seguidos. A las sirenas se añaden los gritos de "dejen pasar" que lanzan indiscriminadamente por megáfonos incorporados al vehículo.
  • Para no perjudicar a las empresas de logística y al trafico de vehículos diurno, los ayuntamientos suelen programar las obras en horario nocturno. Es decir, cuando uno se va a dormir por la noche, los señores del casco comienzan a usar todo tipo de maquinaria pesada, entre la que se encuentran excavadoras y taladros pneumáticos. Cuando llega la mañana recogen y se van para volver cuando llega la hora de dormir.
  • Al no haber legislación específica, los fanáticos del tuning equipan sus vehículos con vistosos tubos de escape y altavoces gigantes con los que van emitiendo estruendosos ruidos durante toda la noche, ante la pasividad de la policía que no puede hacer nada al respeto para evitarlo. Lo único que pueden hacer es multarlos por exceso de velocidad, pero todos estos coches van equipados también con un dispositivo que cubre la matrícula y dificulta su identificación que, para seguir en la mísma linea de permisividad, tampoco esta prohibido. A modo de apéndice, cabe recordar que en España la ley obliga a los vehículos a no emitir más ruido del máximo permitido, como se publica en el BOE, Real Decreto 1428/2003.

En definitiva, estas cosas que en cualquier país civilizado generarían movilizaciones sociales a todos los niveles, en Japón pasan por alto debido a la falta de iniciativa ciudadana, ya que los japoneses se dedican a cumplir estrictamente lo que dicta el gobierno sin cuestionarse lo más minimo unas leyes que, en el caso de este país, están exclusivamente hechas para beneficiar económicamente a las empresas en detrimento de la salud física y psíquica de los ciudadanos.

lunes, agosto 07, 2006

Gerontocracia y comités

Reunión de tropecientas personas (Masa cerebral tota: 1 cerebelo) que no decidirán nada, porque ya está todo decidido de antemano.
En una situación perfecta, que en el mundo raramente se da, una empresa, organización o similar, debería estar dirigida por los más capaces. En la realidad, todos sabemos de empresas dirigidas por ceporros al estilo del jefe de Dilbert, y seguramente no acabamos de entender cómo es que no se van a pique.

Esa misma sensación tengo al ver cómo se distribuye el poder en las empresas, instituciones y organizaciones japonesas. Las malas prácticas arraigadas y la ya comentada actitud de rechazo ante todo cambio a menos que te vaya la vida en ello, parecen estar en la raíz de esa distribución.

Veamos, pues, qué caracteriza a muchas empresas, y en especial, a los comités, que como siempre he considerado, son la unidad mínima de pensamiento en la organización empresarial japonesa.

  • El jefe / rector / presidente, suele ser una persona de edad avanzada, presumiblemente cualificada para ese puesto, y con más actitudes políticas (capeando el temporal, tratando con las diferentes secciones y con las instituciones y administraciones) que visión empresarial. En la práctica mayoría, obviamente, son hombres.
  • El poder real lo tienen los hombres japoneses de más de 50 años de esa organización. Toda persona o joven o extranjera o mujer, no tiene nada que decir, no pinta nada. De ese núcleo de mandatarios de edad más avanzada se deduce la reticencia generalizada a llevar a cabo cambios.
  • La comunicación es totalmente vertical, tremendamente jerarquizada, sin una gran comunicación entre departamentos. Véase lo que dice la BBC al respecto.
  • Las reuniones de comités (bastante frecuentes en según que casos) son totalmente vacías de contenido real. Las decisiones de cada departamento, o bien las impone el superior, o las toman las bases, intentando buscar un consenso entre los distintos miembros, antes de llegar a la reunión, para ahorrarse discusiones en ellos. A ese proceso se le llama 根回し, Nemawashi, algo así como menear las raíces.
  • Debido a que las decisiones están tomadas de antemano, las reuniones de comités pueden ser de dos tipos: muy cortas, yendo al grano (como deberían ser todas, de ser perfecto el sistema), o igual de largas que si hubiera que discutir, pues se pierde el tiempo en detalles, asuntos burocráticos y demás banalidades, solo porque haya gente que considere que una reunión tiene que ser larga, o no es una reunión. Eso sí, en estas reuniones largas, no habrá demasiado espacio para exponer ideas que se alejen demasiado de lo decidido previamente por el grupo vía Nemawashi.
  • Estos dos puntos anteriores implican algo muy sangrante: la presión del sistema es tal que te priva de dar tu opinión o de discrepar, porque se considera malo el apartarse de la línea oficial (¿democracia? ¡jajajajajaja!). El número te da la razón, y no siempre los hechos. La ley de la muchedumbre. Repite una mentira 1000 veces, y se convertirá en realidad.
  • Al haber acordado todos, por forzado consenso, las acciones a llevar a cabo, nadie se ha mojado, en el fondo, y las responsabilidades se diluyen entre todos, por eso nadie es responsable positiva o negativamente de algo en su totalidad. Esto, unido a que no puedas discrepar, causa que, ante una maniobra errónea pero apoyada por el grupo, no puedan rodar cabezas, y todos se protejan los unos a los otros. Aun así, honra a algunos directivos japoneses el hecho de saber dimitir y pedir perdón en público cuando han asumido una responsabilidad y han fallado en su cometido.
  • El hecho que la opinión personal de uno, por correcta que sea respecto a la opinión de la mayoría, nunca sea escuchada, acaba implicando, a la larga, una dejadez en el sentido que hay una pérdida de ganas de cambiar las cosas a mejor. Muchas buenas ideas se quedan en el tintero por eso, y al final la gente no se involucra. A la larga acabas haciendo tu trabajo en plan la ley del mínimo esfuerzo. ¿Para qué hacer un plus si no lo valorará nadie?
  • Como pasa por todo esto, al igual que en otros tantos lugares, se premia el estar en grupo, el hacer la pelota, etc. en vez de premiar las buenas ideas y actuaciones. Japón no es una meritocracia. Es una gerontocracia, donde mandan los mayores, y no los más capacitados. Esto, a los japoneses, que por lo general tienen un nivel de formación bajo (esto lo comentaremos Coelacanth y yo en otro post), puede que les vaya bien. Para gente formada, como yo, la mayoría de extranjeros con educación superior en Japón, o como un grupo de japoneses con una buena formación, esto es bastante lamentable


Resultan de todo esto situaciones realmente curiosas:

  • El jefe de un departamento será siempre la persona de más edad de ese departamento, y los ascensos y aumentos de sueldo se suceden por edad y no por méritos.
  • En una universidad nunca se dará el cargo de rector a alguien de menos de unos 58 años, pues se asume que tras su cargo al frente de la institución, se jubilará. Sería un descrédito para él el tener que volver a la docencia o a su departamento anterior. Por eso no hay rectores jóvenes por lo general.
  • Gente en las reuniones a veces bimensuales (2 veces al mes, ojo, que no es lo mismo que bimestrales), que se dedica de puro aburrimiento a escribir al ordenador, leer libros, o dormir, mientras los ponentes de los departamentos, o los responsables de las secciones más burocráticas exponen la orden del día, los resultados del trimestre anterior, etc. durante horas, cosas que realmente no hace falta exponer en una reunión, sino que basta con enviarlas vía mail o carta a los asistentes con anterioridad (hablaremos del analfabetismo tecnológico de los japoneses, su permanencia en un paradigma comunicativo de la era de la carta y el sello, y curiosamente, de lo poco apuntados que están al tema tecnológico-informático la mayoría de jóvenes en Japón, en otro post).


La crisis económica que ha enviado a pique a cientos de empresas japonesas desde principios de los 90 ha provocado, en los casos en que los empresarios han sido listos, que haya habido cambios serios en la dirección de muchas empresas e instituciones, debido a un mero instinto de supervivencia. Aun así, las malas prácticas empresariales japonesas todavía tienen una presencia importante en el organigrama de cualquier organización, lo que hace que el país no acabe de despegar del todo.

Si bien no soy en absoluto partidario de la manera americana de llevar las empresas (capitalismo agresivo, explotación del trabajador), tampoco veo bien el inmovilismo de muchas empresas japonesas, y su actitud reacia a adoptar algunas técnicas empresariales occidentales que podrían serles útiles. En el fondo, creo que el gobierno de Koizumi va en dirección de, lentamente, implantar un sistema económico japonés que copie y adapte a la manera de ser japonesa (véase anterior post, el de los estándares), la administración empresarial e institucional occidental, basándose en mejorar la productividad, a costa de lo que sea.

Ciertamente Japón es un país poco productivo, donde tienes 10 personas haciendo el trabajo de una (4 trabajando, 6 tocándose las narices, y los 10 cobrando), y muchas maniobras gubernamentales han ido encaminadas a terminar con esa situación (se ha llegado a hablar de hasta despedir a los funcionarios que sean poco productivos, comentario que en España les causaría o bien urticaria o bien risa histérica); lo que ha pasado es que muchas de las maniobras para controlar los problemas empresariales, administrativos y económicos, derivados de malas prácticas, han acabado como acaban en todo el mundo: repercutiendo en el más débil.

O sea, despidos masivos, suicidios (tema para otro post también, como veis, hay material de sobra en este país como para hacer un libro, o una colección), y desaparición, en cuestión de 4 años o así, de lo que antes era la enorme clase media japonesa. Por contra ahora, tenemos clase baja, clase alta, y una residual clase media (comparado con antes). ¿Y qué es lo peor? Que el primer ministro aún se congratula de ello. Y públicamente. Yo diría que es para llorar.

Esto es todo por hoy.

sábado, agosto 05, 2006

La excepción genético-cultural. Parte 2: Estándares

En Japalandia prima el de arriba, el JIS. Reconozco que el logotipo es original e impactante, y tiene un curioso aire a ying y yang
Seguro que os han machacado en el trabajo, o en los estudios, o habréis oído alguna vez cosas como “El documento, presentadlo en tamaño A4, con x cm. en cada margen”, “Esto se tiene que hacer de acorde con los estándares ISO”, o algo así. Incluso puede que os hayan tocado bastante las narices con ese tema.

Olvidaos de eso, si venís a Japón. Este país, no contento con la solvencia contrastada de organizaciones pro-estandarización como ISO, considerando que todo estándar extranjero no es aplicable a la vida japonesa, ha creado su propio sistema de estándares, que es exclusivo para este país, basado en parámetros totalmente distintos a los del resto del mundo. Bienvenidos al fantástico mundo de los estándares JIS (Japanese Industrial Standards, de la organización Japanese Standards Association, para vuestra información podéis leeros su web ).

En resumen, que los estándares aplicados por todo el mundo civilizado no son suficientes para este país. O eso piensan los que mandan. Los estándares JIS se aplican en Japón para regular, cosa que me parece magnífica, muchos aspectos de producción industrial, consumo, y similares. Un ejemplo claro es el etiquetado de la ropa: en Japón se usan unos símbolos distintos a occidente para decir “no lavar con lejía”, “lavar en seco”, “no lavar con agua caliente”, y similares, que en el resto del mundo. ¿Por qué? “Es que estos símbolos que usamos en Japón son más comprensibles para la mentalidad japonesa”, te dicen.

Sí. Va a ser eso. Precisamente cuando cualquier estándar de símbolos es un puro y simple convencionalismo: se basa precisamente en lograr unas simplificaciones simbólicas que sean, en la medida de lo posible, culturalmente neutras, para que todo el mundo se pueda adaptar a ellas, y se basa en lograr unos estándares de eficiencia y eficacia garantizadas a los que uno pueda apegarse, para no tener que estar reinventando la rueda continuamente (cosa que adoran hacer aquí).

Vamos, es como si te dicen que en España, los símbolos de los semáforos de peatones tienen que reflejar una lagarterana y un chulapa, porque si no, la gente no los va a entender. O si te dicen que en Francia, esos símbolos tienen que representar a un pintor bohemio y una bailarina de cabaret. O si te dicen que en Japón no te los entenderían si, en vez de la ya conocida imagen del “hombre andando” para el semáforo en verde, tuvieran que poner un guerrero samurai. Afortunadamente, los estándares JIS no legan a esas cotas de distanciamiento de la lógica y del sentido común. Ni mucho menos, por suerte.

Ya sea por lo que dicen los estándares JIS, ya sea porque se inventan estándares ad hoc, ya sea porque simplemente pasan de usar ningún estándar, esta situación acaba reflejándose en muchos aspectos de la vida comercial, personal, industrial y cultural, y pone a Japón en una posición de inferioridad para competir. Para ejemplo, un botón:

  • Imposibilidad de exportar productos japoneses al extranjero sin cambiar el etiquetado (ropa, etc).
  • Imposibilidad de importar productos electrónicos del extranjero, cuya seguridad y funcionamiento ha sido ya comprobado por sus fabricantes allende los mares, si no pasan certificaciones de estándares japoneses.
  • Sistema de tensión eléctrica totalmente sui generis, por el cual medio país funciona a 100v 50hz, y el otro a 100v 60hz. Por suerte, todos los electrodomésticos van preparados para esta incidencia.
  • El magnífico sistema de telefonía móvil que considero que tienen en Japón (sistema de e-mail en vez de la bazofia de SMS, a precio casi gratuito), puede quedarse atrasado con el tiempo si no se adopta la tecnología de tercera generación que se pretende adoptar en occidente. Olvidaos de móviles con tarjeta SIM en Japón a menos que tengáis un teléfono FOMA o Vodafone 3G . El resto, van con un sistema particular. Por suerte, el sentido común se impone y con el tiempo se adoptará el sistema occidental. En todo caso, empresarialmente, Vodafone intentó hacer las cosas a la occidental en Japón, y han acabado vendiendo las acciones a la empresa japonesa Softbank, por malos resultados. Claro que poner los mails a como 10 pesetas en este país es un suicidio para cualquier empresa: la gente les ha dado la espalda. Por ser de fuera, también.

Y en el fondo, ¿para qué? ¿Desprecio a lo que viene de fuera? Puede. ¿Ganas de evitar que les roben la tecnología? Puede. El problema es que Japón, un país que siempre ha sido bastante cerrado, últimamente se está cerrando totalmente ante lo que viene de fuera, desde hace ya unos años. En todo caso, este tema merece un post para sí solo, más adelante.

Por cierto, me pregunto si Blogger se ajusta a las normativas ISO.

La excepción genético-cultural. Parte 1: Introducción – “Japan is different”.

Hay gente que dice que Japón es otro mundo. En algunos sentidos, positivos y negativos, no les falta razón al afirmarlo. También se decía antaño, de España, eso tan típico de “Spain is different” (“Espein is díferen!”, la E del principio, que no falte, digamos).

El problema de decir que se es diferente, es que te lo acabes creyendo ciegamente, y esa creencia acabe ofuscando en todos los aspectos de la vida, a la realidad. Una realidad puede que te diga “te equivocas”. Y eso tienes que saber verlo venir.

Esta parece ser una cosa que los japoneses, en según que aspectos, no han logrado entender. O no han querido. Es habitual (demasiado) que en Japón a ti, pobre y estúpido extranjero, te justifiquen auténticas barbaridades con uno o más de los siguientes argumentos, entre muchos otros:

  • “Usted no lo entiende porque no es japonés”
  • “Sí, pero aquí en Japón, las cosas, por el contrario, las hacemos así”
  • “Es muy fácil para ti, viniendo de fuera, decir eso aquí en Japón”
  • “Así es más fácil de entender para los japoneses”
  • “Duu yuu andasutaando?” (“Do you understand?”, en sangrante Engrish, como si, de buenas a primeras, por ser extranjeros fuera imposible que hablemos su idioma).

…y así ad nauseam.

O sea, uno, que es un pobre extranjero, tuerto en el país de los ciegos, va a saber hacer menos las cosas que ellos, o no va a entender su idioma, por el simple hecho de tener genes occidentales y no haberse criado en Japón. Empezamos bien.

Esa mentalidad, el pensar que solamente en Japón se hacen bien las cosas, y que todo lo que viene de fuera es malo, ese miedo a lo extranjero, es una actitud que no puedo calificar de xenófoba o racista (en el sentido más amplio de la palabra) desde un punto de vista occidental. Es una actitud grabada a fuego en el subconsciente de todos los individuos, y de la sociedad en general, una actitud que se manifiesta cuando ven que, en una discusión o debate, tú llevas la razón, los tienes acorralados, y ellos saben que por razones objetivas, no van a poder ganarte. Es una actitud de puro miedo, de desconfianza hacia sus propios argumentos, de debilidad.

Digo que no lo considero xenofobia en el sentido occidental del término que tenemos costumbre de ver en prensa y medios. Por suerte, es algo más sibilino, más, como muchos dirían (no sé por qué motivo, pero cuadra el decirlo así), una xenofobia cultural “a la japonesa”. Si en muchos lugares del mundo, una bestia acorralada recurre a la violencia (cuantos pelaos en España habremos visto cuyo último, o primer argumento, es soltarte un par de yoyas), en Japón, el recurso es el ataque ad hominem, en un sentido amplio: te insultan a ti, a tu cultura, y se elogian a sí mismos. Eso sí, por lo general, con una amplia sonrisa y buenos modos. No deja de ser muy humillante, en todo caso, que te echen en cara su ignorancia, y te tengas que aguantar.

Si bien actitudes como las arriba descritas, uno se las puede esperar de gente zafia, ignorante y/o sin educación, en Japón, por desgracia, el creerse que Japón es distinto y mejor en todo, es un pensamiento que está listo para salirles por la boca a la mínima, a gente de todas las capas sociales y culturales: ni un catedrático o doctorado o jefe de empresa o político se queda a parte.

Personalmente, han llegado a criticarme, desde círculos de gente formada (la elite, vamos), mis investigaciones de lingüística y las de mis colegas, con argumentos como “Míralos, vienen aquí y nos tienen que decir que hacemos mal las cosas”. Y no han sido 1 o 2, no, sino buena parte de la audiencia, que al verse acorralados porque les estamos desmontando sus teorías, métodos de trabajo y lo que han aprendido (cosas que les cuestionamos con datos teóricos de investigadores de fuera, con experimentos, etc.), recurren de escondidas, ya que no se atreven a decírnoslo a la cara, a descalificarnos a nosotros, sin descalificar nuestros datos. Es para decirles “Pues sí, señores, están ustedes haciéndolo mal, muy mal, y nosotros, que venimos de fuera y sabemos más que ustedes, al menos nos preocupamos de investigar para mejorar los conocimientos en este campo, cosa que ustedes podrían hacer, y no hacen por pura vagancia”.

Esto me lleva a pensar un poco en la actitud japonesa hacia lo que viene de fuera. Una actitud tremendamente hipócrita y oportunista. A ver, señoras y señores, ¿cuantas cosas han inventado, desde cero, realmente los japoneses? Me refiero al concepto. Es decir, por ejemplo: los videojuegos no son un invento japonés porque se basan en un concepto previo americano, la escritura japonesa es en el fondo una adaptación de la china, etc. Asumámoslo: Japón no es ni ha sido jamás la cuna del conocimiento oriental. Es un país que ha sabido copiar, adaptara sus necesidades, transformar y finalmente decir que es algo suyo, todo lo que han podido, todo lo que les ha venido de fuera. Entiendo que perfeccionar las técnicas, la tecnología, y lo que haga falta, tiene su mérito, y ese es un mérito que Japón sí que merece lucir con orgullo. Pero nada más. En todo caso, poco mérito es el que se obtiene por puro parasitismo.

Esto, que hasta parece bonito, oculta un hecho más triste, en el día a día: si bien asumimos que hay muchas cosas de las que disfrutamos que, gracias a Japón, han mejorado mucho, y nos han hecho la vida más fácil, ahora las damos por hechas. Pero ojo, ¡no se te ocurra intentar entrar desde fuera de Japón algún concepto nuevo al país! Por muy bueno que sea, la reacción que siempre, sin excepción, recibirás, es la de rechazo. No deja de ser curioso que prefieran, en muchos aspectos, seguir apegados a algo que está obsoleto, que no funciona, que es poco eficiente, o que es anti-estándar (y fuera de Japón no va), que hacer un paso en pro de mejorar. En definitiva, que es “no cambiar, ni para bien, por si acaso”

De hecho, si algún día aceptan eso que se les ha intentado ofrecer, será porque lo copiarán, cambiarán, liarán, renombrarán, y se lo atribuirán a si mismos como un invento japonés. Esto es lo que nos pasó, y lo que pasa en Japón si intentas introducir cualquier estándar internacional (esto quizás lo comentemos en otro post), cualquier idea con sentido que nos pueda parecer obvia en occidente (en Japón no hacen nada si no es a golpe de manual de instrucciones o si no les ordenan sus superiores; capacidad de iniciativa = 0), o en el fondo, cualquier cosa que, por poco que sea, provoque temblores en los cimientos del establishment social, mental y cultural japonés. No deja de ser curiosa esta metáfora sísmica en un país tan preparado contra terremotos físicos.



(En otros posts trataremos otros temas relacionados con lo que he venido a llamar la "excepción genético-cultural". Permaneced atentos al mismo batcanal)

viernes, agosto 04, 2006

Eva, la razon de k Adan callera en la tentacion

Hola, aki la tercera en discordia. Yo llegue a estas islas en aviooon (vente en barco y veras lo k vale un peine, las veces k iras a potar fueraborda). Bueno pues llegue aqui no por el pikachu, ni para comprarme un porron de cachibaches inutiles en una exposicion de Dragon Ball en la exposicion del manga este en Odaiba, ni para comprar figurinas para que luego crien polvo en las estanterias de mi casa (si es k todavia no sali de la de mis padres). Ni llegue para cerrarme en ninguna habitacion para frikearme con la PSP2, ni si kiera llegue aqui para ligarme al japo o japa de turno porke esta de moda, ni tampoco llegue aqui pensando k la superfashion de aca es la bomba. Me vine a estudiar, me vine porke me gusta la cultura, y me vine en busca de un suenyo.
Sigo en ello.

jueves, agosto 03, 2006

Un mundo a parte

Buenas a todos. Soy Coelacanth, otro de los creadores de este blog.

Mi devoción por la cultura japonesa viene de hace posiblemente más de diez años. Mi peculiar afición no vino ni por el manga ni por los videojuegos, sinó más bien por la música, en una época en la que todavía se hacia música de calidad en este país. Por este motivo comencé a estudiar japonés y a dejar que me vendieran la moto, que compré y mimé de muy buen gusto.

Después de mucho ir y venir, comencé a vivir en Japón, donde estuve estudiando japonés durante dos años, tras los cuales aprové los examenes de acceso a la universidad y comenzé a estudiar ingeniería de telecomunicaciones. Al contrario de lo que pasa con la mayoría de extranjeros, que se enguetan entre sí y no se relacionan con japoneses, durante mis dos primeros años de estancia sólamente estuve en contacto con gente japonesa, ya bien fuera en el trabajo como en el ámbito privado. No fué hasta pasados estos dos años que comencé también a salir con gente extranjera. A día de hoy llevo aquí siete años viviendo y trabajando como profesor y músico.

El motivo por el cual nos hemos decidido a crear este blog ha sido para dar a conocer la verdadera realidad de Japón. Una realidad generalmente mitificada por mero desconocimiento, o bien fantaseada por mucha gente que, para propia desgracia, ha hecho de Japón un país que existe sólamente dentro de sus cabezas.

Off ye go ! El creador del blog se presenta.

Saludos cordiales. Quisiera hacer algunos comentarios, como creador, instigador y culumbrete supremo (sic) de este blog.

Mi relación con Japón es de amor-odio, tanto en un sentido simultáneo, como temporal (en ese orden, he pasado de querer al país a estar algo harto de él según cómo me levanto). Es triste que un lugar que siempre te ha gustado, desde pequeño, se esté yendo a pique ante tus propios ojos, por la inoperancia de unos pocos. En el fondo, me gusta este país (si no, no estaría en él), pero no aguanto el trato que, si rascas la costra superficial de falsas buenas maneras que lo recubre todo, se ve que se nos reserva a los que venimos aquí a aprender, trabajar, en resumen, a contribuir a esta sociedad con toda nuesta ilusión.

A la larga, he acabado dándome cuenta de las cosas importantes en esta vida (no las voy a mencionar, porque son subjetivas), y veo que esta sociedad se basa en la negación sistemática del permiso para satisfacer muchas de esas necesidades. Quería, pues, antes de irme de este lugar el próximo mes de marzo, expresar mi descontento con cómo se llevan muchas cosas en esta sociedad (política, economía, etc.), y para ello espero la colaboración de mis amigos que, al igual que yo, han vivido experiencias que con el tiempo han resultado ser tremendamente frustrantes en este lugar.

Soy estudiante de lingüística, con una beca (que agradezco profundamente al gobierno que tanto critico, pero creo que lo uno no quita lo otro: desacuerdo con agradecimiento, pero sin sumisión), resido en Kobe (ahórrense los comentarios baloncestísticos) desde hace 3 años y medio, y he vivido 1 año con anterioridad en Tokyo. Hablo a título exclusivamente individual cuando digo que admito que no es una estancia tan larga como para que mis palabras estén escritas en piedra (que no lo están, como las de nadie), pero sí que defiendo que ha sido una estancia muy fructuosa en cuanto a darme cuenta de cómo el país se está yendo a pique: uno no ve si no quiere mirar, y ese no ha sido mi caso.

Los posts de este blog versarán, imagino, sobre diversos temas, experiencias y hechos culturales y sociales relacionados con nuestra vida en Japón. Algunos pueden pareceros barbaridades, algunos incluso mentira, pero nada más lejos de la realidad: sabemos de qué hablamos, porque todo esto lo hemos vivido.

Sobre gustos no hay nada escrito, se dice. Cierto. Soy consciente de que nuestros comentarios irritarán a unos, desilusionarán a otros y dejarán fríos a unos pocos. Sin embargo, espero que sirvan para dar a conocer con un poco más de exactitud la realidad social del Japón actual a toda la gente que, o bien no tienen una opinión mínima, o bien se creen que aquí hay samurais y geishas, o bien manejan tópicos que sí definirían a Japón hace 30 años, o bien se creen que este lugar es un parque temático de videojuegos, manga y animación.

Ahí lanzo eso.
Atte.
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