Japón, el sexo y Mc.Donald's
Hace unos meses, después de trabajar, me fui a dar un paseo con un amigo mío y su hija de 5 años por el barrio de Umeda, centro de negocios, comercial y entretenimiento de Osaka. Al cruzar la avenida Shin-Midosuji, pasamos por un cine por delante del cual estoy acostumbrado a pasar casi todos los dias. Como todos los cines, tiene una taquilla y carteles de gran tamaño mostrando a bombo y platillo las películas en proyección y los próximos estrenos. Pero esta sala cinematográfica tiene algo que la diferencia del resto de cines a los cuales estamos acostumbrados: es un cine porno. Y allí me vi, parado en el semáforo para cruzar la calle, cogido de la mano de la cría, que miraba estupefacta el grotesco espectáculo que se alzaba frente a sus ojos.
Podría ser un hecho puntual, pero por desgracia no lo es. La escena se repite constantemente en cualquier parte de la ciudad. Hasta cuando uno vuelve del trabajo y mira el buzón de su casa, se encuentra multitud de panfletos con fotografías de chicas desnudas invitando en su anverso a los hombres a usar servicios de prostitución a domicilio, y en el reverso animando a las mujeres a trabajar ofreciendo dichos servicios para la empresa que los anuncia.
En Japón resulta casi imposible huir de material de naturaleza pornográfica. Evidentemente hay leyes que prohiben la venta de tal a menores de edad, pero ninguna regula la exposición de tal en lugares púbicos. Existe un limbo legal al respecto que permite a las empresas del sector a anuciar abiertamente locales de alterne, prostitución y similares sin tener que enfrentarse a ningún tipo de sanciones.
Si tenemos en cuenta que el sector del ocio nocturno es uno de los que mueven más dinero en Japón, y que tales locales están generalmente regentados por grupos mafiosos que a su vez mantienen estrechos vínculos con el gobierno, no resulta muy dificil entender por qué no se cambia la legislación vigente para regular la manera de operar de este tipo de negocios.
Éstos son extremadamente abundantes, especialmente cerca de las zonas en las que se concentran la mayoría de oficinas de la ciudad. En Tokyo, por ejemplo, se encuentran en Kabukicho, el corazón de Shinjuku. A su vez, en Osaka, se concentran en Umeda. El hecho de ubicarse mayormente en estos lugares no es mera coincidencia. Están justo al lado de las zonas de oficinas para que los salary man puedan acceder fácilmente a ellas después de trabajar.
No se trata de los típicos “distritos rojos” que existen en algunas ciudades europeas. Son zonas normales donde también hay oficinas, restaurantes y tiendas de ropa. Zonas por las que pasan todo tipo de personas sin distinción de sexo ni edad: hombres, mujeres, niños y niñas.
Entre tiendas y restaurantes se encuentran dichos comercios sexuales, anunciados por grandes carteles luminosos que muestran a chicas ligeras de ropa, a veces en top less, y que llaman la atención de los peatones con luces intermitentes de todos los colores. Normalmente delante de cada tienda se encuentran jovenes vestidos con traje que intentan captar a clientes entre la muchedumbre que pasa por delante, de una manera bastante incordiante, por cierto.
Para quien piense que esto todavía es poco, he visto, y sigo viendo a menudo, furgonetas con fotografías eróticas de chicas anunciando indiscriminadamente prostíbulos y locales de alterne a todo volumen por el centro de la ciudad a las 5 de la tarde, dando vueltas a la misma calle durante horas.
Como sé que la mayoría de vosotros nunca ha estado en Japón, voy a intentar resumir los locales más comunes que existen y explicar por encima algunas de sus características.
Aunque no soy muy aficionado a la comida rápida, en este tipo de restaurantes suele haber un panel luminoso arriba del mostrador, con el menú y fotografías de la comida o las últimas ofertas y promociones. En el último tipo de local que acabo de explicar, los paneles son exactamente iguales a los de cualquier cadena de comida rápida. Estamos ante la macdonalización pura y dura del sexo. Uno entra a la tienda, se mira el panel y dice la chica que quiere. Como una hamburguesa. Todo expuesto públicamente, a la vista de todos. Se presenta y se compra a las mujeres como cualquier otra mercancía. Hasta se llegan a hacer descuentos especiales para grupos.
Éste es un hecho que aunque de por sí no pueda parecer muy relevante, con una reflexión más profunda nos lleva a entender, de un modo aproximado, cual es el grado de aceptación social que tiene el hecho de utilizarlos y la frecuencia con la que se usan.
El que muchos lugares ofrezcan descuentos para grupos numerosos responde a una mera estrategia comercial que es característica de aquellos entornos en los que hay mucha oferta (que siempre es proporcional a la demanda), hecho que genera una competencia directa entre locales. En otras palabras, es una guerra de precios para hacerse con el mayor número posible de clientes.
En este caso concreto, la oferta es para grupos, lo cual evidencia que existe una demanda real de gente que sale junta para contratar tales servicios.
En nuestros paises, ¿qué opinarian nuestros amigos si un dia descubrieran que nos vamos de putas o somos asiduos a locales de alterne? Aunque siempre puede haber excepciones, la reacción general sería de rechazo: la prostitución está mal vista porque se considera una agresión a la integridad de las mujeres. Dejando de lado a aquellas que se prostituyen en la calle, en muchos paises los locales donde se ofrecen estos servicios se encuentran en lugares retirados y discretos precisamente para preservar la intimidad de los clientes. Y pese a eso siempre existen movilizaciones vecinales para forzar el cierre de dichos negocios ya que atraen a gente no deseable, perjudican la imagen del barrio y especialmente hacen de éste un lugar poco propicio para la educación de sus hijos.
Por su lado, en Japón está aceptado socialmente el ir a locales de alterne o a prostíbulos. Después del trabajo, los hombres se van de copas juntos, tras lo cual van a locales de alterne de diversos tipos. Está tan aceptado y se ve como algo tan normal que entre hombres se oyen cosas como “¿Oye, me recomiendas un sitio donde me lo hagan bien?” o “La chica de ayer parecía más guapa en la foto.” Decir “vámonos a un kyabakura” no tiene más repercusiones de las que podría tener decir “vamos a tomar unas cervecitas.”
Por lo general, en Europa y America los hombres que buscan el servicio de las prostitutas son personas que por edad, apariencia o diversos motivos no tienen la oportunidad de disfrutar de compañía femenina o de tener relaciones sexuales de mutua complaciencia con mujeres.
Sin embargo, en Japón, el irse a prostíbulos o locales de alterne es una alternativa más al irse de copas. El aspecto físico, edad, estar casado o tener pareja estable no tiene absolutamente nada que ver. De hecho el ir a clubs de alterne se ve en muchas ocasiones como parte del trabajo y rechazar ir a estos lugares causa malestar entre los compañeros de oficina, especialmente los jefes, y en ocasiones hasta da lugar a mobbing.
¿Qué es lo que hace que hacer todo esto esté tan aceptado socialmente? De hecho es un conjunto de factores que, combinados, desembocan en este tipo de comportamiento.
Ante todo hay que tener en cuenta que Japón es una sociedad que pasó de la época feudal a la época contemporanea sin pasar por un renacimiento a nivel intelectual; no han interiorizado ese cambio del todo, y de ahí resulta que su occidentalización haya sido, cuanto menos, muy particular. El machismo está presente en todas las esferas de la sociedad, y se hace pantente a nivel político y judicial. Por ejemplo, las mujeres tienen prohibido casarse durante los 6 primeros meses que siguen a un divorcio, mientras que los hombres se pueden casar al dia siguiente de divorciarse.
La mujer es usada como objeto sexual hasta en las televisiones generalistas. He llegado a ver programas de tertulia o debate en los que ponen detras a 20 chicas en bikini bailando sin venir a cuento de nada. No es de extrañar que el año pasado el mismísimo ministro de sanidad y trabajo llegara a decir en público que las mujeres son meras máquinas para hacer bebés, y se quedara tan tranquilo.
Otro punto a considerar es que los locales que ofrecen servicios sexuales están en lugares céntricos concurridos por todo tipo de personas, con material erótico y a veces pornográfico expuesto a la vista todo aquel que pasa por delante. La gente que entra y sale lo hace sin ningún tipo de tapujo y con la cabeza bien alta. Entran desde salary man en grupos vestidos con traje y corbata hasta jovenes vestidos con pantalones tejanos.
La escena se presenta como algo tan normal, que los niños crecen viendo esa realidad y aceptándola tal y como se la presentan. Desde pequeños han visto a las mujeres ser usadas como simples productos, y actuan igual sin sentir ningún tipo de reticencia cuando han llegado a adultos.
Lejos de intentar luchar contra este problema, las mujeres contribuyen a empeorarlo aún más. El consumismo tan disparatado que existe en Japón y que ya he explicado en otras ocasiones en este blog, lleva a muchas mujeres jovenes a trabajar en locales de alterne o a prostituirse no por necesidad, sino motivos puramente lucrativos. El sueldo que perciben multiplica varias veces el que recibirían trabajando como oficinistas, y les permite llevar una vida llena de gastos innecesarios, comprando bolsos Louis Vuitton y vestidos de Channel. Podrían trabajar de cualquier cosa en cualquier otro sitio, como cualquier otra persona. Pero el hecho de que la sociedad (mujeres incluidas) haya acabado viendo como normal este tipo de trabajos es, con toda seguridad, uno de los factores determinantes a la hora de decantarse por ellos.
Encontrar trabajo como chica de local de alterne o prostituta resulta relativamente fácil. A la entrada de tabernas, y otros locales se encuentra a veces una estantería con revistas gratuitas a disposición de los clientes. Algunas de estas revistas son íntegramente anucios para trabajos de este tipo. Por inversosímil que pueda parecer, tambien se encuentran disponibles en la red portales especializados en ofrecer este tipo de empleos, que ofrecen información detallada, por categorías, y por zonas. Los más incrédulos podéis visitar esta página. No tiene desperdicio.
Lo más inverosímil del tema es que en Japón, oficialmente, la prostitución y la pornografía están completamente prohibidas. En los aeropuertos, frente a aduanas, se pueden observar carteles que prohiben la entrada al país de material pornográfico. Esto contrasta con el hecho de que Japón es el segundo productor de pornografía mundial. ¿Cómo es posible este hecho? Se considera sólamente pornografía cualquier material que enseñe las partes genitales. A las películas, una vez grabadas, se les aplica un mosaico digital que cubre las partes genitales, y el material pasa de considerarse pornográfico a ser catalogado “para adultos”. Así Japón puede mostrarse a sí mismo ante el mundo como un país moralmente correcto donde no hay lugar para la pornografía, mientras sus videoclubs dedican grandes zonas a exponer miles de películas porno nacionales.
Usando la misma estrategia, se considera prostitución cualquier relación sexual en la que exista penetración de cualquier tipo a cambio de dinero. Mientras no exista penetración, todo está permitido. Y así, del mismo modo que con la pornografía, Japón puede presumir por lo alto de ser un país donde la prostitución no existe, cuando en realidad se pueden encontrar miles de prostíbulos por sus zonas céntricas donde realmente sí que se practican penetraciones, pero siempre “off-the-record.”
Aunque el tema es muy extenso y un solo post no podría abarcar toda la cantidad de información que querría dar, me gustaría hacer un último inciso sobre la pornografía. Japón es un país obsesionado por la juventud. Existen grupos de musica formados por chicas entre 10 y 18 años que visten con ropa demasiado provocativa para su edad y las estanterías de las librerias muestran libros de fotografías semi-pornográficas de chicas de 14 años. En las tiendas de manga, se pueden ver libros que representan a menores, que a veces emulan tener hasta menos de 10 años, emprendiendo relaciones sexuales o siendo violados. Tras años sin ningún tipo de regulaciones, la situación se le está escapando de las manos al gobierno, que está viendo como la demanda de pornografía infantil y asaltos sexuales a menores se han venido incrementando sustancialmente durante los últimos años. Jordi Juste, corresponsal de El Periódico de Catalunya en Kyoto, hace referencia a este problema en este interesante artículo.
Aunque hasta ahora la compra-venta de pornografía infantil era ilegal, su posesión no lo era en absoluto. Se podía, por ejemplo, pagar dinero a menores para que enviaran a uno fotografías eróticas por el teléfono móvil, y estar en posesión de ellas no constituía ningún tipo de delito. Es ahora cuando el gobierno está comenzando a plantearse el prohibir también la posesión de este tipo de material, presionado por otros paises. No obstante tiene planeado eximir las publicaciones manga, al considerarse que, al ser éstas sólamente dibujos, no hay ningún menor que pueda ser considerado como víctima. Como de costumbre, ley con trampa: se prohibe la posesión de lo que ya está prohibido, mientras que se continua alimentando la mente de depravados mediante la venta de material que burla la definición del delito. Y ésto, a la larga, es lo que acaba generando más demanda. Para más información sobre este tema, recomiendo encarecidamente la lectura de este artículo.
Por lo general los japoneses se jactan de haber creado una sociedad perfecta, organizada, de paz y de mutuo respeto, y ésta es la imagen que nos han intentado hacer llegar a todo el mundo. Pero la realidad es bien distinta. Por culpa de la permisividad de su gobierno y la pasividad de los ciudadanos, Japón ha perdido durante las últimas décadas muchos de aquellos valores que en el pasado lo caracterizaban.
Como último decir que si alguno de vosotros, después de leer este post, está pensando en aprovechar para venir a Japón y ponerse las botas, mejor que se vaya olvidando: en casi la totalidad de estos negocios está expresamente prohibida la entrada a extranjeros.
Será que el gremio nos tiene miedo.
Podría ser un hecho puntual, pero por desgracia no lo es. La escena se repite constantemente en cualquier parte de la ciudad. Hasta cuando uno vuelve del trabajo y mira el buzón de su casa, se encuentra multitud de panfletos con fotografías de chicas desnudas invitando en su anverso a los hombres a usar servicios de prostitución a domicilio, y en el reverso animando a las mujeres a trabajar ofreciendo dichos servicios para la empresa que los anuncia.
En Japón resulta casi imposible huir de material de naturaleza pornográfica. Evidentemente hay leyes que prohiben la venta de tal a menores de edad, pero ninguna regula la exposición de tal en lugares púbicos. Existe un limbo legal al respecto que permite a las empresas del sector a anuciar abiertamente locales de alterne, prostitución y similares sin tener que enfrentarse a ningún tipo de sanciones.
Si tenemos en cuenta que el sector del ocio nocturno es uno de los que mueven más dinero en Japón, y que tales locales están generalmente regentados por grupos mafiosos que a su vez mantienen estrechos vínculos con el gobierno, no resulta muy dificil entender por qué no se cambia la legislación vigente para regular la manera de operar de este tipo de negocios.
Éstos son extremadamente abundantes, especialmente cerca de las zonas en las que se concentran la mayoría de oficinas de la ciudad. En Tokyo, por ejemplo, se encuentran en Kabukicho, el corazón de Shinjuku. A su vez, en Osaka, se concentran en Umeda. El hecho de ubicarse mayormente en estos lugares no es mera coincidencia. Están justo al lado de las zonas de oficinas para que los salary man puedan acceder fácilmente a ellas después de trabajar.
No se trata de los típicos “distritos rojos” que existen en algunas ciudades europeas. Son zonas normales donde también hay oficinas, restaurantes y tiendas de ropa. Zonas por las que pasan todo tipo de personas sin distinción de sexo ni edad: hombres, mujeres, niños y niñas.
Entre tiendas y restaurantes se encuentran dichos comercios sexuales, anunciados por grandes carteles luminosos que muestran a chicas ligeras de ropa, a veces en top less, y que llaman la atención de los peatones con luces intermitentes de todos los colores. Normalmente delante de cada tienda se encuentran jovenes vestidos con traje que intentan captar a clientes entre la muchedumbre que pasa por delante, de una manera bastante incordiante, por cierto.
Para quien piense que esto todavía es poco, he visto, y sigo viendo a menudo, furgonetas con fotografías eróticas de chicas anunciando indiscriminadamente prostíbulos y locales de alterne a todo volumen por el centro de la ciudad a las 5 de la tarde, dando vueltas a la misma calle durante horas.
Como sé que la mayoría de vosotros nunca ha estado en Japón, voy a intentar resumir los locales más comunes que existen y explicar por encima algunas de sus características.
- Hostess Club: No nos dejemos engañar por la sonoridad o el glamour que le pueda dar este nombre en inglés. Estos locales son lo que en España llamamos locales de alterne. Sin más ni menos. En estos locales uno paga una cantidad de dinero determinada por hora que le da derecho a consumir bebidas alcoholicas con señoritas que visten ropa ligera y bastante sugerente. Estas se van cambiando periódicamente de asiento para hablar con diferentes clientes. El objetivo de las chicas es engatusar a los hombres con mentiras y falsas promesas para vender el mayor número de bebidas posible, que siempre guarda una relación directa con el sueldo que la muchacha acaba percibiendo. Estos locales también son llamados Kyabakura, que viene del término inglés Cabaret Club.
- Sexy Kyabakura: Estos locales son parecidos a los Hostess Club, con la diferencia de que el trato es más personalizado y también se puede besar o tocar directamente a la chica, dependiendo del local.
- Herusu (del inglés “Health”): En estos lugares, uno escoge a una chica entre las fotografías que le presentan y le hacen pasar a un piso, que acostumbra a estar cerca del lugar donde se contrata el servicio. En este lugar, uno puede simular tener una relación sexual con la chica escogida en la fotografía, aunque nunca existe penetración real. Normalmente, para contratar estos servicios, se tiene que entrar previamente a un lugar llamado Muryou Annaisho, que explico a continuación.
- Muryou Annaisho (Literalmente, “puesto gratuito de anuncios”): Estos lugares, anuciados por carteles luminosos con fotografías de chicas en ellos, son los intermediarios entre los clientes y diversos tipos de negocios relacionados con el sexo, especialmente el herusu. Una vez dentro, uno se encuentra con decenas, a veces cientos de fotografías de chicas expuestas en paneles fluorescentes en la pared. Uno escoge la chica que quiere y el empleado, tras llamar por teléfono a la tienda donde pertenece la chica y asegurarse de su disponibilidad, lleva al cliente hasta el local donde puede contratar sus servicios. En torno a estos locales se mueve prácticamente la totalidad del negocio de los herusu y las fotografías de los paneles son completamente visibles por aquellos que pasan por delante de la tienda. Lo único que las separa de la via pública es una cortina de un metro de largo que cuelga de la entrada. Ni siquiera una puerta porque no la hay. Dicha cortina dificulta parcialmente la visión de los paneles que se encuentran en el interior a las personas de estatura media que pasan enfrente del local, pero no a los niños, que pueden contemplar tranquilamente su interior.
Aunque no soy muy aficionado a la comida rápida, en este tipo de restaurantes suele haber un panel luminoso arriba del mostrador, con el menú y fotografías de la comida o las últimas ofertas y promociones. En el último tipo de local que acabo de explicar, los paneles son exactamente iguales a los de cualquier cadena de comida rápida. Estamos ante la macdonalización pura y dura del sexo. Uno entra a la tienda, se mira el panel y dice la chica que quiere. Como una hamburguesa. Todo expuesto públicamente, a la vista de todos. Se presenta y se compra a las mujeres como cualquier otra mercancía. Hasta se llegan a hacer descuentos especiales para grupos.
Éste es un hecho que aunque de por sí no pueda parecer muy relevante, con una reflexión más profunda nos lleva a entender, de un modo aproximado, cual es el grado de aceptación social que tiene el hecho de utilizarlos y la frecuencia con la que se usan.
El que muchos lugares ofrezcan descuentos para grupos numerosos responde a una mera estrategia comercial que es característica de aquellos entornos en los que hay mucha oferta (que siempre es proporcional a la demanda), hecho que genera una competencia directa entre locales. En otras palabras, es una guerra de precios para hacerse con el mayor número posible de clientes.
En este caso concreto, la oferta es para grupos, lo cual evidencia que existe una demanda real de gente que sale junta para contratar tales servicios.
En nuestros paises, ¿qué opinarian nuestros amigos si un dia descubrieran que nos vamos de putas o somos asiduos a locales de alterne? Aunque siempre puede haber excepciones, la reacción general sería de rechazo: la prostitución está mal vista porque se considera una agresión a la integridad de las mujeres. Dejando de lado a aquellas que se prostituyen en la calle, en muchos paises los locales donde se ofrecen estos servicios se encuentran en lugares retirados y discretos precisamente para preservar la intimidad de los clientes. Y pese a eso siempre existen movilizaciones vecinales para forzar el cierre de dichos negocios ya que atraen a gente no deseable, perjudican la imagen del barrio y especialmente hacen de éste un lugar poco propicio para la educación de sus hijos.
Por su lado, en Japón está aceptado socialmente el ir a locales de alterne o a prostíbulos. Después del trabajo, los hombres se van de copas juntos, tras lo cual van a locales de alterne de diversos tipos. Está tan aceptado y se ve como algo tan normal que entre hombres se oyen cosas como “¿Oye, me recomiendas un sitio donde me lo hagan bien?” o “La chica de ayer parecía más guapa en la foto.” Decir “vámonos a un kyabakura” no tiene más repercusiones de las que podría tener decir “vamos a tomar unas cervecitas.”
Por lo general, en Europa y America los hombres que buscan el servicio de las prostitutas son personas que por edad, apariencia o diversos motivos no tienen la oportunidad de disfrutar de compañía femenina o de tener relaciones sexuales de mutua complaciencia con mujeres.
Sin embargo, en Japón, el irse a prostíbulos o locales de alterne es una alternativa más al irse de copas. El aspecto físico, edad, estar casado o tener pareja estable no tiene absolutamente nada que ver. De hecho el ir a clubs de alterne se ve en muchas ocasiones como parte del trabajo y rechazar ir a estos lugares causa malestar entre los compañeros de oficina, especialmente los jefes, y en ocasiones hasta da lugar a mobbing.
¿Qué es lo que hace que hacer todo esto esté tan aceptado socialmente? De hecho es un conjunto de factores que, combinados, desembocan en este tipo de comportamiento.
Ante todo hay que tener en cuenta que Japón es una sociedad que pasó de la época feudal a la época contemporanea sin pasar por un renacimiento a nivel intelectual; no han interiorizado ese cambio del todo, y de ahí resulta que su occidentalización haya sido, cuanto menos, muy particular. El machismo está presente en todas las esferas de la sociedad, y se hace pantente a nivel político y judicial. Por ejemplo, las mujeres tienen prohibido casarse durante los 6 primeros meses que siguen a un divorcio, mientras que los hombres se pueden casar al dia siguiente de divorciarse.
La mujer es usada como objeto sexual hasta en las televisiones generalistas. He llegado a ver programas de tertulia o debate en los que ponen detras a 20 chicas en bikini bailando sin venir a cuento de nada. No es de extrañar que el año pasado el mismísimo ministro de sanidad y trabajo llegara a decir en público que las mujeres son meras máquinas para hacer bebés, y se quedara tan tranquilo.
Otro punto a considerar es que los locales que ofrecen servicios sexuales están en lugares céntricos concurridos por todo tipo de personas, con material erótico y a veces pornográfico expuesto a la vista todo aquel que pasa por delante. La gente que entra y sale lo hace sin ningún tipo de tapujo y con la cabeza bien alta. Entran desde salary man en grupos vestidos con traje y corbata hasta jovenes vestidos con pantalones tejanos.
La escena se presenta como algo tan normal, que los niños crecen viendo esa realidad y aceptándola tal y como se la presentan. Desde pequeños han visto a las mujeres ser usadas como simples productos, y actuan igual sin sentir ningún tipo de reticencia cuando han llegado a adultos.
Lejos de intentar luchar contra este problema, las mujeres contribuyen a empeorarlo aún más. El consumismo tan disparatado que existe en Japón y que ya he explicado en otras ocasiones en este blog, lleva a muchas mujeres jovenes a trabajar en locales de alterne o a prostituirse no por necesidad, sino motivos puramente lucrativos. El sueldo que perciben multiplica varias veces el que recibirían trabajando como oficinistas, y les permite llevar una vida llena de gastos innecesarios, comprando bolsos Louis Vuitton y vestidos de Channel. Podrían trabajar de cualquier cosa en cualquier otro sitio, como cualquier otra persona. Pero el hecho de que la sociedad (mujeres incluidas) haya acabado viendo como normal este tipo de trabajos es, con toda seguridad, uno de los factores determinantes a la hora de decantarse por ellos.
Encontrar trabajo como chica de local de alterne o prostituta resulta relativamente fácil. A la entrada de tabernas, y otros locales se encuentra a veces una estantería con revistas gratuitas a disposición de los clientes. Algunas de estas revistas son íntegramente anucios para trabajos de este tipo. Por inversosímil que pueda parecer, tambien se encuentran disponibles en la red portales especializados en ofrecer este tipo de empleos, que ofrecen información detallada, por categorías, y por zonas. Los más incrédulos podéis visitar esta página. No tiene desperdicio.
Lo más inverosímil del tema es que en Japón, oficialmente, la prostitución y la pornografía están completamente prohibidas. En los aeropuertos, frente a aduanas, se pueden observar carteles que prohiben la entrada al país de material pornográfico. Esto contrasta con el hecho de que Japón es el segundo productor de pornografía mundial. ¿Cómo es posible este hecho? Se considera sólamente pornografía cualquier material que enseñe las partes genitales. A las películas, una vez grabadas, se les aplica un mosaico digital que cubre las partes genitales, y el material pasa de considerarse pornográfico a ser catalogado “para adultos”. Así Japón puede mostrarse a sí mismo ante el mundo como un país moralmente correcto donde no hay lugar para la pornografía, mientras sus videoclubs dedican grandes zonas a exponer miles de películas porno nacionales.
Usando la misma estrategia, se considera prostitución cualquier relación sexual en la que exista penetración de cualquier tipo a cambio de dinero. Mientras no exista penetración, todo está permitido. Y así, del mismo modo que con la pornografía, Japón puede presumir por lo alto de ser un país donde la prostitución no existe, cuando en realidad se pueden encontrar miles de prostíbulos por sus zonas céntricas donde realmente sí que se practican penetraciones, pero siempre “off-the-record.”
Como se prentende que esta realidad no existe, los japoneses no suelen mostrar de esto al extranjero, por lo que me ha resultado tan difícil encontrar fotografías en internet para publicar en este blog, que he tenido que salir personalmente yo a hacerlas. Buena parte de las que veis junto al texto las he tomado yo.
Aunque el tema es muy extenso y un solo post no podría abarcar toda la cantidad de información que querría dar, me gustaría hacer un último inciso sobre la pornografía. Japón es un país obsesionado por la juventud. Existen grupos de musica formados por chicas entre 10 y 18 años que visten con ropa demasiado provocativa para su edad y las estanterías de las librerias muestran libros de fotografías semi-pornográficas de chicas de 14 años. En las tiendas de manga, se pueden ver libros que representan a menores, que a veces emulan tener hasta menos de 10 años, emprendiendo relaciones sexuales o siendo violados. Tras años sin ningún tipo de regulaciones, la situación se le está escapando de las manos al gobierno, que está viendo como la demanda de pornografía infantil y asaltos sexuales a menores se han venido incrementando sustancialmente durante los últimos años. Jordi Juste, corresponsal de El Periódico de Catalunya en Kyoto, hace referencia a este problema en este interesante artículo.
Aunque hasta ahora la compra-venta de pornografía infantil era ilegal, su posesión no lo era en absoluto. Se podía, por ejemplo, pagar dinero a menores para que enviaran a uno fotografías eróticas por el teléfono móvil, y estar en posesión de ellas no constituía ningún tipo de delito. Es ahora cuando el gobierno está comenzando a plantearse el prohibir también la posesión de este tipo de material, presionado por otros paises. No obstante tiene planeado eximir las publicaciones manga, al considerarse que, al ser éstas sólamente dibujos, no hay ningún menor que pueda ser considerado como víctima. Como de costumbre, ley con trampa: se prohibe la posesión de lo que ya está prohibido, mientras que se continua alimentando la mente de depravados mediante la venta de material que burla la definición del delito. Y ésto, a la larga, es lo que acaba generando más demanda. Para más información sobre este tema, recomiendo encarecidamente la lectura de este artículo.
Por lo general los japoneses se jactan de haber creado una sociedad perfecta, organizada, de paz y de mutuo respeto, y ésta es la imagen que nos han intentado hacer llegar a todo el mundo. Pero la realidad es bien distinta. Por culpa de la permisividad de su gobierno y la pasividad de los ciudadanos, Japón ha perdido durante las últimas décadas muchos de aquellos valores que en el pasado lo caracterizaban.
Como último decir que si alguno de vosotros, después de leer este post, está pensando en aprovechar para venir a Japón y ponerse las botas, mejor que se vaya olvidando: en casi la totalidad de estos negocios está expresamente prohibida la entrada a extranjeros.
Será que el gremio nos tiene miedo.
Etiquetas: Japón sexo pornografía ley