Tuertos en el país de los ciegos

lunes, septiembre 11, 2006

A veces las comparaciones resultan odiosas.

Hemos comentado alguna vez la escasa formación en informática y en tecnología de la mayoría de japoneses. Hoy quisiera hacer un poco más de hincapié en este tema, dando unos cuantos casos cuanto menos curiosos, que quizás den que pensar a gente que se piensa que Japón es un país superavanzado tecnológicamente. Bien, seamos realistas: lo es, pero de forma totalmente irregular. Luego os cuento por qué.

Estaba pensando ahora yo en los trámites que tuve que pasar el curso pasado y este, en la universidad, para matricularme en el master (primer y segundo curso respectivamente). Me he dado cuenta de que el cambio en los procedimientos, en solo un año, ha sido importante, y lo mejor de todo, ha sido para bien; sin embargo todas las mejoras tienen un lado oscuro según el punto de vista desde el que se miran. Me explico:


  • Foto del interior de uno de los tochos de información para la matrícula del 2005Año pasado: Para matricularme, tuve que hacer decenas de trámites, ir a correos a hacer ingresos a la cuenta de la universidad para algunos gastos que no cubre ninguna beca, tuve que rellenar a mano un papelucho en plan diagrama horario semanal, basándome en un tocho de como 200 páginas, escrito sin el mas mínimo maquetado y sin prácticamente divisiones de párrafos, en el que encontrar la información que deseas es una utopía. Tras aprenderme un sistema de aplicación de créditos propio de la universidad, y un par de normas, rellené el papel, fui a buscar al profesor tutor, lo revisó, me lo firmó, lo firmé yo, y lo entregué con el resto de papeles en un sobre tamaño A3 en secretaría del centro.

  • Aulas así tendrían que ser la norma, y no la excepciónEste año: gracias a la contratación de un técnico informático (un chico calvo y algo cebollón con mucha pinta de friki, con pantalones a cuadros lila y verde, pero muy buena persona, y lo más importante, tremendamente eficiente en absolutamente todo lo que hace, hasta el punto que en cada vez que nos tiene que solucionar un problema técnico, nos sorprende favorablemente), la adquisición de varios equipos informáticos nuevos (PCs, con una especie de aparato en plan lo del bootcamp que tienen los macs, pero externo, que permite encender en Linux [sistema oficial de la universidad, por ser gratuito, distro Turbolinux], y en Windows [novedad, porque al ser una univ. semipública, hasta ahora no había medios para adquirir licencias]), y una especie de applet de java curioso, pudimos realizar la matriculación todos los estudiantes de forma informatizada. Curiosamente, lo único informatizado era el rellenar esa tabla, porque luego tenías que llevar copias de la tabla de horarios impresa desde el PC a secretaría, pero ciertamente era el único papel que había que entregar, cosa que se agradece.

A todo esto, me vienen a la cabeza un par de reflexiones que me hice ya hace un tiempo, hablando con mi profesora respecto a la actitud ante la informática de nuestra universidad en general (que espero que cambie). Ella llegó al centro en 1996, y justo un mes antes de llegar ella, metieron red informática y e-mail en la universidad. Una barbaridad de retraso si lo comparamos con su estancia en EEUU, cuando hizo sus postgrados, donde tenían e-mail desde un buen principio. Bien, que llega, ella, le instalan como pueden la conexión en su despacho y, ilusa ella, se pensaba que a su cuenta de mail de la universidad, le iban a llegar… ¡avisos internos! ¡NI UNO! Y eso no ha cambiado. Aun habiendo pasado diez años desde entonces, todos los avisos internos al profesorado se hacen exclusivamente vía papel (y ojo, no es papel reciclado, en muchos de los casos). Que digo yo, en diez años, ¿no podrían haber creado una lista interna de distribución de avisos internos? Vamos, no obligatoria (quien no sepa usar un PC, que reciba sus avisos en papel), pero sí que estuviese disponible para todo el profesorado. Se iban a ahorrar bastante dinero en papel, y tiempo enviando papeles a la gente.

¡Aprended a reclclaaaaaar malandrineeeeeeeees!Esto me lleva a pensar en las toneladas de papel que derrocha la universidad (hablo ya solo de la nuestra) cada año: En mayo, cuando la universidad se deshace de los folios sobrantes de respuesta de los exámenes de entrada (folios que, en vez de ir a trituradora y reciclaje, van marcados como “Para quemar”), y de papeles en sucio y libros y revistas viejas de profesorado y clubes, me duele pensar que, de organizar las cosas de una manera más eficiente, y usando las nuevas tecnologías (ojo, ya no son TAN nuevas, digo yo, que podrían haberse adaptado ya), se ahorrarían mucho dinero en papel; si les da igual el medio ambiente, al menos que lo vean desde este punto de vista. Porque aquí, encima, eso del reciclaje de sobres, y de papel usado para volver a imprimir detrás, es algo que no se practica. Les gusta demasiado usar material siempre nuevo, o sea, siguen mentalmente en la época del desarrollo y el consumismo.

Pero no. A papel. Todo. Y en los claustros de profesorado, todos los papeles que les han enviado de “Información previa”, se los reparten de nuevo a todos los profesores. O sea, derroche por vía doble, derroche porque esos papeles no se los lee nade, ya que, como ya comenté en el post de los comités, a esos claustros se va a levantar la mano y nada más.

Si comparo esto con mi universidad de origen, donde hice la licenciatura (UAB), veo que entonces, ya cuando hacía segundo, en el 98, muchos de los trámites, matriculaciones y similares, de muchas facultades, se hacían de forma 100% informatizada, y cuando volví a buscar el título en el 2003, vi que se había avanzado bastante en el asunto, sobre todo por lo que respecta a un rudimentario sistema de clases virtual y en la comunicación por e-mail entre profesores y alumnos.

Y si comparo todo esto, con la universidad a la que pretendo ir para hacer el doctorado cuando acabe aquí, en Holanda, no se si caerme de la silla de sorpresa, o de ilusión: allí el uso de la tecnología en la matrícula, en las clases, en la comunicación con el profesorado, etc. está 100% implementado.

Visto esto, y volviendo al caso de mi universidad aquí en Japón, me vienen unas cuantas reflexiones a la cabeza:

  • Si se supone que somos (por ahora / todavía) una universidad puntera en nuestro campo (lenguas) en Japón, ¿cómo es que no se ha usado un poco más la tecnología? Ciertamente, el tardar tanto, da mala imagen y eso espanta a los nuevos alumnos. Para atraer clientes, nada mejor que las obras faraónicas. Sad but true.
  • Supongo que la escasa formación tecnológica de los ciudadanos en general (da igual la edad), influye en el hecho expresado arriba. O sea, no se ha considerado necesario. Da que pensar.
  • Nevera atómica que mantiene frescas las verduras, congela el pescado y se transforma en un robot que protegerá tu casa de cacos, maleantes y demás indeseables.Siguiendo el hilo, cuando me refiero a que la gente no tiene formación tecnológica, muchos de vosotros diréis “¡anda ya!, Japón es un país muy avanzado tecnológicamente". Ante esto, tengo que puntualizar algo, pues es una afirmación cierta y falsa a la vez. Los japoneses son gente que suelen apuntarse a las nuevas tecnologías sin demasiados remilgos, y están siempre listos para adquirir nuevos cachivaches, móviles con mil y una funciones, tazas de water con calefacción y bidé incorporado, hornos que hacen de todo, balanzas parlantes, lavadoras inteligentes, neveras de última tecnología, aires acondicionados cinco años más avanzados que los que hay en occidente, pero… ¡¡¡¡FIJAROS!!!! Estamos hablando de electrónica de consumo, o sea, electrodomésticos, básicamente. En esto, Japón gana a cualquier país, y sobre todo a España, que en este sentido, ha sido siempre muy cutre. Pero por lo que respecta a informática, en Japón, la gente no tiene pajolera idea. A parte de que los informáticos estén considerados en Japón como freaks otakus sin pizca de humanidad en sus venas (y si, como todo español de mi edad, sabes usar el pc para algo más que el google, y sabes teclear con más de un dedo por mano, a más de una palabra por minuto, te tratan a ti de freak, o sea, te culpan a ti de sus carencias tachándote de extraño), la gente, por lo general, incluso la gente joven, no toca ordenadores casi nuncTaza de mingitorio para cadetes espaciales. Agarrese, que le espera un buen viaje.a. Los japoneses saben, como mucho, usar funciones tan básicas de un ordenador como encenderlo, apagarlo, escribir algo en el Word o similar (hasta que hay un error, que no saben solucionar), y usar a un nivel muy rudimentario el MSN. A parte de esto, aquí la gente normal no saben ripear cds, bajarse películas, ni cosas que en España una chica de quince años te sabe hacer. Eso si, mirar Internet por el móvil y enviarse con el ídem e-mails, eso sí que saben, pero no les digas de usar el google o una cuenta gratuita de e-mail de Internet, que se te pierden. Aquí, un tuerto informáticamente, como yo, soy el puto rey.
  • Error de usuario: reemplácese por usuario con dos dedos de cerebro y pulse F1Esta incapacidad con la informática viene, por lo que se dice, porque aquí no se empezaron siquiera a plantearse usar ordenadores hasta la entrada de Windows 95 (los mac antes eran lo que había, eran caros, elitistas, y no iban bien para las necesidades de los japoneses, y antes del W95 aquí virtualmente NADIE le daba a la programación para PC), así que empezaron a despertar ya tarde, y no ha sido hasta la llegada de XP que la cosa no se ha medio extendido. En sitios donde en España tenemos ordenadores haciendo trabajos, expendiendo billetes, calculando rutas, rellenando formularios automáticamente, en Japón, todavía en muchísimos sitios, tienen auténticos mastodontes de máquinas preparadas para una función en concreto, que parecen sacadas de los años 70, y seguramente lo sean. Y aun se usan, ojo. Y cuando se estropean, no quiero ni pensar en la factura que les debe de caer.

  • Un ejemplo curioso de este tipo de máquinas, es el de los trastos que se empleaban en los registros municipales y de distrito: los trabajadores, en su lugar de trabajo, y hasta entado el año 2005, tenían la opción de entrar los datos de registro o bien a mano, o bien con una máquina totalmente obsoleta, una especie de máquina de escribir rara hecha después de la segunda guerra mundial. Llegado el 2005 es cuando se han dignado, pues, a cambiarlas por ordenadores, y esto ha conllevado que los funcionarios, tras la introducción de los ordenadores en el trabajo, se hayan tenido que pasar varios meses haciendo horas extra hasta la noche para pasar a la base de datos del PC todos los impresos que tenían en papel. Sinceramente, en pleno siglo 21 ver esas reliquias de hace 30 años da bastante lástima. No la daría de no ser un país que siempre ha presumido de tecnología, pero que en la actualidad, excepto un puñado de empresas punteras que sí que apuestan por la investigación, se está quedando atrasado ya no digo tanto en las máquinas, sino por la mentalidad: se vive todavía en el paradigma mental del papel.


Supongo que es lo que tiene ser un país de extremos y de contrastes.

miércoles, septiembre 06, 2006

La generación perdida. Parte 2: "Las víctimas"

La tecnología japonesa es de sobras conocida en todas partes del globo. Todos hemos tenido alguna vez algún electrodoméstico, alguna videoconsola o algún aparato japonés en casa. La tecnología siempre ha estado al orden del día en este país, ya que hasta ahora los japoneses no esperaban el futuro, sino que se lo inventaban.

En efecto, durante la década de los setenta y los años ochenta, en plena expansión económica e industrial, Japón lideró el mundo en el campo de la tecnología gracias a unos técnicos e ingenieros que contaban con mucho espíritu de superación personal y sacrificio.

Estudiantes japonesas en una sesión de orientación para las prácticas de reclutación laboral de la universidad.Durante este periodo, las compañías crearon un sistema de reclutación de empleados que ya he comentado por encima antes, pero que procederé a explicar aquí con más detalle. Los alumnos universitarios japoneses, durante el tercer año universitario, y con más de un curso todavía por delante, buscan trabajo en diferentes empresas. Los más afortunados lo encuentran ese mismo curso académico, y los menos lo hacen durante el cuarto y último, el cual dedican casi íntegramente a este propósito. Las empresas, por su parte, se comprometen a contratarlos a partir del año fiscal inmediatamente siguiente a su graduación, lo que significa acabar la universidad en febrero y comenzar a trabajar en abril. La gente que antes de acabar la carrera universitaria no ha encontrado trabajo, difícilmente vuelve a encontrarlo porque la mayoría de empresas solamente contratan gente para trabajar a partir de abril y las personas que han estado un año sin trabajar suelen ser rechazadas sistemáticamente.

Los recién graduados, al entrar a la empresa, pasan por un periodo de formación que puede ir desde los tres meses hasta más de medio año, durante el cual se les enseña a realizar un trabajo específico que forma parte de un proceso mayor. Por poner un ejemplo, en una empresa que fabrica televisores se les enseñaría a diseñar el mecanismo interno de los botones de un mando a distancia, y estarían haciendo esto hasta el fin de sus días o hasta que los cambiaran de sección, tras pasar por otro periodo de preparación para desempeñar la nueva labor a la cual han sido asignados.

Si las empresas se encargan de formar a sus trabajadores para un trabajo específico, ¿de qué sirve lo que se ha estudiado previamente en la universidad? Pues teóricamente, de nada. Es por esto que a diferencia de la mayoría de países, en Japón las empresas no buscan contratar licenciados o ingenieros con una formación en un campo específico, sino que les sirven graduados de cualquier cosa. Es decir, que donde en España una empresa dice algo como "se busca ingeniero de telecomunicaciones especializado en telemática", en Japón se dice "buscamos licenciados en cualquier carrera de ciencias". Resumiendo: les da absolutamente igual lo que hayas estudiado, bien sea ingeniería industrial o informática.

Por otra parte, debido a la crisis económica y a la mala gestión del gobierno, la tasa de natalidad ha descendido hasta tal punto que dentro de unos años se espera que uno de cada cinco japoneses tenga más de 65 años de edad. Además, cada vez menos familias pueden permitirse llevar a más de un hijo a la universidad, ya que los precios rondan aproximadamente los 7.000 euros anuales y no existen becas. Hasta el año 2005, en Japón habían más de 500 universidades sin contar las de ciclo corto, ya fueran privadas o públicas en proceso de privatización (no, la universidad pública ya no existe en Japón), y todas con titulaciones propias (es decir, no existe lo de las carreras homologadas). Lo que mantiene a las universidades privadas es, como todos sabemos, el dinero de la matrícula que pagan los alumnos. Al haber tan poca natalidad, la competencia por estos es feroz. Hasta aquí la cosa no parece tan preocupante.

El problema es que, como a las empresas les da igual cuál sea la carrera que hayas estudiado y dónde la hayas hecho, lo importante para conseguir un trabajo es graduarte de lo que sea, dónde sea. Esto hace que los estudiantes se decanten por matricularse en las universidades más fáciles, las cuales se forran mientras las universidades con un nivel de estudios más alto se hunden en la miseria. Para evitar la quiebra, estas universidades bajan el nivel de sus estudios para atraer a más alumnos, y a su vez las primeras lo hacen aún más. Se entra, pues, en una dinámica donde la competencia por los estudiantes equivale a rebajar el nivel de la educación.

Según esta portada, la privatización de las universidades públicas provocará la bancarrota de 300 privadas debido al aumento de la competencia.Si bien esto pasaba con las universidades privadas, las hasta hace poco universidades públicas se podían permitir el lujo de mantener el nivel porque percibían subvenciones estatales. Pero para acabar de liarla, siguiendo con la política de privatización de todos los servicios públicos del país, el gobierno ha privatizado este año todas las universidades públicas que quedaban sin privatizar: ya no existe ni una sola en todo el país, hecho que ha sumado a éstas a la lucha para conseguir alumnos o, lo que es lo mismo, hacer más fáciles las carreras.

En 1998 y durante un año, estuve estudiando sistemas de telecomunicación en una universidad barcelonense, que no voy a nombrar. Después de dejar esta universidad y estudiar dos años japonés en Osaka, entré en una universidad japonesa para estudiar ingeniería de electrónica, información y telecomunicaciones. Antes de entrar, tan iluso como era por entonces, pensaba que una carrera de ingeniería en Japón sería la llave para comerme el mundo. Una vez dentro descubrí, para mi desgracia, que la universidad no se trataba más que una extensión del instituto. Paso a relatar algunas experiencias y puntos que me sorprendieron:

  • El primer año no se podían escoger las asignaturas. Tenías que seguir un horario dictado por la universidad, en el cual se obligaba a los alumnos a hacer gimnasia. Y me vi yo, con 22 años, rescatando la ropa del instituto y haciendo actividades tan relacionadas con las telecomunicaciones como basket, badminton, ping pong y tenis. Esta asignatura duraba 2 horas, y los créditos contaban tanto como la clase de física. Para los que no tuvieran suficiente con un año, la gimnasia se encontraba también como asignatura optativa en segundo curso.
  • A parte de 4 horas obligatorias de inglés a la semana, estábamos obligados a escoger una segunda lengua entre alemán o chino. Para ahorrarme complicaciones escogí el alemán, cuya profesora era una japonesa que vestía igual que la maestra mala de Heidi, y que enseñaba el alemán a base de análisis sintáctico y morfológico (el llamado método de gramática y traducción).
  • En la mayoría de clases se controlaba la asistencia. En las clases donde había demasiadas personas como para hacerlo a voz, se pasaba entre los alumnos una máquina que leía la tarjeta de estudiante de cada alumno y la registraba en una base de datos. Así se podía controlar a qué clases iban y no iban los estudiantes. En la mayoría de asignaturas, a las tres faltas de asistencia no podías hacer el examen final.
  • En muchas asignaturas, antes de los exámenes finales, el profesor te decía qué preguntas iban a salir y cuales eran las soluciones. En muchas otras, si hacías los deberes te daban un punto y acumulando puntos podías aprobar la asignatura sin necesidad de hacer el examen final. Te regalaban los aprobados.
  • Al final del semestre, las notas se enviaban a los padres por correo. En el caso de tener malas calificaciones, los profesores llamaban directamente a casa para hablar con la família, y en el caso de un amigo mío, el profesor llegó a ir directamente a su casa. A los alumnos no se les considera maduros pese a estar en la universidad, aun siendo legalmente adultos a los 20.
  • Por culpa de un error en una transferencia bancaria, los 640.000 yenes que costaba cada semestre llegaron tarde a mi cuenta. Dos semanas antes de que se cerrase el plazo del pago de la matrícula, los del departamento de secretaría de estudiantes comenzaron a llamar a mi teléfono móvil y a casa cada día para recordarme que tenía que pagar. Tres días antes del plazo, se presentaron por la mañana a la puerta de mi casa para acompañarme personalmente a realizar el pago. Este hecho me puso de bastante mal humor, y fue el que colmó el vaso y me hizo romper definitivamente las relaciones con la administración de la universidad.
  • Periódicamente, al ser alumno extranjero, me sometían a entrevistas por parte del departamento de estudiantes, donde la dirección me llegó a decir cosas como que no debía vivir con mi novia y me mudase a vivir solo. Me habían preparado hasta información sobre inmobiliarias.
  • El nivel de la enseñanza era tan pésimo que necesitamos más de tres años para superar el nivel que había dado el primer semestre en la universidad española. Al final de carrera todavía no habíamos tocado ningún tema que se calificaría propiamente de segundo de carrera en España. Además, al regalarnos los aprobados, no hacía falta estudiar. La gente salía de la carrera sin saber hacer la O con un canuto. Dicho más fácil: salíamos todos graduados sin saber resolver un circuito eléctrico de nivel del antiguo COU. Si no recuerdo mal, el porcentaje de graduados de mi promoción fue del 95%. Los que no se graduaron lo hicieron el siguiente año.
  • Una anécdota curiosa fue en la primera clase de programación, que se dio el tercer año de carrera. Nos dividieron en grupos de 40 personas y nos metieron a todos en aulas donde cada alumno disponía de un PC. El profesor preguntó cuántas personas no habían usado hasta entonces un ordenador, y de las 40 presentes unas 6 ó 7 levantaron el brazo. Y en tercero de telecos, me encontré aprendiendo a encender un ordenador, a apagarlo y a usar el ratón. Una vergüenza. El programa más difícil que realizamos hasta el fin de carrera fue el típico de "adivina el número que ha introducido el primer jugador". Eso lo hacía yo cuando tenía 10 años con mi Amstrad CPC.
  • El proyecto de fin de carrera, algo que lleva de cabeza a todos los estudiantes universitarios de ingeniería superior en España, no es de libre elección. Es decir, no se hace un proyecto sobre algo nuevo: se escoge entre 5 o 6 temas establecidos, te dicen los puntos que tienes que desarrollar, el profesor lo corrige y ¡felicidades! Ya eres ingeniero. La ingeniería se trata de ingeniar, como bien dice la palabra. Se basa en innovar y en la capacidad del ingeniero para crear nuevos conceptos y desarrollar nuevos proyectos. Esto es lo que más se precia en un proyecto de fin de carrera. Pero aquí no: es como cuando en el instituto te daban a escoger entre hacer un trabajo sobre la arquitectura barroca o la románica.

Se me olvidan muchos puntos, pero como se puede apreciar la universidad no es más que una prolongación de la escuela donde te preparan para entrar a formar parte de la estructura de una empresa. La formación real no existe. No se aprende absolutamente nada, y me muero de vergüenza cada vez que mis amigos en España que han acabado telecomunicaciones me hablan sobre algún tema relacionado con la carrera. Todo me suena a chino. No tengo ni la más remota idea de lo que me están hablando, porque nunca lo estudiamos en clase.

Si todavía queda alguna persona que me defienda el sistema universitario japonés, voy a explicar cuales son las consecuencias de tal piltrafa.

  • Los títulos universitarios no certifican que realmente estés capacitado para desempeñar esa función en el trabajo. Los profesores de idiomas estamos hartos de ver estudiantes con titulaciones superiores de filología inglesa o española que no saben construir frases del estilo "Me gusta mucho jugar con mi perro". Después de cuatro años de carrera, y un diploma que certifica que son licenciados, me dicen cosas como "Yo gusto con perro jugar mio".
  • De la misma manera, los nuevos ingenieros no saben resolver cosas que cualquier estudiante de primero de carrera en otro país podría resolver con los ojos cerrados. Y pese a esto siguen contratándolos en las empresas porque siguen con los obsoletos sistemas de reclutamiento de empleados que se usaban hace 25 años. El otro día me encontré enseñando a un ingeniero en electrónica que trabaja para una conocida empresa, la diferencia entre electricidad y electrónica, y cómo resolver circuitos de corriente continua usando la ley de mallas de Kirchoff. Al parecer, es lo que estaban estudiando por ese entonces en su compañía. Después de resolverle un circuito que cualquier crío de 17 años podría resolver en el instituto me dijo: "Ostias, ¡que nivel más alto que hay en España!". El mismo tío me vio usando el MS-DOS en el ordenador y me preguntó "¿Qué estás compilando?". Apaga y vámonos. Eso sí, sobre béisbol se las sabía todas.
  • Al ser el diploma universitario puro papel mojado, y al no tener nada que ver lo que se ha estudiado con el trabajo que se acaba haciendo, las empresas piden graduados universitarios para cualquier cosa. Por ejemplo, para tirar del carrito en el Shinkansen (el famoso tren bala) y vender bebidas a los pasajeros, te piden una carrera de letras acabada. De manera que las chicas que tiran del carro son filólogas o psicólogas. O al menos en teoría, porque es lo que pone en sus diplomas. Intentad hablarles en inglés, y me explicáis que tal os ha ido.
  • Al pedir diploma universitario para cualquier trabajo, las personas que por carecer de recursos económicos no han podido permitirse ir a la universidad tienen enormes problemas para encontrar empleo, y de ser así difícilmente será fijo. El gobierno no interviene porque le conviene que las personas se vean obligadas a pagar millones de yenes por ir a la universidad para que no les cierren las puertas del mercado laboral. Hacer una carrera es pagar más de 4.000.000 de yenes por una llave que no te da conocimientos pero que te permite conseguir empleo en Japón. Quien no se lo puede pagar está condenado a trabajos basura durante el resto de su vida. Sus hijos tampoco podrán cursar estudios universitarios por el poco poder adquisitivo de su familia, situación que se ve agravada por el hecho de que en este país las becas no existen, ya que son préstamos bancarios que se devuelven hasta casi los 40 años de edad, pero cuya aprobación no se conoce hasta bien entrado el primer curso universitario (es decir, después de pagar el millón que cuesta el primer año.) Es el nacimiento de las clases sociales, que en los ochenta no existían en Japón.
  • Con un titulo universitario japonés, no puedes salir al extranjero. No tiene validez. Primero, porque todas las titulaciones son propias y no homologadas por el gobierno. Como he dicho antes existen más de 500 universidades y cada una tiene un puñado de carreras disponibles. Echamos cuentas y salen miles de titulaciones propias, sin relación alguna entre sí. Segundo, porque el nivel es tan bajo que si uno va al extranjero con los conocimientos que se adquieren en una universidad japonesa, se mofan de él al buscar trabajo. De todos los extranjeros que hemos conocido que han venido a estudiar un doctorado a Japón, todos menos uno se fueron a los seis meses porque esto les parecía un parvulario. El único que se quedó para acabarlo volvió a Europa para trabajar y cuando iba a buscar trabajo se reían en su cara: "¿Universidad de qué?. ¿Y quien diablos está ahí?"

Lo que pasa cuando la sociedad envejece.La generación del baby boom, más conocida como Dankai Sedai (団塊世代), que son los ingenieros y trabajadores que llevaron al país a una posición pionera en la tecnología, se jubilan el próximo año. ¿Y qué generación les sigue?: La que he explicado a lo largo de todo este post. No es de extrañar, que las empresas japonesas se estén llevando ahora las manos a la cabeza porque no saben quién va a formar a los nuevos trabajadores, ya que las universidades no se encargan de ello. Muchas compañías, como Japan Rail, cuya mayoría de trabajadores está al borde de la jubilación, se encuentra con una situación en que en un periodo de 10 años va a perder prácticamente toda su plantilla de trabajadores, para dejar paso a una generación de jóvenes que no están preparados para ser responsables de la vida de los miles de pasajeros que van en su convoy. La policía, por su parte, está excesivamente preocupada porque las calificaciones de los nuevos agentes de la policía científica han sido este año las peores en la historia, y la gente encargada de formarlos en el cuerpo se están comenzando a jubilar.

Un país pequeño como Japón, con escasez de recursos naturales, depende exclusivamente del nivel académico de sus habitantes y de su capacidad para competir con otros países para así poder exportar sus productos al exterior. Durante las últimas décadas este país ha cumplido con esta premisa a rajatabla exportando al extranjero televisores, walkmans, videojuegos, equipos de música y miles de productos que han hecho de él un mito en occidente. Desgraciadamente, los japoneses no han sabido preparar a la siguiente generación para mantener un mínimo nivel competitivo contra países en pleno crecimiento económico como Corea o especialmente China, que aguardan sigilosamente la oportunidad para tirársele encima a Japón y robarle la hegemonía de la que ha gozado en Asia durante las últimas décadas.

Una vez más la permisividad de la sociedad e inoperancia un gobierno que ha dado prioridad a los intereses económicos a corto plazo del país, mostrando así una negligente falta de previsión, están llevando a Japón a un declive económico sin precedentes. El problema comienza a hacerse palpable: tiempo al tiempo.

martes, septiembre 05, 2006

Inercia consumista, ecología, sensatez y coherencia.

O acabamos con la basura, o esta acabará con nosotros xDComo bien mencionó en un post anterior Coelacanth, aun a pesar de la crisis, la gente sigue con una mentalidad consumista, más propia de los desenfrenados años ochenta que de un mundo que clama a gritos por un desarrollo más sostenible. Hoy voy a hablar un poco sobre el derroche de recursos: no nos engañemos, tanto Japón, como España, como cualquier otro país (mención honorífica para EEUU, por lo que dicen las estadísticas), derrochan recursos y contaminan más de lo necesario. Como ya habrá gente que hable de los otros dos países, voy a hablar de lo que pasa en este país, porque me gustaría que la gente supiera cómo se perciben los valores ecológicos en un país que, tras yanquilandia, es el abanderado del capitalismo liberal más desenfrenado.

Tras acabarse el feudalismo con la Restauración Meiji, Japón, como bien sabréis si sois aficionados a la historia de Asia, pasó en escasamente cuarenta años de ser una sociedad feudal a ser un país industrializado capaz de rivalizar con Rusia. Durante y tras la Segunda Guerra Mundial, y en los posteriores años de desarrollo económico a partir de los 60, el sector industrial japonés creció milagrosamente para situarse entre los países punteros del mundo. Tal crecimiento, como ha pasado en el resto del mundo que también lo ha experimentado, no fue sin un precio ecológico.

Enguarrating our playas since 1930 y picoLas zonas urbanas de Japón perdieron mayoritariamente su zona costera en pro de industrias, que así veían facilitadas sus comunicaciones vía barco, y su capacidad de deshacerse de sus desechos arrojándolos al mar. Bien es cierto que Japón, debido a ser un país situado en el anillo de fuego del pacífico, ha tenido que soportar siempre grandes desastres en forma de terremotos y tsunamis; el hecho que la palabra usada internacionalmente para referirse a una ola gigante causada por un seísmo sea una palabra japonesa es muy significativo. Tan a la espalda del mar han vivido que no han dudado en sacrificar la zona costera de sus urbes, con lo cual para ir a la playa (algo a lo que los japoneses no son tan aficionados como los españoles), hay que pegar un buen rodeo, gastarse una pasta en transporte y conformarse con unas aguas que en algunos casos parece que te vayan a dejar como el tío ese malo de Robocop (sí, ese que se derrite al caerle el ácido encima y luego lo revienta una fragoneta), si te bañas en ellas.

Con el tiempo, los japoneses han aprendido a entender la necesidad de hacer algo con los detritos y residuos que generan, antes que estos acaben con ellos. Campañas pro-ecologistas las hay y las ha habido en todas partes, con mayor o menor popularidad, y no seré yo quien se oponga a ellas, pues por principios las apoyo. Sin embargo, la manera de llevar a cabo las políticas ecologistas en Japón me parece poco coherente. Vamos al trapo:

  • Waketon, la porcina mascota del reciclaje en Kobe. Con ese nombre, fijo que le va el Reguetón.En teoría, el reciclaje y la división de la basura son obligatorios, al menos en ciudades. El problema es que, para variar, la política aplicada demuestra que los legisladores viven apartados de la realidad: en Kobe (e imagino que en otras ciudades será parecido), la basura se tiene que dividir en siete (si mal no recuerdo) tipos distintos, y sacarla cuando toca. Eso te obliga a tener como mínimo (si quitamos la basura de tipo muebles y trastos grandes) unos cinco contenedores de basura en tu piso. Teniendo en cuenta que los pisos no van sobrados de espacio, no es demasiado factible reciclar al 100%. Quizás una distribución más sensata facilitaría las cosas. Yo tengo el cubo de la basura, las latas en el marco de una ventana, y las papeleras al lado de la entrada, que acabo echando en la misma basura al ir a echarla.
  • Aunque me consta que en muchos otros países es igual o peor, aquí la basura no se puede sacar cada día, ni en las horas que te apetezca. La basura doméstica se baja dos veces a la semana (de 5 a 7 de la mañana, aunque todo dios la saca la noche anterior y reza que los gatos no le revienten la bolsa porque entonces los del camión de la basura son tan holgazanes que dejan la bolsa rota ahí sin recogerla), insuficientes si se es una familia numerosa. La basura de trastos y electrodomésticos, dos veces al mes. Las latas, una vez al mes, y el resto de tipos creo que también una al mes, o tienes que llamar y pagar para que lo recojan. Cronometrarse así la vida no me parece sano. Para algo se pagan impuestos municipales, no tan solo para que te quiten sitios para dejar la bicicleta a cambio de poner flores.
  • No existen los contenedores de basura (excepto para comercios, y aun así tampoco son normales). En las horas antes de que pasen los del servicio de recogida, los portales de los edificios, y sobre todo las zonas de ocio nocturno – a estas sí que les recogen cada día o sería el Apocalipsis – se llenan de bolsas de basura que como ya he dicho, abren los gatos y también los cuervos (que hay más que gatos). Este hecho también es normal en otros países y lugares (Ciutat Vella, de Barcelona, por ejemplo), pero no deja de ser feo. En todo caso, es algo difícil de solucionar en lugares con calles tan estrechas.

El tema de cómo se recoge y recicla la basura me parece mejorable, que no intrínsecamente malo. Donde empieza a chirriar la cosa, ecológicamente hablando, es en la mentalidad de tenderos y clientes a la hora de ir a hacer cualquier compra (en especial, si es de alimentos). Bien sabréis, amigos lectores, que en España, hay cadenas de supermercados (que no mencionaré) en las que se cobran las bolsas. En otros países de Europa, ese hecho es aún más extendido, y se te cobra más dinero por las bolsas de plástico, o te las dan de papel de estraza (que digamos). Bueno: en Japón, las bolsas son en el 95% de los casos, de plástico (bueno, vinilo, o el material que sea, sintéticas, hechas a base de petróleo), y se hace un uso descaradamente abusivo de ellas.

Deberían darte Puntos Estrella para cambiarlos por una batidora, si pides que no te den bolsa en el super.Últimamente si lo que voy a comprar me cabe en las manos y lo voy a consumir inmediatamente, digo que no me den bolsa. Sólo este hecho ya da que pensar: la enorme mayoría de los tenderos (pues he llegado a la conclusión que, además de la política de atención al cliente de cada comercio, cuenta la actitud y el sentido común del encargado/cajero de turno) te meten lo que compras, por pequeño que sea, en bolsas de plástico (de tamaño variable), y les tienes que decir que no te hace falta. La frase que estoy diciendo más estos últimos meses viene a ser “No me hace falta bolsa”, y esto me resulta preocupante en más de un sentido que no viene a cuento. A veces es peor, porque te intentan meter las cosas calientes en una bolsa y las frías en otra, o por motivos arbitrarios. ¡Viva el derroche! Muchas son las veces en las que veo que a la pija o a la maruja o al mascachapas de delante de mí en la cola le meten las cosas en varias bolsas, que luego tiran a la basura a los dos segundos y tres décimas de salir de la tienda.

Me he encontrado miles de veces con situaciones que me parecen totalmente surrealistas en relación con las bolsas de plástico de la compra, en este país. Para muestra, un botón:

Iba hoy andando por un centro comercial cerca de mi universidad, y me acerqué a una panadería a la que voy varias veces. Si bien les tengo que contener sus ansias de embolsarme todas las cosas por separado siempre, y luego meter cada bolsa individual en una bolsa grande todo junto, hoy he visto algo que rizaba el rizo, y que me ha dado mucha risa (al menos hacia mis adentros). A la marujona de delante, que había comprado unos (pongamos) seis pasteles, se los embolsaron, como siempre hacen, por separado, pero en vez de meterlos todos en la misma bolsa, le ofrecieron (cosa que ella aceptó) meter cinco en una bolsa, y luego la bolsita de las magdalenas en otra. JUASJUASJUASJUASJIOJIOJIOJIOJUOJUOJUO ¡Habráse visto cosa más pánfila! Vamos, que se le van a estropear las magdalenas, y tanto, si las pone junto con lo demás. Fijo. Y situaciones así me las encuentro contínuamente, y dan que pensar en si la gente es consciente de que en el fondo, las bolsas y envases, al país, no le salen gratis.

Es por derroches como estos, que Japón, que depende totalmente del exterior para la enorme mayoría de sus recursos, se metió en la guerra de Irak (cosa que Koizumi admitió públicamente, algo que a la vez le honra y le retrata por su desfachatez); para poder tener petróleo que gastar en los vehículos (como España, y suerte que aquí el tren es el transporte principal, que si no… uf, y esperemos que China no llegue al nivel de consumo de EEUU, porque pueden agotar los recursos del planeta), y para poder mantener su nivel de consumo y derroche. Vamos, me han demostrado muchas veces en Japón (en el tema de impuestos y presupuestos, y ahora en esto del petróleo), que la manera que tienen de solucionar la escasez no es ahorrar y recortar gastos en recursos, sino aumentar la entrada de material para poder seguir derrochando. Una insensatez.

Porque, a ver, ¿a alguien sensato se le ocurriría hacer que su país, situado (como ya he mencionado), en una de las zonas más peligrosas en cuanto a terremotos de todo el mundo, dependa de la energía nuclear? ¿Qué pasará el día que haya un nuevo Chernobyl aquí? ¿Vale la pena tanto derroche a ese riesgo? ¿Vale la pena derrochar tanto y jugarse la vida de los soldados – que son personas como cualquiera, con sus familias y tal – para ir a conseguir más petróleo, solo porque no se administra bien el que ya se ha adquirido? ¿Qué sentido tiene forzar a la gente a reciclar masivamente cuando se derrochan recursos a punta pala, ya sea en embalajes, envoltorios (individualizados, para cada pastelito dentro de la bolsa del producto), bolsas, combustible industrial y electricidad para alimentar la noche japonesa?

Un paisaje desgraciadamente familiar para muchos de nosotros.Ecología, crecimiento sostenible, progreso industrial, confort… son todos conceptos que hay que tomarse con cuidado, pues son armas de doble filo. Una mala política ecológica, como la que también se lleva a cabo aquí, puede acabar resultando inútil, estéril, molesta y cara. Si bien, las urbes japonesas ya no recuperarán su línea costera nunca más, hay que concienciar más seriamente a los ciudadanos de la necesidad de no derrochar recursos estúpidamente. Por desgracia, las campañas llevadas a cabo hasta ahora a tal fin no han sido en absoluto efectivas. Veremos cuánto tiempo se pueden permitir seguir así.

sábado, septiembre 02, 2006

Mapashito, mapashito, ¿kiereh un purito? a.k.a “Too young to smoke but not to die”

Antes de empezar, quisiera dejar claro que no fumo, ni he fumado nunca porque me parece un vicio estúpido, malo y caro, y que bebo muy poco, por no decir casi nunca, pero que respeto que haya gente que esté metida en el tabaco y el consumo habitual de alcohol, como es el caso de amigos y familiares. No es mi intención en este post el atacar su elección de consumo de estupefacientes legales, así que desearía que la gente se tome el contenido de este post como una simple información y no como un juicio de valor. Bien, pasado este disclaimer, empiezo el tema en sí.

Japón es un país de extremos y éstos suelen conllevar consigo fuertes contradicciones. No se si habréis leído o oído alguna vez una queja que con la guerra de Irak se ha acentuado, por lo visto, entre una parte de la ciudadanía estadounidense: que los jóvenes reservistas y reclutas, con 17-18 años, son lo suficientemente adultos como para ir a morir al frente, pero que para otras cosas, no tienen mayoría de edad legal hasta los 21.

En Japón, dado el hecho de la (de facto) escasa participación en el conflicto bélico, no se puede hacer un paralelismo respecto a eso, pero sin embargo se da una contradicción muy chocante con esto de lo que puedes hacer a según qué edades.

Prohibido fumar dentro del instituto. Me pregunto a quién irá dirigido.Hoy os quiero hablar básicamente del tema tabaquismo y las mayorías de edad en Japón, y poner este asunto lado a lado con otros, al estilo de lo que he hecho arriba con la guerra y la mayoría de edad en EEUU, pues, como veréis, el contraste resultante es bastante bestia.

La mayoría de edad legal, para votar y beber, en Japón, se sitúa en los 20 años. Una edad que puede parecer exagerada, aunque tiene su explicación (¡que no justificación, ojo!), pues la gente aquí con 18 años se comportan aún como críos en parte, porque se les exime de tomar toda responsabilidad hasta los 20.

Hay muchos carteles en supermercados, tiendas, así como avisos acústicos y similares, que informan (como si la gente no lo supiera ya) de la prohibición estricta de fumar antes de los 20 años. Obviamente, huelga decir que de efecto, todos estos avisos paternalistas, tienen más bien poco. Veamos algunos de los hechos que rodean el mundo del tabaquismo en Japón, y su relación con la juventud. Muchos de estos hechos los reconoceréis por haberlos visto y experimentado en España alguna vez, y otros no.


  • A diferencia de España, no hay una prohibición de la publicidad del tabaco. Ésta ataca directamente a la franja de potenciales consumidores de menos edad (franja de clientes que necesitan para que suplan a los mayores que se mueren de cáncer o lo que sea), disfrazando al nocivo producto como algo “guay”, que te da imagen de adulto, y se esfuerzan en sacar versiones lights y mentoladas para que los jóvenes que dudan, se lancen a él justificándolo hacia si mismos (¡ilusos!) con que “hmm es muy bueno, que fresco, refrescante” o “si te fumas un cigarro se te quita el hambre y así adelgazas” (esto va dirigido obviamente a las jóvenes).

  • Esta imagen social de “guay” es algo que en España, guste o no, se está consiguiendo erradicar, y se está consiguiendo concienciar a los españoles que los adictos al tabaco son personas con una enfermedad y que no son en absoluto envidiables. En Japón el poder de las tabaqueras es demasiado fuerte, y no existen demasiadas políticas restrictivas ante el tabaco (prohibido fumar en estaciones, edificios públicos y poco más), dejándose todo a la voluntad del individuo o empresa responsable en cada lugar.

  • Aunque el precio del tabaco ha experimentado un aumento de un 50% desde hace unos cinco años (me acuerdo porque cuando vivía en Tokyo, la media de precio eran unos 200 yenes por cajetilla, y ahora son unos 300 yenes), ese precio sigue siendo ridículamente bajo para los estándares de nivel adquisitivo de la población. Es más barato fumar que alimentarse. Está claro que con precios así, nadie va a dejar el tabaco.

  • Muchas de las campañas y mensajes antes comentados para que la gente no fume con menos de 20 años, son correctas en el fondo (el mensaje que se quiere transmitir es el de la edad mínima para fumar y beber), pero la elección de palabras es (si no nefasta por pura ignorancia y no saber hacerlo mejor) vergonzosamente favorable a las empresas tabaqueras (Japan Tobacco, y similares). Me explico: comparad el significado connotativo de las siguientes 2 frases:


    • “Prohibido beber y fumar a las personas de menos de 20 años”
    • “La bebida y el tabaco, tómalos a partir de los 20 años”

Es obvio que la segunda oración, que es la que nos encontramos en buena parte de los casos, aun expresando lo mismo, no es una prohibición, sino una exhortación, invitación, en toda regla. Básicamente te dice “Si antes de los 20 aun no has tomado alcohol ni fumado [cosa poco probable, porque aquí fuman con 14 o 15], entonces tienes que tomarlo pasada esa edad, para que así las empresas tabaqueras y similares puedan hacerse más ricas todavía a costa de tu salud y de tu falta de personalidad”. Auténticamente vergonzoso. Y lo peor es que mensajes así, el gobierno no los regula, porque son sus amiguetes los que están en las empresas tabaqueras.

  • En vez de poner en las cajetillas “El tabaco mata”, o avisos más serios y directos, te ponen cosas del palo “Es posible que el fumar demasiado pueda causarte cáncer de pulmón”, “Durante el embarazo y la lactancia, puede ser que el tabaco cause problemas al bebé”, “Fume con moderación y disfrutándolo”. ¡Vamos! ¡Habráse visto! ¡Estos avisos son una bajada de pantalones en toda regla del gobierno ante los intereses privados de las tabacaleras! Hay cientos de estudios científicos que demuestran algo tan simple como que el tabaco mata.

  • La gente aquí fuma mucho, debido a las endebles campañas y avisos antitabaco y las omnipresentes incitaciones a liarse un pitillo. También la gente bebe mucho, y eso que su tolerancia al alcohol es por lo general nula. Ante panoramas así, del padre que llega borracho a casa cada noche, y de padre y madre fumadores, no es de extrañar que la situación, vista la dinámica que lleva, se pueda perpetuar. No hay ganas de hacer nada al respecto desde las altas esferas. Para variar, otro tema en el que este país vive anclado en los años 60.

  • El fumador pasivo en Japón no tiene derechos. A duras penas se reconoce tal figura (como tantas otras que no se reconocen, como afecciones mentales del tipo estrés, insomnio, ludopatía… escondiendo la cabeza bajo el ala, los legisladores, así me gusta), paso imprescindible para llevar a cabo campañas y leyes como lo que se está llevando a cabo en España. Si alguien te fuma delante, te jodes. Ni que en muchos restaurantes haya una zona separada para fumadores y no fumadores, muchas veces se trata de una escasa cortina de aire que no sirve para nada, y al final acabas atufando a nicotina te sientes donde te sientes. Vamos, que el que te fumen encima o no, acaba dependiendo del humor, actitud e intereses del propietario del restaurante / cafetería / local en cuestión, y de que lo permita o no. Algo muy típico en este país, dejar las cosas libres a cada uno, ni que esa libertad les de pie a cargarse la libertad de los demás.

Estos son algunos hechos del tabaquismo hoy en día en Japón. No tengo a mano ahora estadísticas de fumadores, pero por lo que se ve por la calle, la proporción es muy elevada, más en hombres que en mujeres, y el porcentaje de fumadores no baja, precisamente.

Lo que no deja de intrigarme es el por qué de ese límite de edad, a esa edad en concreto: los 20. Pensemos:

  • Edad mínima en Japón para sacarte el carné de coche: 18
  • Edad mínima para beber y fumar (como ya he dicho): 20
  • Edad mínima para votar: 20 (aunque la mayoría fijo que no votan en su vida)
  • Edad mínima para que te juzguen como un adulto, y por ejemplo te puedan condenar a morir a la horca: 14 (Suerte que es poco probable que te ejecuten con menos de 18, pero ya veremos si esta tendencia cambia).

Volvemos a estar con lo del principio (lo que comentaba del ejército de EEUU): ¿En que quedamos? ¿Cómo puede ser un niño de 14 años adulto para que lo ejecuten, pero menor de edad hasta los 20 para fumar? ¿Si el chico tiene la madurez mental para poder ser ejecutado, por qué no se le admite la madurez para conducir o para beber?

Ciertamente, del listado arriba expuesto, el número discordante es el 14. Duele a la vista y duele al corazón. Como ha comentado Coelacanth en el post anterior, que un crío se aparte del “camino recto” no es culpa suya, sino del entorno en el que se ha criado (dejemos a un lado posibles casos clínicos de psicosis). Vamos, un joven tiene que estar bajo la responsabilidad de sus padres para sacarse el carné, para entrar en la universidad y hacer 2 cursos en ella, y se considera que puede volar por su cuenta del nido con 20 años, pero la sociedad se desentiende de la responsabilidad para con los menores respecto a la punibilidad de sus actos a la temprana edad de 14 años, pensándose que así conjurarán el mal de la sociedad (derivado de la sociedad que les dejan los padres) y la violencia juvenil mediante semejante brutalidad legislativa. Eso es matar moscas a cañonazos y no arregla nada. Es intentar asustar a la población sin ver las causas de fondo. Brazo bajo el ala, y a esperar que los problemas se vayan. ¿Dejà vu? Me parece a mí que sí.

Soy firme partidario de que en Japón hubiera un punto de mayoría de edad unificado situado en los 18 años, para todo. Quizás así, con 18 años, los universitarios (ya comentará Coelacanth en un post sus experiencias en el campus) asuman que son adultos, y dejen de portarse como en un instituto durante toda la carrera. Quizás así también se acabe un poco esta hipocresía de tratar a alguien como menor o mayor de edad para según que cosa de forma totalmente arbitraria, atacando las consecuencias y no las causas de los problemas sociales. En todo caso, obviamente dudo que vayan a cambiar el más mínimo de estos raseros legales, al menos no a mejor; seguro que lo envían todo al cuerno y lo estropean hasta límites insospechados. Para variar.


- ATENCION - EDITADO EL 25 DE NOVIEMBRE DEL 2006 -

Hola, quisiera añadir una cosa a este post. Si bien no es algo directamente relacionado con la mayoría de edad penal de los adolescentes, tiene que ver con la pena de muerte. Mucha gente se asombra al oir por primera vez que en Japón se ejecuta a gente. Tienen una imagen demasiado idílica del país, pero la verdad es que de asesinos hay en todas partes, y Japón no tenía por qué ser menos. Bueno, leeros este artículo de Amnistía Internacional sobre Japón (un informe del 2005) y bajad la ventana hasta donde pone Pena de Muerte, algo antes de mitad de página, si no queréis leerlo todo. Cito un párrafo para quien prefiera no cambiar de ventana ahora:

"En septiembre fueron ejecutadas dos personas en la horca. Ambas ejecuciones se llevaron a cabo en secreto. A los presos se les informó de su ejecución sólo unas horas antes, y a sus familias y abogados no se les notificó hasta después de haber tenido lugar. Las ejecuciones se llevaron a cabo durante un receso de la actividad parlamentaria, para evitar cualquier debate público o crítica."


¿Estado de derecho?
Vosotros juzgáis.